Plaza de España y fortificacionesDerribando torreones Puerta del campo y torreónAniversario del Asedio de Melillla
Centenario del derribo del torreón de Santa Lucía
A finales del siglo XIX, casi en la última década, se puso fin a «la larga noche de los 400 años» en Melilla. Fueron cuatro siglos encerrados, sin posibilidad de salir, desde el instante inicial de la Conquista en 1497, en una situación que todavía sobrecoge». Pocos hoy pueden imaginar que la «puerta del Campo» estaba situada sobre el terreno que ocupan el edificio del Banco de España y el Casino Militar. En medio, y hasta las murallas de San Fernando, se extendía un terreno sobre el que se instalaba el zoco, en el que se comerciaba con los lugareños en tiempos de paz. Porque siempre hubo más paz que guerra, que también.
Los muros de las fortificaciones melillenses llegaban hasta la misma plaza de España, que además era el puerto de la ciudad. Todos estos lugares o hitos deberían estar señalados con una placa, y un código QR debería mostrar una fotografía de ese pasado no tan lejano. Sería una manera de vincular simbólicamente a melillenses y visitantes, con la historia de la ciudad. Una ciudad que ya no podía esperar más para su expansión urbana.
El 24 de mayo de 1925, hace 100 años, se procedía a la demolición del enorme torreón de Santa Lucía, erigido en 1735. Su presencia, los muros contiguos, y la galería subterránea que la comunicaba con los fuertes del IV Recinto, fueron decisivos en la resolución favorable del Asedio de 1774/75, cuyo 250 aniversario acaba de conmemorarse. La captura de esa zona de Ataque Seco y del Cerro de la Horca, fueron vitales para la conservación de Melilla.
Los Altos del Real se habían conquistado en la Campaña de 1909. El Puerto se empezó a construir en 1905. Todos esos restos de torreones y murallas dificultaban el diseño de la ciudad del llano.
Sin embargo, sería interesante señalar todos esos emplazamientos, para incorporar esa historia olvidada, de la que venimos.
Cuevas del ConventicoGaleríasCuevasAccesosCalle Mariscal Sherlock
La conmemoración del Asedio
El levantamiento del Asedio de Melilla, por parte del Emperador de MarruecosSidi Mohammend Ben Abd-Allah el 19 de marzo de 1775 es un hecho histórico. Sin el apoyo decidido del Rey Carlos III y la brillante estrategia defensiva del Mariscal Juan Sherlock, los días de Melilla como ciudad española hubieran acabado hace 247 años.
Lo único que se estableció como recuerdo a aquella gesta o efeméride fue la celebración de una misa y un pequeño homenaje por parte de las autoridades, de modo anual sempiterno. No es tampoco una ofrenda que lleve a la pérdida de la virtud, u ocasione una contradicción imposible de solucionar. En la oposición uno puede criticar o estar en desacuerdo con cualquier cosa, pero si se forma parte de un gobierno la actitud debe ser otra. Se ha hecho «casus belli» de esta conmemoración por parte de los dos partidos mayoritarios y la cuestión de fondo permanece sin resolver.
No es admisible la ausencia de Coalición por Melilla, como gobierno, del acto oficial de conmemoración, como tampoco es admisible que no participen en ninguno de los actos del 17 de septiembre. Otra cosa es que decidan no acudir a la ceremonia religiosa. Si uno quiere cambios debe proponerlos y debatirlos a la luz pública. CPM impuso el día del Estatuto como festividad colectiva, sin debate alguno, y todos los partidos de la Asamblea acuden a los actos señalados, sin que previamente manifiesten su acuerdo o no. Para que nadie diga que hemos cambiado de postura, aunque sería lícito, vamos a citar lo que escribimos en otros años y seguimos pensando.
La misa del levantamiento del Sitio de Melilla ((19/03/2019)
El 16 de marzo de 1775, vista la imposibilidad de la rendición de Melilla mediante el bloqueo y fracasado el intento de conquista, el Sultán Mohammed Ben Abd-Allah, dio por finalizado el cerco y comenzó a retirar sus tropas. El día 19 de marzo evacuó las inmediaciones de la ciudad el último contingente marroquí, por lo que pasó a considerarse este día como el del “Levantamiento del Sitio”. El 2 de septiembre de 1775, se acordó celebrar una misa anual cada 19 de marzo, como recuerdo y homenaje a los que defendieron la ciudad, y a los que murieron en su defensa. Es una efeméride indudable de la historia de Melilla, y una obligación ineludible la celebración de la misa. Nada más. No es incompatible con nada. No es necesario que sea un día festivo y ya es una efeméride muy lejana.
Entre el 13 y el 19 de marzo (18/03/2019)
La celebración del 13 de marzo de 1995, o Día del Estatuto, es una imposición de Coalición por Melilla, que no ha sido discutida en lugar alguno, probablemente tampoco en su Ejecutiva nominal, que no efectiva. La coalición que cambió la historia política de Melilla, no es un partido político, o no ha conseguido estructurarse como tal. Celebrar algo que no se ha conmemorado desde su aprobación, carece por completo de sentido.
El levantamiento del Sitio (19/03/2018)
El Vicario Roberto Rojo ha recordado en su homilía aquella efeméride, pero también que aquella ciudad es muy distinta a la actual, y que por tanto, sin olvidar los acontecimientos pasados, y el sacrificio de quienes mantuvieron en aquel asedio la continuidad histórica de la presencia española, hecho que llega a nuestros días, «deben las autoridades presentes en el oficio litúrgico, crear un clima que permita vivir y respirar a todas las comunidades que componen la sociedad de la ciudad»
Las Cuevas del Conventico
Melilla recibió 8200 bombas y recibió 3207 cañonazos de la artillería del Emperador de Marruecos. Murieron 105 defensores y 584 resultaron heridos. Sin esa resistencia, en medio de la larga noche de los 400 años, hoy no existiría nada de lo que ahora mismo está en discusión. Nadie discute o se muestra contrario a la identidad cultural bereber o Amazigh de la ciudad, pero tampoco se puede borrar su identidad española, ni sus referentes históricos. Cualquier fecha puede celebrarse con otros contenidos, con otras orientaciones, para que no sean excluyentes para nadie. Ese 19 de marzo es parte de esa historia común, la de todos los que estamos aquí.
Durante todo ese tiempo, 100 días, la población resistió y habitó en las galerías y Cuevas del Conventico, en condiciones muy difíciles e insalubres, casi sin víveres, esperando siempre el socorro por vía marítima. Hoy es un entorno idealizado, pero que puede dar una idea de lo difícil que debió ser la resistencia y vivir en esas condiciones. Solo se conmemora eso, nada más. Ni siquiera el propio Sherlock tiene una calle demasiado vistosa en su recuerdo.
Si ahora volvemos a estar incomunicados con el entorno marroquí, no es únicamente por causa de la pandemia y sus consecuencias sanitarias. Es Marruecos quién un año antes (2018) interrumpió el acuerdo comercial vigente desde fechas anteriores al final del asedio que hoy se conmemora, de manera tan leve. Si no hay contacto alguno entre familias, ni circulación de trabajadores transfronterizos, no ha sido por causa de España. Marruecos no ha permitido ni siquiera «corredores humanitarios», ni para la salida de sus nacionales desde Melilla, ni para el regreso de los trabajadores fronterizos residentes en la ciudad. Nadie habla de los que han muerto ahogados intentando regresar.
La crisis social, humana y económica que está viviendo la ciudad, está agravada por la actitud de las autoridades marroquíes, que impiden cualquier tipo de contacto humano, político y comercial con la ciudad. Las fronteras ya están abiertas en el resto del Mundo, salvo para nosotros.
La celebración del 13 de marzo de 1995, o Día del Estatuto, es una imposición de Coalición por Melilla, que no ha sido discutida en lugar alguno, probablemente tampoco en su Ejecutiva nominal, que no efectiva. La coalición que cambió la historia política de Melilla, no es un partido político, o no ha conseguido estructurarse como tal. Celebrar algo que no se ha conmemorado desde su aprobación, carece por completo de sentido. Este año ni siquiera ha habido premios ni distinciones, salvo el de Rosa Narváez Ferre, ni participación alguna de la ciudadanía. El 13 de marzo nació bajo el mal agüero del viernes 13, y apenas pudo celebrarse nada, y marcó el inicio del confinamiento pandémico, que todavía nos preside.
El 19 de marzo fue la fiesta franquista de san José obrero, porque en el Estado social y católico de Franco no podían existir trabajadores ni celebrarse el 1º de mayo. El 19 de marzo de 1775, fue el día en el que el emperador de Marruecos Sidi Mohamed Ben Abdallá, decidió levantar el asedio al que sometía a Melilla desde el 9 de diciembre de 1774. Al terminar aquel sitio, el más duro al que fue sometida la ciudad desde su conquista en 1497, la cifra de víctimas mortales ascendía a 105, y a 584 los heridos*. No hay datos de lo ocurrido en el campo marroquí. Tras concluir el sitio de Melilla, se acordó que para la posteridad, se celebraría una misa en recuerdo imperecedero a los defensores, a los muertos y a los heridos.
La evolución de las festividades
En 1991 llegó al poder municipal en Melilla el que posteriormente sería su primer presidente, Ignacio Velázquez, procedente del sector más conservador del Partido Popular de Granada. Bajo su mandato se hicieron cosas, que ni siquiera durante el franquismo habían sido pensadas. Una de ellas fue la declaración del 17 de septiembre como Día de Melilla, y el 19 de Marzo como festividad, no por San José, sino por el día del levantamiento del Asedio. También proclamó a la Virgen de la Victoria como Alcaldesa. Fue un giro muy conservador y muy nacionalista.
Puede entenderse que Coalición, como agrupación política, no quiera que el 19 de marzo sea festivo, pero debería proponerlo de una manera clara, y en mesas de debate en la Asamblea de Melilla, no mediante maniobras palaciegas, porque los melillenses nos damos cuenta de todo, y puede malinterpretarse una oposición a un acontecimiento histórico, con una acción de rechazo a la españolidad de la ciudad, que sabemos que no es el caso. Un partido, una ciudad, no pueden dirigirse desde la tramoya. La Democracia es luz y taquígrafos. Así pues, en pleno mes de marzo nos encontramos con dos conmemoraciones que nadie quiere celebrar. Mientras fue festivo y obligatorio, nadie acudía al 19 de Marzo, como tampoco ahora acude nadie al día 13, y no solo porque estén prohibidos los encuentros de más de 6 personas.
El Estatuto y el Presidentede Melilla
Celebrar el Estatuto es una cuestión y cumplirlo otra. El artículo 12, apartado c, dice que : La Asamblea de Melilla elige al Presidente entre sus miembros. Eso fue lo que sucedió en julio de 2019, y en todos los Plenos anteriores. Los pactos éticos entre los partidos, impiden que un diputado o parlamentario condenado por la Justicia, aunque se inocente, puede acceder a un cargo público, en tanto que esa condena no sea revocada. Eso es lo que ocurrió con Mustafa Aberchán en las últimas elecciones. No existen presidentes en la sombra, y los líderes políticos deben a su vez su posición a las asambleas de afiliados, aunque en la realidad sean órganos de trámite.
El capitulo II está dedicado a las funciones del Presidente, cuyo nombramiento es refrendado por el Rey. El presidente delega funciones en los consejeros, que a su vez deben reproducir las mismas acciones de transparencia , pues se deben a un Consejo de Gobierno, al Presidente, y a los ciudadanos. Las camarillas y taifas no suelen producir buenas sensaciones. El absolutismo ejercido desde la democracia es abominable. Un gobierno sin control, como los padecidos en las últimas décadas, hacen desaparecer la fe en la democracia. Tampoco se puede gobernar desde las nomenclaturas y clanes.
Al Presidente solo se le puede destituir mediante una moción de censura (Ignacio Velázquez (1998) y Mustafa Aberchán (2000), algo previsto en el artículo 19, puntos 1 y 2. Aunque no se explicita en ningún lado, siempre cabe la posibilidad de una renuncia personal.
Eduardo de Castro es el Presidente de la Ciudad de Melilla, nombrado legítimamente por la Asamblea. Su puesto no debería estar en discusión, porque el Pacto Antitransfuguismo refrendado en noviembre de 2020, impediría incorporar al gobierno al edil transfugado desde VOX, Jesús Delgado Aboy.
Maniobras orquestales en la oscuridad
El Gobierno del cambio necesita cambios en el gobierno. La erosión de la pandemia ha desgastado algunas áreas más que otras. De un mal, el obligado cese de Aberchán por la inhabilitación del Tribunal Supremo, puede sacarse un bien, como es la entrada de una nueva diputada, Cecilia González Casas, que además puede asumir competencias de gobierno. Cecilia González es maestra y una política experimentada, pues ya desempeñó áreas funcionales en el pasado (1999). La maniobras maquiavélicas tabernarias y de pacotilla llevadas a cabo en Murcia, Castilla-León y Madrid, pueden sumir al país en el caos, y según sean los resultados, provocar un adelanto electoral del gobierno de Pedro Sánchez .
Debería aprenderse de los ejemplos próximos y pasados, y no iniciar movimientos convulsos en Melilla. Hay que dar entrada a un nuevo diputado y remodelar el gobierno. Nada más. «En tiempo de desolación, nunca hacer mudanza»; y como dice el refrán: No hay quinto malo.
Conquistada en 1497 en un emplazamiento imposible y en un entorno hostil: «rodeada de moros alárabes por todos lados», como sentenciara en su impecable informa a los Reyes Católicos, el Comendador Martín Galindo, Melilla se ha edificado y construido más en contra de algo, que desde sí misma. Esa mentalidad de asedio, de ciudad asediada, ha impregnado la mentalidad de la ciudad. El enemigo está fuera, dentro y en medio. Se cultivan efemérides bélicas, hay un permanente síndrome de Estocolmo hacia el que se considera como el permanente salvador, que no es otro que el estamento militar. Hay miedo a ver a Melilla como una ciudad civil, a buscar una historia civil de Melilla, que sin embargo existe, y es muy diversa, interesante y enriquecedora. Nunca hay militares sin población civil, por muy pequeña que esta sea.
Melilla conmemora hoy su enésimo asedido, mientras que la ciudad, nuestra ciudad, no ha estado representada en el aniversario de La Constitución de Cádiz, la de 1812, que es en donde había que estar, junto al Rey de España, junto al Gobierno de España, junto a los Diputados y Diputadas del Parlamento español. Claro que para haber estado allí, había que haberse molestado en integrarse en la Comisión que conmemoraba La Constitución de Cádiz. ¿Para que íbamos a estar allí, teniendo un asedio que conmemorar?. Melilla, una vez más, está al margen de la modernidad, del mundo. En su momento, servimos como presidio a los pobres diputados que proclamaron La Constitución de 1812. No fueron capaces ni de recuperar el texto original de la placa instalada en 1912 y que retirara Mir Berlanga en la década de 1960.
Melilla bajo asedio, el de siempre, el de Zapatero, el de cualquiera que represente aires nuevos y frescos. Mejor es eso, conmemorar hazañas bélicas, que participar en efemérides democráticas. Ya no nos llevamos bien ni siquiera con Ceuta, cuyo Portavoz del Gobierno ha dicho una verdad grande como un templo: «Que Ceuta tiene el doble de deuda de Melilla, pero que en la última década el salto cualitativo ha sido enorme». Cualquiera que haya visto Ceuta sabe que el que más se aproxima a la realidad es el Portavoz del Gobierno ceutí, y no el presidente de Melilla; «Nosotros hemos crecido con cabeza y sentido común, para no hipotecar la ciudad para las generaciones venideras». Si nuestra situación está saneada, entonces: ¿Porqué se tuvo que pedir un crédito de 9 millones de euros, una semana antes de las elecciones generales, el pasado mes de noviembre?.
Mejor seguir bajo asedio, y entrar ya en guerra hasta con Ceuta. Asediados, por las chabolas del CETI, por los menores no acompañados, por el malvado Zapatero, aunque ya no tenga nada que ver, por la pérfida oposición, por las vacas de Valdivieso, por los blogs irredentos ( Esto es de película, La Otra Melilla, El Alminar). De asedio en asedio, hasta la victoria final.
Nota: La foto muestra una bala de cañón empotrada en una piedra de una casa de la calle de San Antón. Probablemente fue una bala disparada por un cañón en el asedio de 1744/1745. El metal caliente fundió la piedra y se quedó allí empotrado.
La otra fotografía muestra la placa original dedicada a los diputados de Cádiz, presos en Melilla, de los cuales, uno murió en la ciudad.
Blog de Julio Alejandre, autor de las novelas Reporte de una boda y un entierro, Las islas de Poniente y La corona del marReporte de una boda y un entierro.