Reflexiones sobre La Cena de las Cenizas
Justo en el lugar en que fue quemado Giordano Bruno el 17 de febrero de 1600, en el Campo di Fiori, no muy lejos del Vaticano, y frente al Castello di Sant Angelo, se alza la estatua conmemorativa del fraile dominico nacido en Nola. La Orden de los predicadores de Santo Domingo, que tuvo a su cargo la dirección de la Inquisición, veía como se quemaba a uno de sus más eminentes pensadores. Desafiar la posición imperante tiene sus riesgos, pero no por ello debe dejar de defenderse la verdad.
En Roma existió un personaje al que se conocía como Catón el censor, y Bruno advertía: «No temáis, pues estos Catones serán muy ciegos y locos si no saben descubrir lo que se esconde bajo estos Silenos«. Era una advertencia a no conformarse con la apariencia de las cosas. Hay que buscar, y mirar por debajo y por detrás de lo que se ve. Esto es así en El Alminar desde hace una década.
En la Cena de las Cenizas, de inquietante y premonitorio título, Bruno, que era muy irónico, describe la teorías de los contrarios, y es verdad que siempre hay una visión y su opuesta, y entre ellas nos movemos siempre. La Cena, redactada en forma de diálogo, es en realidad una conversación consigo mismo, pues alude muchas veces al Nolano, patronímico de Nola, su ciudad natalicia. En 1543 Nicolás Copérnico ya había formulado su teoría heliocéntrica, a la que Bruno dará carácter y forma filosófica y teológica, que lo situará en la diana de la Inquisición. Estamos en la tesitura de estar a favor o en contra, disyuntiva de la que no nos dejan escapar.
Giordano Bruno, de la Orden de Predicadores, no se contentó con el solo seguimiento de las teorías científicas, sino que quiere extenderlas a otros campos, con lo que chocará de modo inexorable con el yugo Tridentino. Cuando recita al gran profeta Isaías: El buey conoce a su dueño (Dios) y el asno sabe buscar su pesebre (Jesucristo), lo hace con una intención prístina, pero no era una observación que La Inquisición dejara pasar como si no la hubiera leído, o como si no la hubieras dicho. Roma podía tolerar lo del heliocentrismo, e incluso la rotación terrestre, pero no algo así.
Ningún objeto natural es puramente redondo, decía Bruno, o sea, perfecto, y esto ya sí empezaba a oler a humo, porque negar la perfección del Universo, era poner en cuestión la Creación. El círculo pitagórico es perfecto, pero es una creación humana. Ninguna órbita es redonda, sino elíptica. Todos los planetas se achatan en los polos. No solo puede existir un planeta habitable, sino muchos, en los que se den las mismas condiciones. Esto quiere decir, por extensión, que no solo nuestro pensamiento, obras y mundo pueden ser perfectos, sino que también pueden caber esas perfecciones en los otros, o en otro lugar.
Las Escrituras Sagradas son contendidos y normas morales, pero no contienen verdades científicas. Son y sirven para un propósito, pero para todo lo demás hay que pensar por nosotros mismos.
Cruces , signos y símbolos
Como en otros autos de fe, a Bruno, un sacerdote le acercó una cruz con una pértiga, para que la besara y se arrepintiera, con las llamas ya encendidas. Como era lógico, giró la cabeza hacia otro lado. En los últimos tiempos, se están retirando «cruces de los caídos» en diversos lugares de España, lo que está creando polémicas bastante agrias. Una cruz en esas condiciones, sin valor histórico, es solo un artefacto callejero. Es una cosa distinta una cruz consagrada o una cruz histórica, como la de La inquisición en Sevilla, erigida para conmemorar el lugar en donde se produjo una quema de herejes en la capital hispalense (1781). No es que sea una cruz inquisitorial, sino que se la denomina así.
La retirada de una cruz de los caídos en Aguilar de la Frontera, ha originado polémicas en donde la gente opinante, comete delitos verbales. Algo muy usual en estos tiempos, en los que se muestran que las mentalidades que denunciaba Bruno, y que le llevaron a la hoguera, siguen plenamente vigentes y actuales. La gente se declara dispuesta a matar si es preciso, por la simple defensa de un objeto.
Esto es terrible, pero como dijera el Nolano, todo tiene un valor y también su opuesto. Con esa cruz que se defiende ciegamente, se quemó también a la religiosa Beata Dolores en Sevilla. La cruces de los caídos, hábilmente reciclada en Melilla por la presión del COCISSFRA (Colectivo Ciudadano para la Supresión de Símbolos Franquistas) albergan también un significado tenebroso. Lo decía también Don Quijote: «Guárdate Sancho, que detrás de la cruz también está el diablo». Todo esto hay que entenderlo siempre del modo más extenso posible.
Nota:La inquietante historia de la beata Dolores, la última bruja condenada en Sevilla (abc.es)