La casa de los faunos


¿Se pueden escabullir de una observación total de 28 figuras zoomorfas? Cuatro de ellas son cabezas de león adornados con guirnaldas perfectamente identificadas y visibles. Sin embargo, en las 24 figuras de faunos sobre los pilotes de la balaustrada de la azotea no habíamos reparado. Es un número excesivamente alto, el mayor de la ciudad, como para haber pasado desapercibidas, aunque estén semi enmascarados por el exceso de yeso y la homogeneidad de la pintura blanca. A veces lo más escondido está a la vista de todas y de todos.

Esta casa comprende media manzana entre las calles de Jiménez e Iglesias, Capitán Arenas y Mallorca, en el barrio del Real. Hasta que la luz no incidió de una determinada manera sobre la balaustrada en la tarde de ayer, no habíamos apreciado la gran cantidad de faunos que rodean toda la azotea, hasta ese número de 24. Algunos son ya casi invisibles, pero están, y son similares a otros existentes en otras fachadas del centro modernista. ¿Son ogros, faunos, monstruos? ¿ Se trata de otra obra del ingeniero Alzugaray?

El asunto es que después de este redescubrimiento, el expediente de esta casa debe ser revisado. Está en proceso de derrumbe y desmoronamiento y creemos que ya cuenta con la ansiada declaración de ruina. Si embargo y a la luz de estas 28 figuras, se debe conservar la fachada, las guirnaldas, las cabezas de león (4), toda la balaustrada y los faunos (28). Una vez más, como viene sucediendo en otros muchos lugares, los edificios se dejan de conservar para que su deterioro se acelere, También suele ser frecuente que esa ornamentación modernista se cubra para que llame menos la atención, y así demoler la totalidad del edificio sin que se perciba que allí existía algo digno de ser conservado. Como parece ser el caso.

Si tiene expediente de ruina en curso debe ser revisado, si ya tiene la declaración y el permiso para su demolición, también. Hay interés sobrado y elementos arquitectónicos suficientes, para volver a estudiar el caso de este inmueble. En esta misma calle (Jiménez e Iglesias) se cometió un tropelía urbanística durante el anterior mandato, permitiendo derribar uno de los edificios más representativos del barrio del Real. Nada viene de ahora y de este tiempo, aunque sea muy similar en muchos aspectos. Las ruinas llevan sembrándose desde hace más de una década.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2022/08/31/las-caras-de-melilla/

El enigma de «las caras del Real»


Quedaban solo 5 de todas las existentes en la fachada del edificio de viviendas comunales de la calle Cataluña, del barrio del Real. Antes de su total desaparición eran al menos 7, pero es de suponer que serían algunas más, porque existían otras puertas, pero sin adornos. Era un edificio de planta baja, de viviendas modestas, que se extendía también a la calle posterior, la de Orense. Los últimos vecinos abandonaron el inmueble en 2011, en el primer año del Alminar.

El último día que estuvieron sobre la fachada, fue el 21 de septiembre. Entre ese día y el anterior, la empresa distribuidora de Electricidad en Melilla, GASELEC, realizó los trabajos de retirada del cableado eléctrico, trabajo previo a la demolición del edificio, que ya se encuentra totalmente arruinado. Quienes retiraron las últimas 5 caras ornamentales, hicieron coincidir sus trabajos con los de la empresa eléctrica.

Nadie se percató de nada. Los vecinos de la calle vieron o creen recordar a albañiles, que hicieron un trabajo de retirada, del que apenas quedan escombros en el suelo. Unos piensan que fueron 3 las que pudieron retirarse, y otros que 4. Los moldes de cemento o de yeso con el que estaban conformadas, estaban ya muy fragmentados, por lo que ninguna pudo ser sacada de la pared de modo completos. Si el trabajo fue de retirada, se realizó con esmero. Si fue de eliminación, también.

La base de ladrillos sobre la que se encontraban adosadas sigue limpia, y sin signos de golpes o de desprendimientos. Está claro que fueron extraídas sin demasiada dificultad. ¿Enteras? Es casi imposible. En las últimas fotos realizadas se aprecia claramente su mal estado de conservación. Entre los escasos escombros, no hay siquiera rastro de las coronas vegetales con las que estaban adornadas. Lo que quiere decir que el trabajo, fuese el que fuese, se realizó con minuciosidad. Nadie ha sido capaz de ofrecer una explicación definitiva sobre su último destino (conservación o eliminación). Sabemos solo la fecha.

Por su importancia y porque constituyeron un símbolo, le damos un espacio definitivo e intemporal en el blog. Gracias a ellas renació el interés por la ornamentación modernista de los edificios de la ciudad. Son las 5 de últimas, las que aguantaron un siglo. Esperamos volver a verlas, o bien las originales, las que pudiesen salvarse, o al menos una reproducción de ellas, aunque por su estado final, no deben albergarse demasiadas esperanzas.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2022/08/31/las-caras-de-melilla/

El modernismo aislado


Es el edificio modernista o Art Decó más alejado de cuantos existen en Melilla. Ya está vacío. Data de 1941 y fue reformado en 1941. Consta de una planta baja y otras dos viviendas en el primer piso. Tiene patio interior y se asienta sobre una superficie de más de 500 m2. En un principio pudo ser un chalet de campo, pues todo el terreno que le rodea fueron huertas hasta bien entrada la década de 1980.

Hoy resiste frente a la nada circundante en soledad absoluto. El inmueble quedó deshabitado a finales del año 2021. ¿Cuál será su suerte? No lo sabemos, aunque sí está incluido en el catálogo elaborado en 2012. Los esgrafiados Art Decó están ocultos por la misma patina de color que la fachada, lo que los hace casi indistinguibles. Están prácticamente extinguido en la fachada de la carretera de Huerta de Cabo, pero se conservan intactos en la entrada sobre el Paseo de las Conchas. El edificio presenta un estado deficitario de conservación, pero es de factura robusta y muy luminoso.

Su peculiar diseño, de aristas redondas o «aerodinámicas» pertenece a uno de los arquitectos más prolíficos de la ciudad y del Protectorado: Francisco Hernanz Martínez, cuya amplia obra fue recopilada por el historiador Antonio Bravo Nieto, en La Ciudad de Melilla y sus Autores (1997)

Tras dos décadas de pérdidas en el patrimonio arquitectónico de Melilla, han surgido varias páginas de divulgación y defensa del patrimonio existente en la ciudad, desconocido en gran medida. Hay muchos edificios de gran riqueza patrimonial, que o bien están en zonas aisladas, u ocultos en barrios antiguos como el del Carmen, de difícil accesibilidad; lo que les convierte en especialmente vulnerables. Muchos desaparecen sin que casi nadie se percate de de su fin.

Por ello, es especialmente necesario, dado el renovado interés por el diseño urbano de Melilla, que la hizo una de las ciudades más modernas de España, no dejar olvidado ningún edificio, como este, situado en la zona de las antiguas huertas del Real. A lo largo de estos 11 años, hemos dado cuenta de muchas demoliciones, y pese al interés actual, gran parte de ese patrimonio se encuentra en un riesgo serio.

Epílogo del Modernismo en Melilla


Principio y fin de «la manzana de oro» del Real

La penúltima vecina del edificio de planta baja de la calle Cataluña, la gran manzana del modernismo obrero del barrio del Real, se fue de allí en octubre de 2011. Ya existía este blog para dar testimonio de ello, igual que todavía existe para contar la marcha del último vecino, el que vivía en el número 3 de la calle de Pontevedra. Con él, una década después, se puede dar por finiquitado este conjunto de pequeñas viviendas, agrupadas en un parcela única de 1205 m2, con lindes en las calles Mar Chica e Infanta Cristina.

Con las nuevas técnicas de edificación y la edificabilidad permitida en el Real, la superficie habitable se multiplicará por 5, con sus bajos comerciales, garajes y/9 aparcamientos. Quizá se saquen moldes de las 7 caras, que se han mantenido vigilantes durante 100 años, o quizá no. Pero da igual. El barrio del Real ha perdido casi todo lo que le dio su carácter y especificidad urbana, salvo unos pocos restos, que podrán conservarse o no.

Una década después de la creación del Alminar (la defensa del trazo modernista en los barrios de Melilla fue uno de nuestros hilos constructores) damos por perdida esta batalla. Hemos visto caer demasiados edificios durante estos 10 años. El barrio del Tesorillo es ya un almacén de zapatería, y el barrio del Real ya no se distingue, en la faceta arquitectónica, de su localidad vecina de Beni-Enzar. Seguiremos dando cuenta y testimonio. Fotografiaremos lo que podamos o lo que de tiempo, pero nada más. Nuestra categoría específica, la de «Modern-ruinismo», seguirá activa, acumulando datos, hechos y fechas.

Las 7 caras dejaran pronto de vigilarnos, se construirá un bloque gigantesco que aumentará la densidad de población del barrio, sin que se cree ninguna nueva zona de servicios para el barrio, ni aparcamientos, ni nada colectivo. Algunos seguirán viviendo en la ilusión del Real peatonalizado. Ahí mismo, delante de nuestras narices, en la calle Valencia, tiraron un edificio con la firma de Enrique Nieto, y nadie movió un solo dedo. Sin embargo todo está aquí escrito, para dar testimonio de lo sucedido, o de lo perpetrado, que tanto da. Una década de advertencias, y muy pocos, o casi ningún resultado.

Cada mes, cada semana, pasábamos por la esquina del vecino resistente, temiendo que algún día lo veríamos tabicado, como hoy mismo. Punto y final. El modernismo en Melilla ya solo es una marca. En los barrios desaparecerá todo, pero ya advertimos de que: «nada de lo que se construya, durará tanto como lo derribado». Y se volverá a empezar, allá por el año 2100, que también llegará.

Nota: https://elalminardemelilla.com/2011/10/08/la-desaparicion-del-viejo-real/

Los edificios chechenos


Las bombas de amianto

Estuvimos por allí en mayo de 2019, apenas unos días antes de las elecciones. Nadie nos podrá achacar intencionalidad de ningún tipo, salvo la preocupación por la ciudad. Es un edificio histórico entre las calles del teniente Mejías y la del pintor Benlliure. Han pasado dos años. Todo sigue igual, pero algo peor. Esta vez, un vecino del edificio colindante, nos invitó a subir a la azotea, por las escaleras, sin entrar en las viviendas.

Siempre nos provocó asombro, como en Melilla los edificios en la ciudad se derrumban por dentro, sin que apenas se perciba desde el exterior, salvo el deterioro de las fachadas y la evidencia de su abandono. En este caso es de al menos una década. Su estado es ya irrecuperable.

En las fotos de las guerras, hay algo que produce asombro, y es como los edificios se desploman, bajo los efectos de «las bombas revienta edificios» pero mantienen en pie sus fachadas, algo difícil de comprender, pues han perdido cualquier elemento de sustentación interior. Solo queda la autosustentación por efecto de la gravedad de la propia pared. Para no remontarnos a periodos más lejanos, denominaremos a estos edificios como chechenos, de los que existen muchos en la ciudad. La alta devastación de Grozni, la capital chechena, provocó imágenes impactantes por el grado de destrucción de los edificios.

En la azotea de este edificio histórico, abandonado a su suerte, existen dos inmensos bidones de fibrocemento, colocados sobre la débil superficie del techo del hueco de la escalera, que en caso de fracturarse, caerán como bombas sobre el demolido interior. Al fracturarse, el fibrocemento o amianto, libera su carga mortal de partículas cancerígenas.

Hay hasta 70 veces siete, de edificios en esta situación en estas dos zonas urbanas del centro, y por toda la ciudad. Solo con el derribo de estos inmuebles, y la renovación de otros muchos camino de la ruina, mantendrán activo el mercado de la construcción y el inmobiliario, hasta final del presente siglo. En el enlace de la visita al lugar de hace dos años, se puede observar que los dos bidones de la terraza, están en pie.

Nota:Edificios | El Alminar de Melilla

Estado suficiente de ruina (ESR)


                                 Las caras que ya duermen

                  En el mundo actual, todo lo que existe tiene su categoría y sus siglas. Si hay algo que atraviesa todo El Alminar, desde su mismo inicio son las ruinas de los edificios, las demoliciones, los derribos, el deterioro incesante, incluso hasta la situación de peligro para los peatones, para los residentes. Ha sido y es una constante.

                  Hemos visto caer todo y de todo, sin importar la atribución o la importancia histórica del edificio. Los edificios han caído al suelo de todas las formas posibles, empujados por todo tipo de fuerzas, incluida la de la gravedad. Sin embargo esta última no tiene la misma categoría, al saber que es una constante universal.

                     No ha valido la pena advertir con antelación, ni denunciar el estado oculto de ruina bajo una apariencia engañosa, ni anticiparse a los hechos. La única consecuencia visible de esa anticipación ha sido la de acelerar el proceso del derribo. La lista oculta de edificios en estado de abandono y ruina ocupa varios centenares de folios. Se trata de una senda administrativa perfectamente  marcada, en la que nadie se salta un solo paso.

                  Una de los barrios con más inmuebles cerrados y en estado de ruina acelerada es el del Carmen, situado por detrás de la calle López Moreno. En 2016, el año del terremoto transitamos por sus calles y mostramos el lamentable estado de los edificios. Han pasado 4 años. El deterioro también se abona.

                     Entre todos los inmuebles, algunos singulares, destacaba uno por su visibilidad (en la calle Cánovas del Castillo) pues por esa escalinata descienden el trono de la Soledad cada año. Escribimos de él en pasado, porque aunque todavía está en pie, su situación es ya de irremisible condena. El peligro de desprendimientos de elementos de la fachada es tal, que ahora han decidido acotar el entorno y advertir de su peligrosidad. Nada ni nadie puede evitar ya este derribo, como tampoco el del edificio situado en la esquina, a solo unos pocos metros. Ya nada puede evitarse.

       La situación en la zona delimitada por las calles de López Moreno, avenida de Castelar y Castellón de la Plana es desastrosa, incomprensible es una ciudad que ha gestionado centenas de millones de euros en los últimos 20 años. Las caras que adornan todavía la fachada, han cerrado los ojos para no ser testigos de su propia decadencia, que también es la de la ciudad.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2016/04/22/el-barrio-del-carmen/

Edificios


 

                                            La gestión ruinosa
Nos hemos acostumbrados a ver edificios abandonados, en ruinas durante años, a verlos desplomarse poco a poco o de golpe. Nos hemos acostumbrado a ver el patrimonio inmobiliario de la ciudad desaparecer y también a la pérdida de las señas de identidad de cada barrio. Nos hemos acostumbrado tanto a todo, que se derrumba un edificio por causa del viento y nos creemos hasta la explicación.
A nadie le interesa ya nada, porque después de la larga década de la desidia, todo el mundo mira hacia otro lado, o incluso más lejos. Esto sucedió con el edificio de la antigua Casa del Reloj, primitiva iglesia de La Asunción, o de la Feria de Muestras en tiempos del Protectorado español. Es posible que un fuerte golpe de viento desprenda parte de una cornisa, una balaustrada o una gárgola. Lo que no es habitual es que el edificio se muestre ya derrumbado por dentro.
Esto quiere decir que el edificio estaba ya debilitado en su interior, lo que convierte en una irresponsabilidad que permanezcan tantos años en pie, con evidente riesgo de derrumbe, frente a la ciudadanía.
Lo que está dentro no está a la vista, salvo que por casualidad algo quede abierto y se pueda echar un vistazo al interior. Si el exterior es amenazante, lo que no está a la vista puede ser al menos el triple. Sin embargo existe un caso, en el que el estado exterior de un edificio es amenazante, el interior también, y no se actúa en ningún caso. Esto ya no es desidia, es dejación. Sucede esto con un inmueble en la esquina de las calles de La Legión y Castilla, del Barrio del Real. Su aspecto completo es amenazante, y ahí sigue desde hace varios años.
A lo sucedido con el inmueble de la calle alcalde Antonio Díez, pudiera pasarle lo mismo con otro de la calle Teniente Mejías. El aspecto exterior apunta hacia una fachada en ruinas, incluso hay una parte del muro de la azotea que pudiera caerse con un fuerte golpe de viento, o tal vez ni siquiera con su necesario concurso. Un leve temblor sísmico pudiera dar al traste con el murete. Sin embargo, una desvencijada ventana de madera permite ver que el interior ya está derrumbado, desde el techo hasta el suelo. Esto podría provocar que la presión de los escombros o un nuevo desprendimiento, pudiera causar un colapso definitivo del inmueble, modernista por cierto.
                   Estamos en peligro sin que nadie lo evite. Hay al menos 100 edificios en este estado rodeándonos, y no lo sabemos.