A Carlos Esquembri Hinojo


¿Qué consuelo nos queda en una sociedad humana como ésta, plagada de errores y penalidades, sino la lealtad no fingida y el mutuo afecto de los buenos y auténticos amigos? San Agustín, La ciudad de Dios

Hay amigos que son más que amigos, o lo son en un sentido pleno, y que son casi tanto como hermanos. En esta categoría se encontraba Carlos Esquembri desde mi llegada a Melilla en 1979, cuando formamos la pandilla del parque Hernández. Allí íbamos tarde tras tarde, sin faltar una, tras el fin de las clases del Instituto. Desde esos 18 años, Esquembri, quería ser marino y estudiar Ciencias del Mar en Cádiz, objetivo irrenunciable que mantuvo pese a los «locos y contrarios» consejos de todos los que éramos sus amigos. La Mar Océana era su pasión y a ella dedicó su vida. Primero en los petroleros con los que cruzó el mundo, desde Alejandreta (Turquía), hasta Nigeria y Sudamérica, hasta su regreso a Melilla, que era su otra pasión después del mar y el océano.

Estuvo casi una década en el Capitán Mayoral, barco perteneciente a la Compañía de Mar hasta el 2010, en el que fue dado de baja y enviado al desguace. Él formó parte de la tripulación civil contratada por el Ministerio de Defensa, para abastecer a los Peñones e Islas de soberanía española. Estar vinculado a la legendaria unidad que desembarcara en Melilla en 1497, le llenó de orgullo y satisfacción. Unos años antes, enterado del próximo cese de ese servicio marítimo, decidió preparar las oposiciones de Vigilancia Aduanera, como tripulante de embarcaciones y con la categoría de primer oficial de puente. Y si estaba satisfecho como su pertenencia a la legendaria unidad en la que llegaron los conquistadores de Melilla, su orgullo se hizo pleno cuando pasó a formar parte de los patrulleros de la Agencia Estatal de la Administración Tributaria, en su lucha contra el narcotráfico y el contrabando. En esta actividad ha permanecido a lo largo de más de dos décadas. En el mundo de la mar abarcó todo cuanto le fue posible.

Amigo entrañable y melillense de talento

En el origen del Alminar estuvo él, que ya tenía su blog de Al Sur de Alborán, y que siempre me animó (y lo he escrito) a que creara mi propio blog. Carlos Esquembri coincidía plenamente con El Alminar y sus objetivos, aunque él, siempre tan prudente, se llevaba las manos a la cabeza cuando publicaba alguna de las más osadas opiniones e investigaciones publicadas aquí desde hace 12 años. «Un día volveré y del Alminar no quedarán ni los ladrillos», solía decirme. Pero él regresaba siempre y mi blog siempre estaba. Y así ha sido siempre hasta ayer, el funesto día 18 de marzo de 2023.

Porque la clave de todo, para nuestra amistad, para su familia, era que él siempre regresaba. La cena de rigor entre ambas parejas de amigos/as; en la que comentábamos todos los disparates y esperpentos sucedidos en Melilla durante sus ausencias, era esencial para la puesta al día y su actividad literaria. No solía darle excesiva importancia a sus arriesgadas persecuciones marítimas de narco embarcaciones, pese a que eran muy largas y exigentes. En algunas ocasiones atravesaron la línea del Ecuador o llegaban más allá de aquella zona en la que en los mapas antiguos se escribía: Hic sunt dracones (encontrarás dragones).

Y ha sido justo allí, a 750 millas marítimas de no se sabe dónde, en una persecución durísima, en un océano embravecido, con una narco tripulación que se resistió hasta el límite, en donde Carlos Esquembri Hinojo, 1er oficial de Vigilancia Aduanera, se encontró con el terrible dragón de la muerte, de modo heroico y defendiendo su divisa de Servidor del Estado, a bordo del Fulmar, el buque estrella de la Agencia Tributaria. Porque su muerte ha sido heroica y ahora espero que el Estado al que sirvió recompense y enaltezca su memoria, porque otra cosa ya no puede devolverle.

Barruntos

La última cena conjunta fue el pasado 4 de marzo, apenas hace dos semanas. En última intervención, en el mes de febrero, apresaron un carguero con 4500 kilos de cocaína. Las misiones eran cada vez más continuas, largas y arriesgadas. Se le notaba el cansancio y la preocupación. Solo disponían de dos patrulleros de altura, el Fulmar y el Petrel, y las tripulaciones justa para tan arriesgadas misiones. En el vídeo difundido por la propia Agencia Tributaria del último abordaje, se puede apreciar la peligrosidad del mismo. Para hacerlo debían abandonar el barco y embarcar en una lancha zodiac, que es la que dicen que ha volcado y que le ha costado la vida. El lunes 13 fue el último día en que lo vi y conversamos en las calles de Melilla. No me dijo en ningún momento que volvería a salir. Solían llamarle los martes.

Su faceta literaria y de investigación histórica

El tiempo que pasaba en Melilla lo dedicaba a su familia y a su ciudad. Tenía otro blog:https://melillaizquierda.blogspot.com/, y es autor de numerosos artículos de investigación histórica. Publicó un biografía del diputado por Melilla Carlos Echeguren, y una historia del sector pesquero melillense. Tenía publicados importantes trabajos sobre la Historia de Chafarinas y sobre el poblamiento del «campo exterior». Pertenecía a la Asociación de Estudios Melillenses.

El último viaje a Melilla

Las tripulaciones son como familias, eso me contaba. La supervivencia depende de la suma de cada uno de ellos, de su cohesión. Llevaban a un mes juntos en alta mar sin posibilidad de ir a ningún lado. El apoyo mutuo y el hacer vida familiar resultaba imprescindible. Su tripulación no ha querido dejarle en ningún lado. Lo traen sin interrupción desde ese más allá marítimo en el que navegaban, hasta Melilla, a la que llegarán (D.m.) en la tarde del miércoles 22. Luego ya se quedará con nosotros para siempre.

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Agrupación Musical de Jesús Cautivo


Si en algún lugar del Más Allá suene algún tipo de música, esta podrá solo proceder de clarines, trompetas y de cualquier otro instrumento de viento. La trompeta es el primero del que se tiene noticia en la Biblia, y bajo sus acordes los ángeles de Dios proclamaban sus anuncios y advertencias.

En ocasiones hay que volver a un mismo lugar, a veces también muchas, porque nada es igual. En el año 2012 escribimos sobre esta Banda, entonces en formación y 10 años después hemos acudida a verla ya consolidada. A las Bandas de música de Semana Santa solo suele vérselas en procesión. Hay que recorrer el camino junto a ellas y fotografiarlas solo desde un lado. El ruido, el ambiente de la calle, y su propio paso, hace que se escuche de diferente manera, porque la atención cambia.

Dentro del Triduo organizado por la Cofradía de Jesús Cautivo de Medinaceli y Mª Santísima del Rocío, surgió la idea de que la Agrupación Musical ofreciera un concierto en la propia iglesia de Santa Mª Micaela, que es su sede canónica, para que las marchas procesionales que interpretan en la carrera oficial, fuesen escuchadas con la sonoridad que ofrece la nave del templo, y con la Banda desplegada en torno el altar. La idea no ha podido ser mejor, y Gregorio Castillo, hermano mayor de la cofradía la refrendó en la Junta directiva.

La comodidad de escuchar la música dentro del templo es mucha, y también para los músicos, todos aficionados, que no sufren las inclemencias climatológicas ni el constante movimiento de la propia procesión. Dentro de la nave de la iglesia la música y el trabajo lucen a la altura del esfuerzo puesto en este empeño, que no tiene recompensa económica alguna. Todo son horas quitadas al ocio y a otras comodidades. El envolvente aroma del incienso crea un ambiente distinto y único. Incluso las fotografías recogen las volutas que ascienden por la nave y toman un color azulado en ocasiones.

El concierto fue denominado como «Al son de vuestro amparo» y la banda del Cautivo interpretó seis piezas musicales de un género, el de la música de semana santa, que es objeto de enconados debates por parte de los expertos. Sin embargo, dentro de las marchas procesionales hay verdaderas joyas musicales, como la de la Virgen del Valle, Caridad del Guadalquivir y otras muchas. Dentro de las propias Bandas y Agrupaciones Musicales hay algunas de categoría excepcional, así como grandes compositores.

En Melilla existen tres bandas musicales semanosanteras, la presente, y la del Flagelado de Batería Jota y la del Nazareno de Melilla la Vieja. Una iniciativa novedosa, que no dudamos tendrá sus ecos y réplicas. Hay que dar salida y visibilidad a otros géneros musicales y a los músicos aficionados, tan temporales a veces como éste género, el de semana santa.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2012/10/18/trompetas-y-tambores-del-cautivo/

Melilla es Pink Capital


Fati-fashion Mohamed Kaddur

Resultaba muy extraño ver como en Sálvame, el programa estrella del entretenimiento televisivo de Tele5, se hablaba día tras día de los viajes de Kiko Hernández a Melilla desde el fin de año, y de su relación con el actor melillense Fran Antón, y que nada de eso tuviese eco en los medios de comunicación de la ciudad, pese a que era una mano tendida publicitaria nada desdeñable.

Supimos por el programa de Jorge Javier Vázquez, que Kiko Hernández, uno de los colaboradores estrella del programa, participó en las carrozas del último carnaval, junto a Las troyanas de Fran Antón sin que nadie se hiciese eco de la noticia. Los melillenses que vemos Sálvame, sabemos desde el lunes, que Kiko Hernández va a presentar la Gala del Mayor que se celebrará el próximo 21 de marzo. Ninguna consejería, ni siquiera la aludida, comentó, ratificó o desmintió la noticia, lo que resultaba insólito. En plena trifulca televisiva de la destitución de Yeray Díaz, la bola de nieve publicitaria iba aumentando de tamaño, hasta estallar hoy mismo con la presencia de la Viceconsejera del Mayor en el programa Sálvame.

En el programa de información rosa con más audiencia de la historia de las televisiones, se está hablando de la ciudad de Melilla, de sus atractivos turísticos, del precio de los billetes de avión, de sus ventajas fiscales y de muchas otras cosas. La ciudad que busca la promoción de su imagen con muy costosas y pensadas campañas publicitarias, estaba obteniendo la mayor difusión publicitaria con coste 0, porque nada de esto estaba pensado ni diseñado.

La historia política de Fatima Kaddur

Fati Mohamed Kaddur es una melillense de La Cañada con trayectoria política propia. Fue concejala de Festejos del Ayuntamiento de Ginés, en la comarca sevillana del aljarafe durante la primera década del siglo XXI (2003-20010) con el Partido Popular. La polémica sobre el uso del velo islámico arruinó su futuro con los populares, en donde llegó a fotografiarse con el mismísimo Mariano Rajoy, o él con ella, según se mire. Las fotografías de Fatima Mohamed en las carretas del Rocío, durante su etapa como concejala en la localidad sevillana, no tendrían hoy precio. De todo lo demás hay suficiente constancia en internet.

Se enfrentó a su partido matriz por la cuestión del hiyab e intentó seguir en política, pero ningún partido andaluz recogió su ofrecimiento. En 2012 se presentó con con Centro Democrático Liberal a las elecciones de Sevilla. En aquel momento la opinión de Fati M. Kaddur era muy clara: Queremos transparencia en la gestión política. Necesitamos estar en la calle con el ciudadano, escuchando sus problemas y sus dudas. Porque un partido político, y CDL así lo hará, está por y para el pueblo. CDL está abriendo camino a las personas en Andalucía, y añade Fátima que“ hay otra forma de hacer las cosas”. Al final recaló en las listas de Coalición por Melilla en 2019.

Los Cruceros de Fatima Kaddur

La gran notoriedad de la viceconsejera del Mayor la alcanzó en los 3 exitosos cruceros consecutivos, algo que no se había hecho nunca, en los que trasladó la multiculturalidad melillense por toda Europa, desde Marsella hasta Florencia, pasando por Roma. Fue una apuesta arriesgadísima que salió bien y sin incidentes, tras dos años de pandemia y sin actividades de ningún tipo, en las que participaron y disfrutaron más de 1000 melillenses. Todos/as han hecho cosas, pero los hitos numéricos de Fati Kaddur han batido todos los registros anteriores. Su salto a la «fama mediática» en el programa de más audiencia ha sorprendido a toda la ciudad, porque es una publicidad inesperada para Melilla.

José Luis Navarro en el callejero


El espacio del escritor

Desde que llegamos al undécimo aniversario en mayo de 2022, una idea dominó al Alminar, y es la de saldar deudas pendientes, encontrar historias, lugares, comunidades o personas sobre las que no hayamos escrito. Una de esas personas es el escritor, militar, e ingeniero José Luis Navarro, buen amigo y también comentarista asiduo de este blog en su momento. En el presente mes, su nombre ha ascendido al nomenclátor callejero de la ciudad de Melilla, lo que es un gran acontecimiento, si pensamos en cómo se consiguen tales honores en esta ciudad, poco dada a recompensar a sus hijos y a los que han hecho algo por su engrandecimiento. Al callejero melillense se accede como a la santidad, poco a poco y después de analizar opiniones a favor y en contra, y aquí suele existir todavía la figura del abogado del diablo. En el convencimiento de que al menos lo escrito en este blog atraviese las duras exigencias de la inmortalidad, traemos aquí su nombre.

Quizá por eso escribiera su novela «Un punto más que el diablo» , sobre la figura picaresca del Lazarillo de Tormes. Pese a todo, José Luis Navarro escritor, tan polifacético como versátil, no ejerció de ninguna de esas dos figuras, sino que ha caminado solo, en compañía de su familia, sin pertenecer a nomenclaturas y clanes, lo que no suele ser fácil ni garantizar buenos resultados. Aun así y por el mérito de su pluma y cabeza, ha alcanzado la justa categoría del mejor escritor melillense, solo por detrás del más insigne de todos, Fernando Arrabal; aunque no le sea reconocida divisa.

Fue el primero en narrar y contar claramente lo que podría haber sucedido con el soldado de los milagros en una pequeña colección de cuentos, pero antes en un relato solitario. Cuentos para niños, cuentos para adolescentes, lecturas en los institutos de Andalucía, narraciones para adultos también una narración biográfica en la vida de Virgilio Leret y Carlota O´Neill, titulada El último vuelo de Bill Jarnés en 2010, un año antes de que El Alminar existiera. Pero tampoco es esto lo que queremos contar.

El espacio sin nombre

En Melilla existe un pequeño espacio urbano sin nombre, abandonado desde hace 20 años y al que algunos llaman de plaza de La Hispanidad, efeméride de la que casi todos reniegan, en la existe un mural en relieve o escultura, cuya autoría es del propio José Luis Navarro. Este dato, así como el supuesto nombre de la plaza es desconocido por casi todo el mundo. Las fotos y la visitas datan de 2021, y permanecían en los archivos del blog, esperando una ocasión propicia, como muchas otras cosas. Hoy y con la hilatura del callejero, damos a conocer toda esta historia desconocida.

Hasta siempre, Carlota


Cuando la mitad de uno se va

Héctor Faúndez Ledesma
Al retomar esta columna, pido perdón, a mis lectores, por distraer su atención
con un asunto tan personal, pero que necesito expresar en voz alta, como un sentido
homenaje a Carlota Leret O’Neill.
Es difícil hablar -o escribir- sobre una experiencia traumática que nunca antes
habíamos vivido en carne propia y que, por lo tanto, no conocíamos. Esta vez, la
desgracia ha tocado a mi puerta, trayéndome una inmensa carga de dolor. Perdí a
Carlota, mi esposa, mi amiga, y mi compañera de toda una vida. La conocí en Londres,
hace justo cuarenta y siete años, y de inmediato hubo entre nosotros una conexión
espiritual que, en lo que a mí concierne, ni siquiera la separación física ha podido
romper. Gracias a ella, y con ella, conocí y disfruté de la música de Nana Mouskouri, la
misma música que ahora me hace sufrir, y que escucho mientras escribo estas líneas,
recordando nuestra estancia en Londres. Al parecer, en la escuela nos habían enseñado
los mismos poemas -o habíamos leído los mismos libros-, porque nunca pude
sorprenderla, ofreciéndole, como propios, unos versos escritos por Gustavo Adolfo
Bécquer, Rubén Darío, Gutierre de Cetina, Jorge Manrique, o Pablo Neruda, pensando
en mujeres como ella.
Compartíamos las mismas inquietudes sociales y políticas, coincidíamos en
nuestras ideas sobre la religión, nos gustaba disfrutar de las cosas sencillas y, a veces,
también de las más sofisticadas. Viajamos juntos por casi medio centenar de países,
teníamos amigos a ambos lados del océano, y disfrutábamos de nuestro hogar, en el que
fuimos acumulando recuerdos de distintos lugares. Coincidimos, más de una vez -en
algún restaurant, o en el lobby de un hotel-, con figuras famosas del cine, la literatura, y
la política. Vivimos aventuras y experiencias inolvidables, siempre enriquecedoras –
unas pocas, fantásticas, muchas divertidas, algunas curiosas, y otras decididamente
peligrosas- que, cada cierto tiempo, nos encantaba rememorar, en compañía de nuestros
queridos amigos, en la terraza o junto a la chimenea. Jugamos, cantamos, reímos,
discutimos y, a veces, también lloramos; pero fuimos inmensamente felices.
Quienes tuvieron la oportunidad de conocer a mi querida Lotti (como la
llamábamos en familia), saben de su inteligencia y su cultura. Pero lo que la distinguía
era su gracia y su encanto especial, que transmitía confianza, alegría, y bondad. Iba por
la vida discretamente, sin hacer alardes de ningún tipo; su tono de voz era siempre suave
y educado, y trataba a todos con respeto y consideración. En su trabajo, que la llevó a
ser la gerente de compras internacionales de una prestigiosa empresa venezolana, sus
proveedores sabían que era dura negociando, pero también conocían de su rectitud, y de
que era mujer de una sola palabra, que la respetaba incluso en las circunstancias más
adversas. Como ella solía decir, el valor de la palabra empeñada es más valioso que un
contrato escrito y debidamente firmado. Su estilo no era jugar con cartas marcadas, y
nunca recurría a la intriga, al fraude o al engaño; era transparente y cristalina, como el
agua que trae el manantial. Pero, cuando era necesario, también sabía mostrar su
valentía, su entereza, y su carácter. Por eso, sus compañeros de trabajo la querían, pero
también la respetaban.
Amante de la libertad y la justicia, siempre hacía sentir su solidaridad a aquellos
que eran víctimas de la exclusión social, que eran perseguidos por sus ideas políticas,
que eran oprimidos por las mayorías, o que eran víctimas de la discriminación y la
intolerancia. Creía que la sociedad estaba en deuda con las mujeres, al no tratarlas como
iguales y al no otorgarles el lugar que merecían, no por ser mujeres, sino por su talento
y sus capacidades. Reconocía las diversidades culturales y el derecho de cada pueblo a
preservar su propia cultura, pero no a expensas de sacrificar la libertad y la dignidad de
las personas. Respetaba los proyectos de vida de cada cual, y defendía su derecho a
hacerlos realidad. Aunque puede que no compartiera exactamente las ideas, las
preferencias sexuales, o el estilo de vida de un colectivo en particular, quienes formaban
parte de esos sectores siempre tenían en ella a una amiga, y a una aliada en defensa de
sus libertades.

Lotti tenía un corazón de niña y un alma de gigante. En nuestro viaje a la India,
le afligieron -hasta las lágrimas- las decenas de manos extendidas que surgían de pronto,
víctimas de la miseria, pidiendo una limosna en cada semáforo, y en cada recodo del
camino. Sentía como propio el sufrimiento de los demás. No podía ver películas de
violencia. En Buenos Aires, en la Escuela de Mecánica de la Armada, que había servido
de centro de torturas de la dictadura militar, no resistió el relato del guía que nos
describía las atrocidades que allí se cometieron, y tuvo que apartarse para contener su
rabia, y las náuseas que le provocaban tanta maldad.
En su afán por compartirlo todo, disfrutaba de mis éxitos académicos o
profesionales, y sufría con mis tropiezos. Pero siempre estaba allí, para acompañarme,
tanto en los momentos de alegría como en los de tristeza. Ella era la voz que me
alentaba a hacer lo que sabía, y la que siempre me acompañaba en mis aventuras
quijotescas. Le molestaba que ningún gobierno venezolano jamás me hubiera tenido en
cuenta para nada; y costaba explicarle que eso se logra haciendo política, que yo no
militaba en ningún partido, que no medraba en torno a los círculos del poder, que no
sabía abrirme paso con el codo, y que me sentía contento con ser, simplemente, alguien
cuya vida siempre había girado en torno a la universidad. Sin embargo, aunque yo me
sentía feliz sólo con tenerla a ella, Lotti hubiera querido colmarme de todo lo que -con
razón o sin ella- creía que me merecía.
Un querido amigo decía -y lo sigue diciendo, a todo el que lo quiera oír- que
Lotti era la autora de mis libros y de todo lo que yo publicaba en esta columna, porque
ella era la única que tenía talento en la familia. Y no deja de haber algo de verdad en esa
afirmación. Respecto de mis artículos en estas páginas, antes de enviarlos a la redacción
del periódico, cada uno de ellos pasaba por la revisión de Lotti, quien siempre me hacía
observaciones atinadas. A veces, ella me advertía que había un párrafo que no se
entendía, o que el texto era demasiado técnico, o que era demasiado condescendiente
con los que mandan, o me hacía notar que faltaba una conclusión más firme y
contundente. Otras veces, consciente de que vivíamos bajo un régimen liberticida, me
pedía que quitara tal o cual frase, porque era demasiado peligrosa para mi libertad o mi
seguridad. Pero su sensibilidad, su ingenio, y sus ideas, siempre estaban allí. Ahora,
tendré que arreglármelas solo, sin su inspiración, y sin su orientación repleta de sentido
común.
Desde su muy temprana infancia, llevó una vida de novela, aunque ésta haya
comenzado con un drama terrible. Siendo muy niña, la Guerra Civil española le arrebató
a su padre -el Capitán Virgilio Leret Ruiz-, quien fue fusilado por no haberse plegado a
los golpistas, y por haber sido leal a la Constitución que, como militar, él había jurado
defender. En esos mismos días, la separaron de su madre -la escritora Carlota O’Neill-,
a la que encarcelaron por haber escrito la primera crónica de la guerra civil española.
Esas experiencias marcaron profundamente su vida, la hicieron madurar
emocionalmente, y forjaron su personalidad, sus ideas y su carácter. Después vendría el
exilio en Venezuela, que fue su refugio, y que, en democracia, le dio alas para soñar.
Tuvo la fortuna de que se rescatara del olvido la memoria de su padre, inventor
de un motor a reacción que, por los avatares de la guerra, no se llegó a producir, pero
que fue contemporáneo con los motores a reacción del inglés Frank Whittle y del
alemán Hans von O’Hain. Actualmente, una maqueta del motor del ingeniero
aeronáutico y Capitán Leret se exhibe en el Museo del Aire de Madrid, como uno de los
precursores de la aviación moderna. Paralelamente, las obras de su madre, la escritora
Carlota O’Neill, perdieron el polvo de las bibliotecas, fueron reeditadas una y otra vez,
y dieron origen a varias tesis doctorales, particularmente en Estados Unidos, España, y
Francia. Todo esto fue un motivo de orgullo y alegría para Lotti. Ella siempre quiso
escribir un libro sobre sus padres, asunto en el que, lamentablemente, ninguno de sus
familiares mostró interés en ayudarla y en tomar el testigo. Si hoy se conoce algo sobre
la vida de sus padres, sobre su aporte a la historia reciente de España, a la lucha por la
libertad en la época del franquismo, a la aviación, y a la literatura, es gracias a Lotti y
un puñado de amigos.

Me queda, como herencia, un enorme vagón, atiborrado de hermosos recuerdos.
Tuve el privilegio, y la dicha, de recorrer junto a ella buena parte de nuestras vidas, de
haber disfrutado de su amor, y de haberla amado con pasión. Doy gracias a la vida por
todo eso; no podía haber aspirado a nada mejor. Después de casi medio siglo juntos, su
presencia, su voz, sus ojos, sus caricias, su sonrisa siempre franca y sincera, su dulzura,
su serenidad, y toda ella, Lotti era parte de mi piel. Ella era, para mí, tan necesaria como
el aire que respiro. Ella me decía que los dos éramos como un solo cuerpo y una misma
voluntad. En los últimos tres o cuatro años, cuando su salud comenzó a quebrantarse, le
gustaba cuando nos quedábamos solos, porque decía que no necesitaba nada más; eso,
que era para mí el mayor de los elogios, era también un sentimiento compartido, que
sólo pueden comprender los que han conocido el amor. Ahora, ya no podré sostener sus
manos ni besar sus labios; ya no podré escuchar sus “palabras mágicas”, que eran un
festín para mi alma. Echaré de menos todo eso. Sin haber aprendido a caminar solo por
la vida, con su partida, siento que he perdido la mitad de mí mismo. ¡La mitad más
amable, más noble y más sensible! ¡La mejor mitad!
¡Hasta siempre, mi querida princesa!

Giovanni Falcone & Paolo Borselino


Un año más, y ya son 11, toca recordarles. Cambiaron el concepto de lucha contra el Estado paralelo que es la mafia. Sus vidas fueron el ejemplo de que es posible aún, el concepto de servidor del Estado, estar a su servicio, y no servirse de él. Pero sobre todo, son el ejemplo de la dignidad que debe rodear a los integrantes del llamado Tercer Poder, la Justicia.

La actividad ilícita, el campo gris en el que se mueve la mafia, está indisolublemente ligada a la corrupción, el gran mal que asola y azota al ejercicio de lo Público. Las pequeñas corrupciones acaban en las grandes, y el político o el servidor público que queda tocado por una dádiva, una prebenda, luego ya queda atado para siempre, ya no es independiente, es influenciable.

El Poder Judicial debe separarse lo máximo posible del mundo político, porque una justicia pendiente y dependiente de la servidumbre política, ya no es una justicia útil a la ciudadanía ya no es útil a la causa que debe servir. Servirá a las causas menores, pero estará inhabilitada a la hora de enjuiciar las grandes causas. En España se roba al Estado, se desfalcan las arcas públicas, se produce un notorio incremento patrimonial en una parte significativa de los integrantes de la clase política, pero luego rara vez responden de esos actos.

Es una imagen devastadora que la corrupción llegue a la Jefatura del Estado, y también a presidentes Autonómicos, Ministros y Vicepresidentes de Gobierno, así como a partidos políticos. No hay nivel político, ya sea estatal, autonómico, municipal, que no haya quedado afectado por la corrupción. La justicia está politizada y la política judicializada. La separación de Poderes resulta difusa, en uno de los ámbitos más importantes para la restitución y salvaguarda de la actividad pública y la confianza en las Instituciones.

Los jueces/juezas y fiscales son los defensores del Estado, de la sociedad, el ejemplo del servicio público más visible, porque es la institución a la que representan y encarnan, es a la que recurren los ciudadanos/as para solicitar defensa y amparo, muchas veces de las actividades del Poder político. Por eso es tan necesario que sus integrantes sean ejemplos de independencia, de moralidad pública, y deben estar distanciados de la esfera política. Es posible y es un deber.

Desde el origen del Alminar en 2011, cada 23 de mayo no hemos faltado al recuerdo del Juez Falcone en el día de su asesinato en 1992, ni con el de su compañero y amigo Paolo Borselino. Este día nunca escribimos de otra cosa.

Nota:https://youtu.be/7AGVchFpG7k

Reconocimientos, homenajes, distinciones


¿Es Melilla una ciudad que como Saturno devora a sus hijos? ¿Por qué costó tanto reconocer a Fernando Arrabal, por qué cuesta tanto aceptar el mérito de Javier Imbroda?

Cualquier reconocimiento, cualquier homenaje, cualquier distinción, debe estar precedida de un sentimiento popular amplio. Hacerlo desde el clan, desde el grupo, desde un sesgo político determinado, araña la popularidad y oculta el mérito de la persona.

El prematuro fallecimiento de Javier Imbroda, hijo de Melilla, ha sacado a la luz, como un relámpago, todos los méritos deportivos del que fuera entrenador del Mayoral Maristas, Unicaja, Real Madrid, selección de Lituania, y la selección absoluta de España de baloncesto, en donde ya es un mito inmarcesible. Todo ese pasado espléndido ha reverdecido en los labios y memoria de decenas de personas que convivieron y compartieron con él innumerables momentos y vivencias. La verdad es que no ha faltado nadie en destacar sus muchas cualidades personales y como entrenador deportivo del máximo nivel.

Los que no le conocimos, podemos hacernos una idea de su dimensión humana, leyendo y cribando todos esos recuerdos de personas de indudable calidad, como Pau Gasol, Valdemaras Chomucius o Nacho Rodríguez, quien publica en el diario Sur, una sentida y muy reveladora carta de homenaje.

Mientras todo el mundo habla, el silencio en Melilla es espeso y cortante. Hay una carta de la periodista Tania Costa: «Melilla espera más», que expresa muy bien ese sentimiento contenido y expectante.

El Alminar de Melilla es un blog de la ciudad, un legado para el futuro, y no podíamos quedar atrapados en ese silencio frustrante. Esta ciudad necesita nombres para el futuro, necesita ejemplos, y en un mundo que se fija en los deportistas y en el deporte como modo de superación personal y colectiva, el de Javier Imbroda deportista, es uno de esos ejemplos necesarios. Hacemos solo alusión a su faceta deportiva, porque en ella hay méritos objetivos e incuestionables para todas y todos. La autoproclamada ciudad y capital del deporte, no puede permitirse dejar escapar esta segunda oportunidad, para reconciliarse con uno de sus hijos más emblemáticos en esta faceta. ¿Qué es ese más que merece y por el que se preguntaba Tania Costa?

Lo vamos a decir muy claramente. No hay mayor honor para un melillense, que su nombre quede unido a la Medalla de Oro de Melilla, y también a alguna de sus calles más principales. Ambas cosas merece, porque este nombre seguirá apareciendo en los buscadores del futuro, ligado a la historia del baloncesto. Los reconocimientos en Andalucía van a sucederse en cascada, pero hay acciones que deben ser recordadas aquí.