Tras el sendero verde de Melilla


 

           El sendero verde de Melilla es o el mayor fiasco de la historia, o el mejor lema publicitario inventando nunca. Si solo se lee lo publicado , la imagen que viene a la memoria es la e un lugar frondoso en medio de la fértil naturaleza, con oasis, puntos verdes e incluso fuentes en donde refrescarse.

            Nunca la realidad y la propaganda estuvieron tan alejadas. El sendero verde solo es una manera original de camuflar la realidad, y de denominar a la pista de «carros de combate» que atraviese el perímetro de la ciudad, entre la explanada de Rostrogordo y las inmediaciones de la Hípica, en cuyas inmediaciones se encuentra en cuartel de Caballería acorazada. En la actualidad ya es raro ver circular a «los carros». Esta es la razón por la que el sendero verde solo puede ser de arena compacta y prensada.

            El sendero verde es un secarral, una plancha ardiente con pocas posibilidades de reencuentro y reconciliación con la naturaleza. Es un pedregal duro y quizá hace más meritorio el que lo use para correr o entrenarse. Quizá el tramo más infernal sea el que corre paralelo al desviado cauce del arroyo mezquita, seco desde tiempos remotos, y que hace un siglo atravesaba el barrio del Real, en lo que hoy es la calle Jiménez e Iglesias y que siempre se llamó del arroyo mezquita.

           Los Altos del Real, la cábila de Mezquita, el camino hacia Sidi Hamed el Hach y el siempre presente Barranco del Lobo, nombres legendarios en la historia y en las guerras de España.

                               El oasis sucio del arroyo mezquita

            El cauce del arroyo mezquita está lleno de todo, y todo sólido. No sé si será posible que algún día vuelva a circular por allí agua. Todo este conjunto de arroyos alimentaban al río de Oro, el cauce principal, aunque el mezquita no era ningún afluente. Aun así, deben existir algunas balsas en el subsuelo porque se ven pequeños retazos de vegetación. Pese a todo, y lo desolador del paraje, viene a la cabeza qué podría ser esto, si existiera una consejería de Medioambiente.

 

El muro inclinado del Cash Diplo


 

              El Cash Diplo es un supermercado de venta al mayor y al detall donde va media Melilla a abastecer sus pequeños comercios. Entran coches constantemente y además tiene aparcamientos. Por la acera pasan cientos de personas camino del mal llamado «polígono industrial», porque en él no hay industria ninguna. El 90% son almacenes de productos comerciales de todo tipo, tamaño y uso.

              El muro que delimita la zona contigua al Cash Diplo está completamente vencido, con la verticalidad perdida por encima de la línea de lo peligroso. Una sola patada, un golpe de viento o cualquier otra circunstancia puede reducirlo a escombros y ponerlo en el suelo. La única ley que se cumple en Melilla, además de la de la entropía, es la de La Gravedad, descubierta por el inglés Newton y cuya explicación omitimos.

             Hace tiempo, pregunté a un constructor el porqué los muros de las azoteas de Melilla suelen resquebrajarse con facilidad, y porqué algunos muros parecen tan endebles y se caen con facilidad. La explicación fue más sencilla de lo esperado: Porque generalmente el arranque del muro se hace desde el suelo, sin la necesaria cimentación, e incluso sin el forjado interior que le diese más consistencia y firmeza. Suelen ser solo filas de ladrillo, bien de cemento o arcilla, levantadas a ras del suelo. Esto explica muchas cosas.

         ¿Cuánto tiempo lleva este muro así, cuanto tiempo le resta para caerse?. En alguno de los tramos ya carece de la verja anti-intrusión. La Consejería de Fomento, tan atenta para medir milimétricas desviaciones en rampas de acceso a clínicas médicas y apercibirlas de cierre, debería también vigilar aquello que ni siquiera precisa de instrumentación técnica alguna, para medir su inclinación, su peligrosidad y su peligro de caída inminente. Lo que cualquier ciudadano percibe de un vistazo, necesita de meses de investigación en las consejerías competentes, o del ramo.

El aljibe de la puerta de la Marina


                           El aljibe de la Puerta de la Marina se seca

Enrique Delgado

   El libro del que más historia hemos aprendido  es Crónicas de una Fortificación del general Rodríguez Puget, que estuvo al frente de la Comandancia de Obras en la década de 1990. Ya escribimos acerca de su libro en 2012. Se trata tanto de una obra muy valiosa pero proscrita, así como su autor. Todo esto ya lo escribimos, pero desde entonces hasta ahora sabemos muchas más cosas. Melilla es una ciudad fundada en el siglo X por Abderrahman III, pues no hay continuidad histórica entre la leyenda mítica de Rusadir y la fundación de la ciudad durante el Califato de Córdoba. Hay cientos de años de silencio histórico entre el abandono de la zona en el siglo V y su reocupación en el IX.

    Uno de los testimonio de la Malila musulmana, está recogido por el hispano andalusí Abou Obeid el Bekri. Fijando su reconstrucciçon por los hijos de El Bouri Ibn Abi Al Afiya el Miknanacien. Describe la ciudad con el detalle propio de los geógrafos de la época. Los árabes eran grandes reutilizadores de material, por lo que todo lo que existiera con anterioridad, fue utilizado para la reconstrucción de la ciudad a partir de 926. Los españoles harían otro tanto en la conquista de 1497.

          La tipología de los aljibes no ha cambiando en los últimos 2000, por lo que salvo que se tenga total certeza de la construcción de uno, para saber su procedencia habría que excavar en la cimentación. Será el también geógrafo hispano ceutí El Idrissi el que haga referencia al potente manantial de agua que surtía de agua a la ciudad de Melilla, tanto en época musulmana como en las anteriores. Si había manantiales también existirían aljibes y pozos, porque El Bekri menciona la existencia de «baños públicos en la ciudad».

                      Los datos perdidos del ingeniero militar Rodriguez Puget

         A día de hoy, no están publicadas las citas completas de los cuatro geógrafos árabes que hacen referencia a la ciudad, ni tampoco las dos crónicas existentes de la conquista de Melilla en 1497. El primero que aportó parte de esos materiales en sus libros es el historiador militar Rodríguez Puget. Me llamó mucho la atención el pequeño capítulo en el que detalla la existencia de aljibes y manantiales en la ciudad. algo imprescindible si se quería habitar un lugar en aquellos tiempos.

      En 1571 los españoles construyeron los dos primeros aljibes de Melilla, por lo que si existían otros anteriores, no era españoles, ni tampoco prehispánicos. En 2000, el Ejército abandonó las instalaciones de la Compañía de Mar y al hacer las obras de rehabilitación del lugar para la actual Escuela de Hostelería apareció un aljibe, del que no se tenía noticia, porque los españoles no habían construido ninguno antes de 1571.

      El dato hubiese quedado sin mayor trascendencia, si no hubiese sido por el libro de Crónica de una Fortificación, en el que claramente se detalla que el capitán Perea acaba de cubrir un viejo aljibe existente en la ciudad vieja en 1549, con 17787 arrobas de capacidad. Antes de construir los nuevos, Franscisco de Ledesma y Juan de Zurita ordenan medir el viejo aljibe, para ver si tiene capacidad suficiente. Es obvio que si alguien ordena medir la capacidad de algo, es porque no lo ha construido y entonces desconoce ese dato. El viejo aljibe de la Marina, es probablemente anterior a la llegada de los españoles. En un documento entre alcaides y gobernadores de 1575 se saca esta referencia: «No tiene agua dentro de la fortaleza sino quatro aljibes, dos quedavan hechos nuevos quando yo salía de esta plaza».

                          El aljibe de la Marina podría no ser español

            Los datos existentes nos sitúan ante 4 aljibes (dos nuevos hechos por los españoles en 1571), y dos anteriores preexistentes. La peculiaridad del aljibe de la Marina, el otro era el de la muralla de la Batería Real, es que se rellenaba y mantenía su nivel, pese a estar cubierto. De hecho, cuando se redescubre en 2001, ya contenía agua. ¿De dónde procedía?. Casi con toda seguridad de los manantiales citados por las fuentes. Uno de ellos, o uno de los pozos o fuentes se situaba en el Mantelete. De los muchos acuíferos existentes en la fértil zona limítrofe con la ciudad, uno estaba en sus inmediaciones, justo debajo de la puerta de Santiago.

         El problema no es que el aljibe se haya secado, el agua del acuífero ya no llega hasta él, sino que además, debe haberse resquebrajado, porque aunque se le rellene, pierde igualmente el agua. Esto puede haber sido consecuencia de los terremotos del año 2016. La causa de que no se rellene ya y permanezca seco, podría estar en algunas de las obras recientemente realizadas, y que en los trabajos de cimentación podrían haber pinchado el acuífero. Una fuente oficiosa conecta y comenta este hecho con las obras del nuevo Centro Tecnológico, del que se evacuó agua abundante, en el mayor de los secretos.

       Nadie da explicaciones de nada y la cultura sigue patrimonializada y cerrada bajo siete sellos. Todo lo que se hace es tendente a un fin mítico, en el que todo dato que no coincida con ese objetivo  se oculta y no se da a conocer. Es un hecho conocido que los castellanos solo ocuparon la Plaza de Armas en 1497, y el entorno del Hornabeque y la Alafía, dejando a un lado el promontorio rocoso, que o debía estar muy destruido o no resultaba operativo. Sería el Rey y Emperador Carlos I el que ordenara el repliegue hacia la ciudad vieja, quedando el límite con el exterior en la puerta de Santiago. Los castellanos construyeron reutilizando lo existente, en el siglo edificador, el XVI. Una de las teorías mencionadas por Puget para las marcas de los canteros en algunos de los sillares de la ciudad vieja, radicaría en la necesidad de distinguirlos de los ya existentes con anterioridad y reutilizados en la reconstrucción de Melilla, algo ya mencionado en las Crónicas de la conquista, con la presencia de maestros reedificadores. Queda mucho por saber, porque lo que conocemos es falso, fruto de una fábula.

       Nota:https://elalminardemelilla.com/2011/10/12/falsificacion-monumental-en-melilla-iii/

 

 

Cine al aire libre


 

                              Los escombros del viejo cine del Real

        El viejo Cine Español, como tal dejó de existir en la década de 1960, o incluso antes. Durante décadas posteriores se convirtió en una carpintería y en esa actividad se mantuvo hasta el inicio del siglo XXI en el año 2000. Desde entonces y ante la invisibilidad de la Consejería de Fomento o de Urbanismo y de la Comisión de Patrimonio Histórico de Melilla, se fue deteriorando y arruinando sin remedio, pese a que el Partido que gana todas las elecciones en la ciudad desde 1991, prometió en algunos de sus programas electorales rehabilitarlo, con alguna función cultural o de ocio para el barrio más populoso de la ciudad.

       En Melilla nada se cumple, salvo la ley de la inexorable ruina. La mejor inversión es comprar un inmueble viejo y dejarlo deteriorarse hasta su hundimiento total. Ninguna autoridad competente en la materia interviene en todo ese proceso de deterioro.

      Un problema añadido es que cualquier edificio, inmueble o ruina histórica se convierte en refugio de personas sin techo, con el consiguiente riesgo que esa situación genera. Una vez que se concedió la calificación de ruina, ya de nada sirve este solar cochambroso, lleno de suciedad y de roedores. Toda la ciudad está llena de edificios abandonados, de solares llenos de escombros, en espera de la aprobación del nuevo Plan General de Ordenación Urbana, que cuando se apruebe, ya será viejo.

      El retraso en la aprobación de PGOU, que acumula ya una legislatura, es uno de los mayores misterios políticos de la historia reciente de la ciudad. Nunca se había dado una situación así. Melilla se encuentra inerme ante la gestión de un Gobierno Local que no da explicaciones de ninguna de sus planes para la ciudad, y con una oposición política, recluida en un cuarto oscuro, a la que no se informa de nada.

    Este cochambroso solar ya no es ni significa nada. Tenerlo así solo acrecienta la sensación de abandono de los barrios y de toda la ciudad.

Nota: https://youtu.be/c1WgW4y9Xes

 

En la hoguera de San Juan, 2017


                        Estopiñán entre las llamas

         Dicen que la hoguera de San Juan cumple un rito purificador, con la que se abre paso al rigor del verano. Es el día más largo y la luz predomina sobre la noche. A lo largo de la última semana de junio y de la mayor parte de julio, los días son los más largo del año. En la hoguera o frente a ella se espera que todo lo malo tenga un fin, y no vuelva a repetirse. En la hoguera oficial debería haber ardido una «representación de la corrupción», del saqueo de los bancos, de las malas prácticas empresariales, y de todas las prácticas administrativas que convierten el ejercicio de la cosa pública en un ejercicio mercantil. En el año 2011 hicieron arder, simbólicamente a la «oposición política».

       Sin embargo, en este año 2017, la significación de la hoguera parece haber cambiando. Hasta en las Fallas de Valencia hay significaciones políticas en los ninots. Aquí se ha optado por la opción Cero, Cero. Se ha quemado una alegoría de la Conquista de Melilla, de Pedro de Estopiñán, y de los 520 años de convivencia, supuesta claro. El lema de 520 años juntos es sencillamente falso. Podríamos hacer un retorcimiento de esa interpretación de la alegoría y pensar que se queman las trabas a esa convivencia mítica, que tanto se fomenta y persigue.

      Una niña en el público preguntaba porqué quemaban eso, y sentía particular pena por la chica que leía en una esquina de la figuración. ¿También van a quemar a la pobre chica que lee?, se preguntaba en su inocencia infantil. Todo, en Melilla se quema y arde todo. La mujer en realidad no leía, sino que parece tener alguna rama o sortilegio entre las manos.

       Fueron los fuegos más extensos de los últimos años, y también los que han contado con una menor participación ciudadana. El Paseo Marítimo tenía muchísimos claros. La hoguera, como siempre ardió demasiado rápido y envuelta en mucho humo. Los productos acelerantes del fuego provocan una combustión fea, y de espeso humo negro. El foco instalado detrás de la figura oficial, resulta muy molesto para la labor fotográfica.

Melilla, Corpus Christi 2017


 

                                     Bula Transiturus de hoc mundo

   El Papa Urbano IV publicó el 11 de agosto de 1264 la Bula Transiturus de Hoc Mundo, con la que se instituía la solemne festividad del Corpus Christi, en respuesta a las diversas herejías que negaban la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Esta parte central de la Misa se produce tras la consagración del pan y el vino por parte del sacerdote, y mediante la «transustanciación» se transforma en el «cuerpo y la sangre de Jesucristo.

     No es solo rememorar su ofrenda: «Haced esto en conmemoración mía», ni una presencia intelectual o espiritual, es real y física. Esta afirmación doctrinal sobre la liturgia, dio paso a herejías de todo tipo, como la de Berengario de Tours, que negaba que se produjese semejante cosa tras la consagración. Berengario fue un grandísimo hereje, pero tras sostener diversas discusiones con obispos y enviados del Papa, y sobre todo con la amenaza de las llamas de la purificación, sus ardores místicos se atenuaron y acabó asumiendo la doctrina de la Santa Iglesia con todos sus puntos y comas, es más, consiguió que otro Papa, Gregorio VII, firmara una declaración en la que daba cuenta de que la retractación sobre sus pasadas herejías había sido completa, por lo que nadie más podía llamarlo hereje. Eso sí, firmó una retractación completa.

     Sin embargo, por la puerta que abriera Berengario en el siglo XI, pasaron otras herejías, que le dieron abundantes problemas a la Iglesia de Roma. Iluminados, impíos, cátaros, monofisitas, maniqueos, nestorianos, arrianos, Celso el mayor hereje de la historia antes de Lutero, y otros cientos de movimientos heréticos en una interminable lista, negaron todo lo posible y también formularon sus propias creencias, algunas totalmente descabelladas. El desorden era tal, que hubo que imponer las cosas a fuerza de dogma.  Sin embargo, pese a todo, las herejías también transforman.

          Discrepancia y disidencia no son la misma cosa. La mayor parte de los movimientos heréticos acabaron sus días en abierta disidencia con el Papado, y no tanto sus doctrinas, algunos de cuyos postulados sirvieron para evoluciones posteriores.

           Los análisis y reflexiones doctrinales de Berengario son muy profundos, los de Lutero también. La Iglesia también se ha transformado y evolucionado con la acción de las herejías, o los movimientos disidentes. El más conocido de la actualidad es el de la hermandad Sacerdotal de San Pío X, del obispo rebelde Marcel Lefebvre, cuyo movimiento está aceptado con «comillas» por el Vaticano.

                                                  Corpus Christi

        La festividad del Corpus se instituyó en 1264, como una manera de sacar el Cuerpo de Cristo a las calles, forma última de la creencia cristiana. Todo lo demás son ornamentos y representaciones artísticas. La Sagrada Forma concentra el cuerpo de la creencia. Sin ella no hay nada. La visión y la forma de la Custodia del Corpus Christi se originan con las visiones de una monja hospitalaria de Lieja en 1208,  Santa Juliana de  Cornillón, cuyas visiones y textos forjaron la cimentación para la institución de la fiesta de solemnidad litúrgica del Corpus. Es una figura poco conocida, que apenas se menciona, rescatada de ese parcial olvido por Benedicto XVI, el Papa santo, en noviembre de 2010.

        La tarde del 18 de junio era calurosa, sin embargo los colores de la puesta de Sol bañaron las calles del mismo oro que la Custodia melillense del Corpus, en la que puede leerse: Recogida de limosnas por Fray Felipe de Coín, Capuchino 07/01/1932. Hay ciudades en las que es muy meritorio que la procesión del Corpus siga existiendo, uno de ellos es Melilla. Hay que ir a ver la procesión y acompañar la Custodia, todo el tiempo, solo al principio, en medio o al final, eso da igual, lo que importa es que no camine sola.

Asalto y ocupación de edificios en Melilla


Los menores errantes buscan alojamientos en edificios abandonados

    Según la terminología oficial de la Consejería de Bienestar Social, son marroquíes, por lo que en realidad es un problema de Marruecos. Atiende, ya con graves denuncias, a los que aceptan el alojamiento voluntario en el Fuerte de la Guerra de Margallo, enmascarado bajo el nombre de la Purísima Concepción. Todo lo que ocurra y hagan los menores errantes y abandonados en Melilla es problema de otra Consejería, la de Seguridad Ciudadana, que si brilla, es por su ausencia.

      Estos dos edificios están situados en la calle Duquesa de La Victoria, números 6 y 16. Están abandonados desde hace muchos años. El primero de ellos es de Enrique Nieto, pero esa marca ya da igual en Melilla, es algo que no importa a nadie. Los réditos que había que obtener por ella ya están amortizados.

    Los menores errantes y abandonados recorren la ciudad de un lado a todo el día y todos lo días. La población errante puede superar el centenar, y como cualquier otro ser humano necesitan dormir, alimentarse e incluso,  en lo medida de lo posible, asearse. Los lugares más indicados para cumplir con estas necesidades básicas en la «ocupación temporal» de viejos edificios abandonados, y de ellos está lleno el Centro de Melilla.

     El edificio de Duquesa de la Victoria número 16 es una pura ruina, y da indicios de estar «ocupado» desde principios de mes. El de Enrique Nieto, el número 6 fue asaltado probablemente en la mitad de la semana en curso, quizá el miércoles 14 de junio. En principio el agua sin usar de los bidones les puede proporcionar un elemento de aseo, y las habitaciones y baños sanitarios pueden ser usados sin problemas.

     Los elementos de adorno en el interior de los edificios pueden ser expoliados sin problemas y aportar alguna ganancia en su posterior reventa en el mercadillo de décima mano. La única manera de obtener alimento en este mundo es comprándolo con dinero, o mediante el trueque. Robarlo no, porque se trataría de «delitos menores» que les impediría el posible pase a la península, único objetivo de la estancia en Melilla.

      Cualquier día, este edificio o cualquier otro puede arder y producirse una desgracia de gran magnitud en la ciudad. El año pasado murieron 4 menores, dos quemados y otros dos despeñados en las rocas o ahogado. El peligro para el resto de edificios, vecinos y locales de la calle es enorme y constante.