Luz al final del año


                                          Feliz Año Nuevo 2017

            La Navidad es la fiesta de la luz. El invierno se inicia en diciembre y también los días empiezan a ampliar su periodo de predominio de la luz solar a partir del solsticio de invierno. En la Navidad importa la luz, la iluminación de las calles, el encendido de las coronas de Adviento. Todas las ciudades se renuevan, en las medida de sus posibilidades , en la iluminación de sus calles, bueno, todas no, existe una pequeña aldea, llamada Melilla que persiste en la misma iluminación, en la misma empresa, en los mismos adornos, en los mismos colores azul y blanco de frigorífico. No hay renovación, siempre es lo mismo. No existe ni siquiera la oportunidad de cambio. Hace un año ofrecimos una página web con iluminaciones navideñas de distintas ciudades españolas, para que se pueda comparar. en casi todas, la iluminación sale más barata que en Melilla, en donde si cada año se pones los mismos adornos, ya no deberían costar nada. Con poco se puede hacer mucho, si se quiere y pone interés. La Navidad tiene sus colores, sus motivos y sus tradiciones, que se van diluyendo en aras de un eclecticismo comunitario.

            El Alminar es el lugar de la luz y de la verdad, de la que intentamos ser sus colaboradores. Un humilde y modesto papel, pera a su vez muy exigente y a veces amargo. Desde el último día del año, deseamos a todos los que componen la comunidad del Alminar, un próspero y venturoso año 2017. Eso sí, a las mujeres y hombres de buena voluntad. En la medida de nuestras posibilidades, mantendremos encendida la lámpara, y atentos siempre al horizonte.

              Nota:https://lucesdenavidadentuciudad.wordpress.com/

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Podemos: en la iglesia de Pablo


               Siempre será necesario escoger: Trotsky o Stalin, Errejón o Iglesias, Pedro o Pablo. Muchos consideran a Pablo como el fundador de la iglesia de la que Pedro fue su primera piedra. Hoy se admite que la evolución de la Revolución rusa hubiese sido muy distinta con León Trotsky que con Iosif Stalin, pero nadie duda de que la Rusia soviética no hubiese resistido el embate de la Alemania nazi, si el dictador georgiano no hubiese estado al frente del Kremlin en 1941. Para hacer frente a una amenaza como la que supuso Adolf Hitler, solo podía existir en el otro lado un oponente con la inquebrantable voluntad de Stalin y su aparente inhumanidad, pese a que las «salvajes purgas» de 1938 estuvieron a punto de descomponer la revolución, el ejército y todo el Estado soviético. Las dualidades nunca han resultado desde los tiempos de Caín y Abel. Todas estas comparaciones bíblicas eran muy del gusto del León de Octubre, el camarada Trotsky. No dejó de hacerlas en su biografía de Stalin, obra que le costó la vida.

         Vivimos tiempos de grandes amenazas, el liberalismo capitalista amenaza con llevárselo todo por delante. En cada país del llamado mundo Occidental, el de las democracias, las opciones para hacer frente a las políticas de derechas son casa vez más escasas, entre otras cosas porque las políticas económicas y sociales no se dictan desde los gobiernos, sino desde entidades a las que no se pueden votar, como el Fondo Monetario Internacional, o su sucursal del Banco Central Europeo. Votar a alternativas como Syriza en Grecia, solo suponen escapar temporalmente del abrazo de hierro. El enfrentamiento ideológico entre Stalin y Trotsky, previo al personal, fue sobre el modo de salvar la revolución: ¿socialismo en un solo país, o en varios?. El capitalismo feroz y despiadado solo tardó 75 años en volcar la alternativa económica, política y social que supuso el triunfo de los revolucionarios y las clases proletarias en 1917.

                             Las opciones de la izquierda en España

               El movimiento político conocido como Podemos, el partido de la gente, surge en España en las Elecciones Europeas de mayo de 2014, procedente de un espacio político televisivo. Este y no otro es su origen. Es la primera vez que la opción política surge antes que el propio partido. Todos sus problemas actuales tienen su raíz en este insólito nacimiento. Recibió militantes en aluvión, procedentes de ideologías y orígenes sociales muy distintos. No siempre quienes se han hecho con el control de los círculos en localidades, provincias y autonomías, han sido los más capaces o los más sólidos en términos ideológicos. Esto ocasiona todavía importantes fracturas y faltas de sintonía entre la periferia y el centro. Ni siquiera la ideología está definida y mucho menos consolidada. El control ejercido por los discípulos de Pablo Iglesias sobre el partido se parecen más a los usos estalinistas, que a los principios democráticos y revolucionarios ideados por Trotsky, ya desaparecido y encarnado en la persona de Juan Carlos Monedero. Parece que, con la luz y la perspectiva, para sobrevivir como partido, no hay otro camino posible que la concepción personalista de Stalin, y su gran creación, el culto a la personalidad, que ya empieza a aparecer en el Podemos de Iglesias.

                  Se sigue diciendo de modo erróneo que estamos ante un proyecto, y no en una lucha de personas, pero eso es creer que el electorado, el militante, no tiene la madurez suficiente para distinguir una cosa de otra. El votante español, el elector, el militante, no solo busca un proyecto, sino también la persona que considera capaz de llevarlo a cabo. El elector no suele votar a un incapaz, por mucho que el proyecto sea atractivo y bueno. Siempre habrá gente que vote cualquier cosa, pero entender esto supone la diferencia entre ser segundo o tercero, y ganar las elecciones. La izquierda no está dividida, es diversa. No es lo mismo votar a un leninista que a un maoísta o a un trotskista. No es lo mismo ni lo será nunca.

                                La pérdida de la inocencia política

                  Los únicos que entendieron que era imposible participar en política sin perder la inocencia fueron los anarquistas, por eso se convirtieron en la «ideología suicida». El problema es que quisieron obligar a las demás alternativas de la izquierda, a que les acompañaran en su visión suicida de la política.

                     La entrada del movimiento político de Podemos en política, ha hecho que ya empiece a percibírseles en algunos aspectos como a un partido más. Afortunadamente todavía no lo son. Siguen siendo el partido de la gente, pero la dificultad se concentra ahora en consolidar lo conseguido, como en la Rusia soviética de 1924 tras la muerte de Lenin, y en que no les alcancen los errores de la vieja política y de los viejos partidos. Esto es lo que llevó al electorado a alejarse de la política y de los partidos tradicionales.

                   No parece que se esté recorriendo el camino hacia la dirección colegiada, como en la Yugoslavia de Josif Broz Tito, y su movimiento de los países no alineados. El camino de implantación de Podemos y sus círculos, se asemeja más a «los comités populares de base», reflejados en el Libro Verde de Muammar el Gaddafi, y su Alyamahiría Libia; más que a cualquier otra cosa. El libro Verde hechizó a todos los dirigentes occidentales, y a gran parte de la izquierda europea. Luego todo se convirtió en un caricatura.

                Iñigo Errejón es un dirigente creativo, muy audaz, con gran capacidad para interpretar la realidad y en constante evolución. La opción estratégica impuesta en los dos últimos procesos electorales por el camarada secretario general, era destruir al segundo (Psoe), olvidando que adelantar al segundo solo significa quedar el segundo y que el primero tome más distancia. El movimiento político de Podemos se nutre de electorado propio, el procedente de Izquierda Unida, y del procedente del partido socialista, y al que ya le resultaba imposible seguir votándoles, ni siquiera con la receta del Aitá Arzallus: «con la nariz tapada».

                   La alternativa es clara, seguir siendo segundos o terceros, o ir claramente a por el primer puesto, para lo que es imprescindible la acumulación de fuerzas de izquierdas. Sin los socialistas, eso se torna un camino casi imposible.

La alcazaba de Tabernas


                                        527º  aniversario de la rendición de Almería

                      El 26 de diciembre de 1489, los Reyes Católicos partieron de madrugada desde la alcazel aba de Tabernas en dirección a Almería. En los primeros días del mes, el Rey Fernando y Muhammad XII al Zagal, concretaron todos los acuerdos necesarios para la rendición y entrega de la penúltima ciudad del todavía reino musulmán hispano de Granada. En la capital almeriense ya todo estaba en orden. El primer ejército del mundo controlaba las calles de la capital almeriense, para recibir a sus Majestades Católicas. El ciclo histórico iniciado en 711 estaba a punto de cerrarse. Granada ya estaba aislada y sin apoyos posibles.

                    Esta vez hemos estado en el día exacto, en el último día de la provincia musulmana de Almería. El lugar es mágico, incomparable. Hay lugares a los que siempre será preciso volver una vez más. El cerro bajo el que se encuentran los restos de la alcazaba de Tabernas se desmorona por la acción erosiva del agua y del aire sobre un suelo descarnado. La historia desaparece también con ellos. Una plaga está acabando con las chumberas del sur peninsular, apagando sin remedio los ´»últimos ecos moros». Las chumberas se están viendo afectadas por un tipo de cochinilla, que las está secando sin remedio, y cuyo origen se sitúa en la región de Murcia.

                       Jerónimo Munzer, el viajero alemán que se vio atraído por el acontecimiento histórico de la Guerra de Granada, fue el último que conoció la villa de Tabernas como población musulmana. La espléndida iglesia tomó el nombre de La Encarnación, porque una Cédula Real obligaba a poner bajo esa advocación, a las mezquitas que pasaban al culto cristiano. La historia es así, tiene sus giros y sus cambios de dirección.

                        Han ocurrido otras muchas cosas en estos pocos días de necesario detenimiento y descanso. Hay que retornar una y otra vez al punto de partida para poder continuar. Volveremos a dar cuenta de todo ello.

Feliz Navidad 2016


             Deseamos a todos los que llegan hasta El Alminar: Paz y felicidad a los hombres y mujeres de buena voluntad. Necesitamos buenos propósitos, buenas intenciones y buena voluntad. Un año tras otro lo deseamos, porque lejano acontecimiento en Nazaret transformó la historia. Nada se anunció antes, y Magos de Oriente, pastores y las pocas gentes de la zona se vieron sorprendidos por un nacimiento, del que nada sabían. La luz que surge y empieza a abrirse paso en medio del invierno. Todo se construyó en interpretó mucho después, porque en su momento nadie escribió nada. Serían necesarios más de 30 años para vincular aquel nacimiento perdido en la noche de los tiempo, con lo sucedido en Jerusalén en tiempos de La Pascua. Alfa y Omega, principio y final, para que el final fuese el principio.

         El espíritu de La Navidad está presente para todos, incluso para quienes no les alcance. Siempre habrá guerras, enfermedades, pobreza. Cada Navidad hay más gente que falta, pero no por ello muere su espíritu. Hay que evitar lo que divide y separa, todo aquello que siembra la discordia. Luchar siempre por mantener encendida la lámpara y contra quienes actúan por apagarla o por ocultar su luz. Ellos sirven y viven para la tiniebla, nosotros solo somos colaboradores de la luz y de la verdad.

             Volvemos a repetirlo: Paz y Felicidad a los hombres y mujeres de buena voluntad.

La odisea del Alminar


                 Decía Mariano José de Larra, insigne escritor y periodista, que escribir en España era llorar. Poco después de esa inmortal afirmación, se pegó un tiro y entró en la inmortalidad literaria. No estamos ni siquiera próximos de ese extremo, porque tampoco navegamos por las alturas de Larra. El oficio y la voluntad de escribir es muy duro. Nadie que pretenda hacerlo debe  hacerlo esperando recompensa. Debe contentarse con vivir y poder contarlo, luego le alcanzará o no la gloria. Sobrevivir en el país de la envidia es una de las mayores hazañas posibles.

        Si Larra se desesperó escribiendo en Madrid, no llego a imaginar qué calificativo pudiera haber escrito si hubiese desarrollado su labor en Melilla. No estamos en las circunstancias de prever cuál y cuándo será el fin del Alminar. Lo que sí estamos seguros es de que a todo lo que tiene principio le espera un final. El alfabeto griego se abre con la letra α y se cierra con la Ω. Esto compone un ciclo inexorable.

             La expulsión de los moriscos en 1614 fue una catástrofe humana, social y política que se gestó desde un siglo antes. Diego Hurtado de Mendoza narró esos hechos, los de la Guerra de Granada con estas advertencias: «Es muy sabido, y muy antiguo en el mundo el odio a la verdad, y muy ordinario padecer trabajos , y contradicciones, los que las dicen, y aún más los que la escriben. De este principio nace que todos los historiadores cuerdos y prudentes emprenden los sucedido antes de sus tiempos, o guardan la publicación de los hechos presentes para siglo en que ya no vivan los de quien ha de tratar su narración».

             Melilla es una ciudad de bandos. O se es del Levante o del Poniente, de la Peña Flamenca o de Los Cabales, de la Soledad de Melilla la Vieja o de la del Sagrado Corazón. Guardar un equilibrio y atravesar el acristalado prisma de la realidad sin romperlo es una misión casi imposible. Puede ocurrir, pero lo normal es que en algún momento haya que tomar partido, y esos supone quedar para siempre en un bando. Una vez escogido el campo ya no cabe marcha atrás. Hace unos meses escogí defender al Vicario de la ciudad y he quedado encuadrado entre los inquisidores del Santo Oficio.

                   El viaje del Alminar es comparable al de La Odisea, la obra del inmortal y del enigmático Homero, al que los historiadores calificaban como «el viejo embustero». Homero narró La Guerra de Troya y el gran viaje del zorro asturo Ulises, quién convivió y vio caer a los más grandes guerreros de la antigüedad: Aquiles, Héctor, Menelao, Agamenón, Ayax, Patroclo, Príamo, Helena, Casandra. Solo por un testigo, se han salvado para la historia todos esos grandes nombres y sus hechos. De Homero, del escritor, no se sabe nada. Quizá fuera un soldado o un escribano que participó en la guerra y allí quedó ciego y dictó sus recuerdos.

                     Al igual que en el caso de Ulises, pienso que estoy en la mitad del viaje, y El Alminar es el barco. El de Ulises por tondo el mundo conocido, o sea el mar Mediterráneo duró diez años. Aquí llevamos ya cinco. Hemos conocido la calma y el vendaval. Convivimos juntos a grandes nombres de hombres y de mujeres, y procuramos dar cuenta de todo. Atenea le vaticinó a Telémaco que su padre regresaría a casa, y que ese sería su triunfo. Ulises regresó a su hogar  y luego desapareció de la historia para siempre. Eso es lo más difícil y es lo que esperamos alcanzar. Combatimos siempre contra Crono, el dios o demonio del tiempo.

El mundo desde el cielo


          ¿A qué se asemejan las nubes?. La respuesta clásica es compararlas con el algodón, pero en el último viaje, tras escrutarlas con atención, creo que se asemejan a las zonas polares, con sus glaciares y las distintas alturas y niveles de la nieve. Todo está lleno de paradojas. Por muy nublado que esté el día, en los aviones siempre hay Sol. Un mismo día es distinto dependiendo de la posición del observador. Lo hemos escrito en muchas ocasiones, pero rara vez se puede contemplar.

              El avión ya es un artículo de lujo en Melilla. Entrar y salir de la ciudad es una odisea. Cada vez hay menos vuelos y son más caros. Volveremos al barco, a la galera. No es que se prefiera, es que no quedará más opción. Retrocedemos y eso es un hecho comprobable. Hay que buscar soluciones y alternativas nuevas. Hay que mantener todas las líneas, recurriendo a las modificaciones legislativas que sean necesarias. Sin comunicación no hay desarrollo ni futuro.

            ¿Por qué no se limpias los cristales exteriores de los aviones, ni los interiores tampoco?. Es algo que me he preguntado muchas veces. Cuando toca el asiento de la ventana se pueden observar muchas cosas. A veces es necesario tomar una distancia grande sobre los acontecimientos u objetos que vemos a diario, para poder analizarlos en su totalidad, e incluso para poder comprenderlos.

                    Esta entrada estaba prevista para  mucho antes, pero  en el mes de diciembre nada está resultando según lo previsto.

Un brindis en Navidad


                         

                      Cuando el Presidente lo lee todo

   Desde que Charles Dickens escribiera su inmortal Cuento de Navidad, con los tres espíritus de las Navidades. Nadie quiere acabar su tiempo como Mr. Scrooge. En Navidad hay una mayor proclividad a saludarse, a dejar atrás diferencias personales. Aún así hay personas que no sienten empatía por casi nadie y otras con las que es imposible trabar relación alguna, aunque sea meramente formal.

    Hace mucho que sabemos en El Alminar, que el Presidente de la Ciudad lo lee todo, es la única manera de estar atento a la opinión de los ciudadanos, y paliar en alguna manera el mal de altura. Es una manera de no desvincularse de la realidad. Sin embargo, una cosa es intuir que ese todo incluye al propio Alminar y otra cosa que te lo diga él mismo. Juan José Imbroda es una persona que siempre saluda. No es un presidente lejano, pues lo puedes encontrar en cualquier lugar de la ciudad, incluida la playa o en el mercado navideño de la Plaza de las Culturas. Al finalizar el brindis con el que Irene Flores agasajó a todos los que fuimos al homenaje a Fernando Belmonte, Juan José Imbroda se me acercó y además de saludarme, me dijo: «Quiero que sepas que leo todo lo que escribes, y no lo digo por decir. Me gusta que busques siempre la historia de la ciudad. En especial, me gusta la última línea que estás siguiendo».

      Obviamente le agradecí tanto el saludo, como sus palabras. Luego, repuesto del asombro, ya pensé en el alcance de ese «todo». Todo es un absoluto, no deja nada fuera. Lo normal, en un alto cargo público, es que su equipo de asesores le filtre y seleccione lo publicado. En las altas esferas de gestión pública, hay muy poco tiempo libre. Todo quiere decir todo. Saber que el Presidente de la Ciudad pertenece a ese grupo de lectores atentos y silenciosos, que conocemos como «la comunidad del Alminar», es algo que llena de satisfacción, y además, que aparte de leer le guste. No es usual que una personalidad pública se manifieste de esta manera.

         Toda persona que escribe pretende, entre otras cosas, influir y contribuir a mejorar el entorno en el que vive. Aportando reflexiones y su particular punto de vista. Si toda esta inmensa actividad iniciada en mayo de 2011, es de alguna utilidad y ayuda a reflexionar, incluido al presidente de esta ciudad, entonces es que nuestro modesto objetivo se está cumpliendo.