Almería, Casa de Melilla 2016
Casa de Castilla y León
Casa de Ceuta en Melilla
Caballo de Troya
Almería, Casa de Melilla 2018
La homérica Ilíada se inicia cantando a: «La cólera del pélida Aquiles, maldita, que causó infinitos males a los Aqueos y por cuya causa se precipitaron al Hades numerosas almas». La Eneida es un poema latino del romano Virgilio, en la que se narran las cosas que acontecieron a aquellos que en otro tiempo vivieron en Troya, después de su célebre caída, narrada por el inmortal Homero. Es un trabajo por encargo del emperador Augusto, para reforzar la ya mítica fundación de Roma, pero bajo cimientos más creíbles que el de los gemelos amamantados por la loba capitolina.
Con el Sur siempre hemos tenido relaciones difíciles , y el Este y el Oeste nos azotan de modo inmisericorde con sus demoledores vientos. Así pues ahora nos señalan el Norte, como toda o única esperanza. Resultó una afirmación sorprendente al tener su origen en el Presidente de la Ciudad. La contundencia de la frase, cayó como una maza sobre las esperanzas futuras, que son las que deberían importar. No solo legamos el espacio físico de una ciudad para la posteridad, sino también una serie de perspectivas y de líneas políticas que constituyan su futuro. ¿Cuál será la Melilla del VI Centenario, la de 2097?. Podemos tener algunas ideas o quizá ninguna, pero baste decir que nada ni nadie de lo que hay actualmente, será recordado por algo que imaginemos ahora. Nadie cantará la presente odisea en el modo en que pensamos.
Esta ya emblemática se ha maquillado mucho, y fue pulida antes de emitirla a través de las agencias, por eso hemos cotejado varias redacciones, hasta dar con la más creíble, que fue publicada en diario El Faro: «Melilla debe poner rumbo al norte de manera decidida y descarada. El norte pasa por Málaga». Sorprendió este frase, porque solo un año antes, el mandatario melillense invitó a los malagueños a: «volver la cara al mar, con humildad y visitar Melilla».
Sin comunicaciones, sin barcos ni aviones con capacidades suficientes, no hay futuro posible. Los durísimos siglos en los que Melilla solo vivió del socorro del Norte, constituyeron la larga noche de los 400 años, pasado al que nadie quiere volver. Quizá no fuera esa la intención con la que fue expresada.
La autarquía, el aislamiento del entorno que la rodea no conducen a nada. Es el fin seguro, la vida sin horizonte. Salvo que lo que se quiera sugerir que el futuro está más al norte, da igual en que ciudad se halle.
Las cifras de la Eneida melillense
El rumbo del Norte ya lo han tomado 42.049 nacidos en Melilla, lo que quiere decir que solo el 55% de los nacidos en la ciudad reside ya en ella, o sea, 52093 ciudadanos, a fecha de 2016, según los datos públicos del INE (www.ine.es). El resto de la población del asentamiento melillense se compone de peninsulares y de extranjeros, mayoritariamente marroquíes. Resulta notorio que cada vez se deja de ver o se echa en falta a más gente que conocíamos, y no es porque hayan fallecido. Cada mes un amigo/a nos comunica que pone fin a sus días en nuestra ciudad. El proceso es similar en Ceuta.
Andalucía acoge ya a 15.732 melillenses, de los cuales 8.001 han escogido Málaga como residencia definitiva, destino absoluto preferido por los naturales de Melilla. La siguiente provincia con más melillenses es Almería, con 2633. El resto se reparte entre Granada (1502), Sevilla (1482) y Cádiz (1147). La siguiente Comunidad en número de melillenses es Cataluña con 7766, seguida por Madrid (5410), Valencia (4444), Canarias (2134). Se mantiene el exiguo intercambio con la ciudad hermana de Ceuta (485).
El mito de las nacionalidades
El número de ciudadanos residentes en Melilla con Marruecos como país de origen es de 11990, lo que no quiere decir que esa sea la cifra de extranjeros. Sin embargo y pese a la leyenda urbana, Melilla es uno de los lugares en donde es más difícil obtener la nacionalidad española. En 2016 se concedieron 93.760 nacionalidades en España, de las que solo 87 fueron concedidas en nuestra ciudad, mientras que en Ceuta se otorgaron 172.
De las 87 nacionalidades concedidas, solo 24 fueron por superar los 10 años de residencia, 34 por nacimiento y solo 14 por matrimonio. En las comunidades de Madrid y Cataluña se otorgaron 18.000 nacionalidades respectivamente. Esto deja claro que no hay marroquinización de la ciudad, aunque si una clara igualdad de comunidades o identidades mayoritarias. La falta de oportunidades, el estrangulamiento económico, y el retraso de la ciudad con respecto a otras capitales, deciden los motivos de la marcha. La composición social de las ciudades está cambiando, pero en todo el mundo. Nada es igual a como lo conocíamos en el pasado.
Las Casas Regionales de Melilla
Las casas regionales ya no existen en casi ninguna ciudad o comunidad autonómica. El regionalismo es un viejo concepto identitario de épocas pasadas. Hoy no se habla de regiones, o de provincias, sino de comunidades autónomas, de comarcas, de parques naturales, o incluso de nacionalidades.
Las más conocidas son las casas de Melilla en Jerusalén, Madrid, Barcelona, Málaga, Sevilla; Toledo y Almería; aunque esta última cambia de forma, colores y tamaño constantemente. Tanto es así que el Ayuntamiento de Almería llegó a preguntar a la directiva si seguía teniendo actividad. ¿Son las casas de Melilla un reflejo de la Eneida melillense? ¿pretenden ser la imagen nostálgica de una ciudad ya inexistente?. ¿Albergan alguna perspectiva de futuro, tienen algún peso electoral?. ¿Qué papel juegan las casas de Melilla?
Las lecciones de Troya
Troya esconde aún muchas lecciones para el presente. Podemos seguir sacando enseñanzas de aquellos sucesos. El caballo de Troya de las sociedades actuales es el racismo, que puede enmascararse bajo diversas formas. La más visible es el odio étnico, pero también puede adoptar expresiones de rechazo religioso o incluso político. Integrantes de una misma comunidad, sobrarían los ejemplos, pueden incubar formas violentas de rechazo por razones políticas, siendo el caso más conocido el de Cataluña. El patriarcado esconde multiples venenos con el que agitar sociedades estables, como el odio al pobre, las desigualdades de clase, o la nueva lucha contra las leyes que pretender evitar la violencia de género y que es una nueva forma de envenenamiento social y enfrentamiento político. Superadas ideologías identitarias de tipo étnico, religioso, histórico o patriótico están surgiendo de nuevo, alimentadas con intenciones cuyo alcance se nos escapa.
Aquiles, Héctor, Príamo, Ayax, Patroclo, Casandra y tantos otros grandes sucumbieron en aquella lucha. Al final fue el astuto Ulises, quien sobreviviendo a todos tras una larga odisea, pudo narrar los legendarios hechos e inmortalizar sus nombres. Aunque el mérito sea de Homero, el viejo embustero, como le llamaban los catedráticos de historia del siglo XIX.