El barrio del Carmen


                             La realidad en ruinas, al otro lado de la escalera

         El nombre del barrio del Carmen está ya perdido en la descripción de la ciudad, sin embargo está solo a un paso, o una escalera, de la avenida principal de Melilla. La denominación de Ataque Seco se ha apoderado de la parte baja de este cerro. Su situación física se inicia una vez pasado el colegio España, quedando dividido por la avenida de Castelar, o antigua cañada del cementerio, y continúa hasta el antiguo mercado municipal. Su perímetro comprende todo el espacio contenido entre las calles Castellón de la Plana, Martín Galindo, Villalba y Angulo (una de las calles más míseras de Melilla), y la calle del capitán Viñals.

            A pesar de su proximidad, es raro que alguien que no viva en sus casas se interne en sus calles. Es solo accesible por escaleras y callejones, y casi sin posibilidad de aparcamiento. La mayor parte de sus casas se encuentran en ruinas,  cerradas y tabicadas sus puertas y ventanas. Antaño, por algunas de sus calles, hacía parte de su recorrido el paso de la virgen de La Soledad. Ahora se encuentra al margen de todo.

             ¿Qué fueron antes, las ruinas propias o las grietas de los terremotos?. Es una cuestión muy difícil de resolver, pero puede que mucho del deterioro ya estaba, y que los movimientos sísmicos solo han agravado la situación, cunado no dado la puntilla. Algunas de esas grietas son estremecedoras.

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En el barrio hebreo de Melilla


La vida igual que hace un siglo        

          El barrio hebreo surgió en 1905, hace 110 años. Las familias hebreas que huyeron de Marruecos tras las persecuciones de Taza y Debdú, se alojaron aquí. Es en origen un barrio de refugiados. El barrio estaba escasamente acondicionado para los patrones de la época, las condiciones de vida en él eran muy míseras. En un principio se edificaron barracones de madera. Hubo un intento de trasformación del barrio, pero la gente quiso seguir estando allí. Podemos decir que el barrio tiene la misma fisonomía y diseño que hace un siglo. Las condiciones de vida con respecto al resto de la ciudad, han mantenido sus diferencias. Hay casas míseras y muy pequeñas. La vida en estas calles es muy dura. No han recibido apenas un solo euro en inversiones en los últimos veinte años. En principio era un barrio sin nombre en las calles, y sería el Ayuntamiento de La II República el que le otorgara los actuales nombres:  Hebrón, Jerusalén, Jaffa, Sión o Tel-Aviv. 

           En los primeros años de la década de 1990, la Empresa Municipal de La Vivienda, que fundara el concejal Enrique Remartínez, construyó en la calle Tel-Aviv, un único edificio de viviendas prefabricadas. La pretensión era ir sustituyendo las casamatas por construcciones nuevas. El proyecto quedó en aquélla obra y con posterioridad no se ha hecho nada más. Todo continua entre estas calles como hace un siglo. Mientras tanto, en otras partes de la ciudad se han derrochado millones de euros o se ha cambiando el pavimento una y otra vez.  Dicen que la ciudad de las culturas culturas se originó aquí. El estado del barrio hebreo debería haber cambiado. Ha habido demasiado dinero. El desarrollo de los barrios debe empezar por las viviendas y por el acceso al mundo de las oportunidades sociales, en igualdad de condiciones para todos.

La realidad escondida de Melilla


 La calle San Juan de La Cruz

         Una decena de calles  de la ciudad reciben toda la carga de inversión y remodelaciones. En algunos barrios todo se limita a la calle central, que es lo que se presenta en las fotografías propagandísticas. Gastar una media de un millón de euros en tres calles distintas, es un tipo de gestión que apenas crea empleo  máximo 30 personas) y un gran beneficio para la empresa contratista. Las obras se llevan a cabo en un plazo corto, en los meses inmediatos a las elecciones, y el resto de la legislatura, los ciudadanos se enfrentan a una realidad dura, sin cambios y con un deterioro constante de las infraestructuras que utiliza de manera cotidiana. En Melilla todo está cerca, de manera que en un corto trayecto, se pasa de una zona con infraestructuras,  o otra en la que se carece de lo más básico.

          La calle San Juan de La Cruz está en la parte alta de La Cuesta de La Viña, las barracas de San Francisco y entre la Carretera de Cabrerizas y San Antonio de Padua. Cuesta creer que en la Melilla del siglo XXI, con los presupuestos que se han manejado en los últimos 14 años, existan barrios en este estado,  y con este clase de viviendas. A pocos metros de aquí se encuentra en El Rastro, en donde la ruinosa y mal gestionada  Emvismesa (Empresa Municipal de Vivienda), construyó varios bloques de viviendas, la mayoría de las cuales sigue vacía. Se edificó sobre solares muy pequeños y se pagaron a un precio muy elevado, lo que hizo que las viviendas construidas resultaran onerosas para la capa de la población a la que iban dirigidas.

        Se ha derrochado mucho dinero, y se sigue haciendo, en obras suntuarias que no transforman nada, en determinadas calles principales,mientras que se siguen manteniendo en el mismo estado desde principios del siglo XX, a determinadas zonas de la ciudad, difícilmente habitables. En Melilla las realidades de la  excelencia y la de lo inhabitable siguen estando demasiado cerca, pero también, cada vez más separadas. Esa no es de las peores calles, pero sí de las más inaccesibles. La calle San Francisco de Asís sigue siendo demoledora.  La ciudad sigue sin un plan global y de desarrollo conjunto.

El monasterio de Símonos Pétras


Símonos Pétras ( Σίμωνος Πέτρας)

Nos hemos acostumbrado a ver el mundo imaginando que nosotros, Occidente, somo el centro del mismo, pero nada más lejos de la realidad. En Oriente hay un mundo completamente distinto. La Iglesia cristiana de Oriente no tiene casi nada que ver con la de Roma. En Oriente no hubo Inquisición, ni poder temporal de La Iglesia, no tienen una maquinaria de fabricación de santos, como en Roma, y eso que han tenido probablemente tantos mártires como en la parte romana de La Iglesia de Cristo. No hubo por tanto, los gigantescos pecados que asolan y lastran a La Iglesia de Roma y que la tienen prácticamente a los pies del diablo , pero esto ya lo dijeron Girolamo Savonarola o Giordano Bruno, y por ello fueron consumidos por las llamas de la hoguera. En Oriente no hubo persecución de mujeres propiciada por La Iglesia, ni historias de brujas.

En Oriente no hay dogmas, no hay infalibilidad pontificia, no hay escuelas teológicas, no hay verdades que imponer, ni mandamientos de la Santa Madre Iglesia, tampoco hay órdenes monásticas. Solo hay una liturgia incesante, constante, adormecedora, elevadora. No hay imágenes, solo iconos; ni procesiones, ni herejías. No hay subvenciones, ni vinculación al Estado. La Iglesia de Oriente está, pero no se inmiscuye en aquello que no le concierne. No existen las mil y una representaciones de La Virgen, ni la Iglesia se proclama esposa de Cristo, ni se representa al propio Cristo de las múltiples y variadas formas en que se hace en el lado romano. Viajé a Oriente hace ya muchos años, y vi sus iglesias, y desde entonces sé, que si hay un lado hereje en la Iglesia de Cristo, es precisamente el de nuestra parte del mundo.

En 1054, ambas iglesias, la cristiana ortodoxa oriental y la católica romana  se excomulgaron mutuamente. Desde entonces ya no tiene relación alguna y la fractura es imposible de reparar. Por eso he escogido este lado del mundo, y este tema, para iniciar un lento pero gradual retiro. Seguiremos estando, pero de otro modo. A veces lejos puede resultar cerca y estar elevado no implica no estar próximo. Hemos llegado más lejos de lo que nunca hubiera imaginado. Escuchen esta música litúrgica hasta el final: http://www.liturgica.com/cart/musicInfo.jsp?catNo=AL010, pinchen el primer enlace de mp3 (1. Voskersenya Den), o cualquier otro y por un momento todos los problemas del mundo desaparecerán.

Nota: (1)  http://es.wikipedia.org/wiki/Monasterio_de_Simonos_Petra        (2) http://es.wikipedia.org/wiki/Meteora