La profecía del Tigre Blanco


La guerra de Ucrania

En realidad es Tiger, el carro de combate alemán más tenido durante la II Guerra Mundial. El Tigre Blanco es un película rusa de 2012, que narra la leyenda de un misterio tanque que aparecía y desaparecía en las batallas, después de destruir todo lo que se encontraba a su paso. Ivan Naidenov es un tanquista de T-34, que sobrevive a quemaduras del 90% de su cuerpo. La película, que puede verse subtitulada, es magnífica. El Tigre Blanco representa la obsesión del hombre por la guerra, como modo extremo de resolver conflictos e imponer dominios, desde la antigüedad más remota. No se debe invadir países, tampoco destruirlos.

Rusia nunca ha invadido Europa, sin embargo la historia europea siempre la ha percibido como una amenaza. En 1812 Napoleón invadió Rusia. Tras dos años de guerra, en marzo de 1814, Alejandro I, Zar de Rusia, entraba en París y libraba a Europa de la tiranía napoleónica y francesa. Un siglo después, la Alemania hitleriana inició una invasión de Rusia en 1941. En 1945, las fuerzas rusas llegaban hasta Berlín para poner fin a la tiranía nazi que asoló Europa.

En 1989, tras la caída del Muro de Berlín, Mijail Gorbachov ordenó la completa retirada de las fuerzas militares rusas de todo el territorio oriental europeo. Desde entonces, ni un solo soldado ruso ha vuelto a poner un pie en la Europa, mientras que la presencia de la OTAN se ha extendido incluso a países del Este europeo. Desde el final de la II Guerra Mundial, Estados Unidos tiene 7 bases militares en territorio europeo: 5 en Alemanía, 1 en Bélgica y 1 en Italia. Hasta el año 2018 la fuerza militar estadounidense en Alemania era de casi 80.000 efectivos, que fueron reducidos a la mitad por Donald Trump.

Ucrania se desmorona como Afganistán

Rusia siempre ha sido percibida en Occidente como una Estado semi asiático al que nunca llegó la Ilustración, como afirma John Gray en Misa Negra, propenso a los despotismos de tipo oriental. Tras la demolición de la Unión Soviética, Ucrania fue tentada por Occidente para ser integrada en su estructura económica, política y militar. Algo que para Rusia es inadmisible, porque Ucrania, aunque país independiente, es parte de una historia común, del mismo modo en que Cataluña lo es de España, o Kosovo de Serbia. Reiteramos que no es admisible invadir países, pero tampoco destruirlos.

El Ejército de Ucrania no quiere combatir contra el Ejército de Rusia, entre otras cosas porque nadie quiere perder la vida por cuestiones decididas por las esferas políticas. Fuerzas militares paralelas y nacionalistas, están haciendo frente al ejército ruso, con más intensidad que el Ejército legítimo de Ucrania. Cualquier muerto es mucho, ya sean 100 o 1000. La política europea se equivocó al armar a Ucrania e intentar utilizar el país frente a Rusia. Esto no va a durar más de un mes. Estados Unidos debe medir bien sus sanciones económicas, porque una cosa es «castigar al gobierno de Putin» y otra al pueblo ruso y a Europa entera.

El Tigre Blanco

El tanquista Naidenov dialoga con su comisario político, y este le dice que esa guerra ha acabado: Pero le dice que no, que solo se ha escondido, que pasados 20, 50 o 100 años, la guerra volverá, porque vuelve siempre. En la escena final, Hitler dialoga en el infierno con el diablo, que solo escucha, y al que dice: «Ellos (los europeos) siempre temieron a ese país lúgubre y taciturno en Oriente, ese centauro salvaje y ajeno a Europa, Rusia«.

En 1999 la OTAN bombardeó una capital europea, Belgrado, con misiles de Uranio empobrecido 238. Hoy Serbia es una de las zonas europeas con tasas más altas de cáncer. Unas cosas no excusan las otras. No se puede invadir países, tampoco destruirlos. Pero los líderes europeos han borrado esto de su memoria. Las heridas de Yugoslavia no se repararon nunca. La acción política mundial no avanza. Hay una vara distinta de medir para cada caso. La ONU ya no existe.

La sierra apunta al bosquete de Pizarro


Situación acelerada de derribo

En septiembre de 2021 ya nos pasamos por este pequeño bosquete de 21 árboles. No teníamos ningún tipo de información externa, solo la simple observación y la perseverancia, nuestras principales herramientas desde nuestro origen.

La máxima aprendida a lo largo de la última década se sigue cumpliendo. En cuanto se señala una situación comprometida, la acción prevista se acelera, sobre todo si se trata de derribo y construcción. La pronta finalización del colegio Gabriel de Morales implica el derribo de los muros y la nivelación del terreno. El bosquete de Pizarro quedaba en una situación de limbo urbano, y en una ciudad como la nuestra, eso es dar oportunidades al diablo.

Nuestra intuición del mes de septiembre apuntaba hacia el núcleo, con la precisión de un francotirador: «El terreno sobre el que se asientan está calificado como suelo, por lo tanto no existen y la zona, con árboles incluidos, puede desaparecer o ser remodelada, cuando entre en funcionamiento el Colegio del acuartelamiento de Gabriel de Morales. Hay dos viviendas que parecen en estado de semi-abandono, y que pudieron pertenecer o no, al acuartelamiento abandonado«.

Hace solo un mes, el pasado 28 de enero, toda la zona olía ya a derribo inminente. El último inquilino nos dejó pasar al interior de la vivienda, en la que ya estaba haciendo la mudanza. Vimos el patio con dos espléndido olivos dentro, que ahora penden ya sobre el barranco. Les quedan días. Toda la zona está sentenciada. Hay prisa, descomposición. La cuenta atrás se inicia el 1 de marzo. La ciudad está sin alternativa posible.

Guelaya-Ecologistas en Acción y el Movimiento para la Defensa de los Árboles, se han concentrado hoy para pedir que se respete la zona verde, y se revise el plan de edificar ahí 65 viviendas protegidas. Un modelo en colapso en la ciudad, y que ha llevado a la empresa de la vivienda pública a la quiebra técnica, tras las ruinosas edificaciones del Rastro y Primo de Rivera, llevadas a cabo por el Ejecutivo anterior.

Nota:(1):https://elalminardemelilla.com/2021/09/20/el-bosquecillo-de-francisco-pizarro/(2)https://elalminardemelilla.com/2022/01/29/el-fin-de-la-casa-del-bosque/

El restaurante Hong-Kong


«Vámonos yendo, Sancho, que en los nidos de antaño no quedan pájaros hogaño». El Quijote

En la década de 1980 llegaron a España las pizzerías, y en la de 1990 los restaurantes chinos. El Hong Kong, fue inaugurado por una joven pareja Huang y Li, hacia 1990, poco después del Gran Muralla. Su rasgo más distintivo era la decoración, con paneles de madera de bambú, el espléndido dragón de la puerta y el pequeño altar de Buda en un lateral de la barra.

Melilla es la única ciudad de España en dónde cierran el Telepizza y ahora los restaurantes chinos. Según contaba Li, cuando era propietaria del establecimiento, su comida era la más parecida a la que pudiera encontrarse en China. Tras la separación del matrimonio, se convirtió en el restaurante de las mujeres, pues tanto la propietaria como las camareras y cocineras eran todas mujeres. Durante un tiempo largo, se mantuvo a la cabeza de los restaurantes chinos de Melilla, tanto por su decoración como por la calidad y variedad de la comida.

Tras el confinamiento, fue uno de los primeros en abrir y en servir comida para llevar, que era lo único permitido en aquellos meses extraños, del primer verano pandémico. Luego, cuando la COVID-19 empezó a azotar con fuerza en la ciudad, se volvieron a cerrar los restaurantes al público, que no volvieron a reabrirse hasta el inicio de 2021.

Un día cualquiera de ese tiempo extraño que todavía continúa, hicimos unas fotografías de la decoración, en la sala vacía porque no se podía comer en los interiores. En el principio del presente año, le ha tocado la hora del cierre, de la despedida final, al más representativo de los restaurantes de comida tradicional china.

Los recuerdos de los instantes pasados allí quedan. La fotografías también. No sabemos cuál será su destino final y si todo desaparecerá para siempre.

Lamento por los árboles perdidos


Nunca antes, en casi 11 años, habíamos estado fuera tanto tiempo, tanto como casi un mes. Son muchos/as los que nos han escrito y preguntado qué estaba pasando, y si El Alminar iba a iniciar el inexorable camino que conduce al lugar de los blogs perdidos. No hemos podido contestar con una afirmación exacta, con una respuesta única. Para observar el movimiento es necesario detenerse, y en ese momento el cansancio se acumula, y 11 años caen sobre los hombros en un solo mes. Entonces se percibe claramente lo que ha pasado y en qué punto no encontramos. Ahora se está más cerca del final que del principio.

Aquí arriba, en la parte alta del alminar, en donde todo se ve, la sensación es tal, que paraliza toda acción, todo movimiento. Hemos pasado 20 días repasando archivos, notas, fotografías, artículos, y la desolación se suma al cansancio. Nuevamente hemos recordado a todos los que han desparecido en este largo tiempo, y también en todo lo que ha desaparecido de nuestra vista.

El propósito era resistir, y se ha hecho. En una etapa mucho más extensa de la que pensamos inicialmente. Queríamos dar testimonio y lo hemos dado. La pretensión era que decenas de historias y sucesos no se perdieran, y hemos multiplicado esa cifra por varios cientos. Al menos quedan las imágenes y los relatos de todas ellas. Este blog ya es un legado a la rica historia de la ciudad, a la que es y a la que puede ser todavía. Aunque la realidad es que se pueden evitar muy pocas cosas.

Pero tenemos que quedarnos con alguna imagen clara, que muestre que en algunas cosas la senda es la misma, como la de la destrucción de árboles. No solo se han eliminado físicamente, sino que además se ha alterado un paisaje urbano que llevaba inalterado desde hace más de 5 o 6 décadas. Sirve de muy poco consuelo el hecho de que ese mal trato llevara haciéndose desde hace una década, porque la cuestión es que la obligación era salvarlos. No se ha hecho. Se ha optado por la tala, y por convertir esas mismas calles en algo hostil, sobre todo de cara a la llegada del calor. No volveremos a oír a los gorriones, ni a otros pájaros en las copas de esos árboles, que lo aguantaron todo, durante años. Incluso quemados por las podas salvajes, los gorriones se resistían a abandonarlos.

Lo sucedido en las calles Infantas de España y Paseo del General Villalba ha sido algo bárbaro, desconsiderado, porque había otras opiniones e incluso modo de haberlos mantenido vivos unos años más. Sin embargo, en estos tres últimos años han sido objeto de una abandono absoluto. Se partió una rama seca en uno, y talaron a los 30. De lo plantado, no sobrevivirá ni la mitad.

No son solo árboles, ha sido el modo de hacerlo todo. Los viejos fantasmas se agitan en lo sombrío. Queda mucho por hacer, pero deberán hacerlo otros. El Alminar seguirá siempre presente.