Melilla, ciudad de bidones


                                      Nueva política de aguas en Melilla

          En la ciudad de las maravillas modernistas, pasa desapercibida la presencia de los bidones de almacenamiento de agua en las azoteas, sobre el altillo de las escaleras, y generalmente apoyados sobre sobre vigas de acero u otras estructuras. En la ciudad vieja todas las casa tenía aljibes,  sistema de almacenamiento de agua avalado  por 5000 años de experiencia. Con la expansión de la ciudad a principios del siglo XX, el bidón de agua en la azotea supuso uno de los mayores avances conocidos, pues se instalaba uno por vivienda, con entre 200 y 500 litros de capacidad.

            Melilla es la última ciudad de España en tener agua corriente las 24 horas del día, algo que llegó en los inicios del presente siglo, con la construcción del pantano de Las Adelfas, que se abastece de agua de la planta saladora. Esto no varió la situación de almacenamiento, porque en muchas casas los bidones de agua siguen activos, solo que ahora se rellenan de modo constante. Hasta ese momento, que nos igualó a las ciudades romanas del siglo I, los melillenses solo podían gastar agua entre las 8 de la mañana y las tres de la tarde. Los bidones están presentes en todos los barrios de la ciudad, y en todos las casas anteriores a 1970. Quienes los han padecido saben lo que son: escasez de agua y falta de presión.

             Incapaces de prever el aumento de la población y por tanto del consumo de agua, los actuales gestores de la ciudad ya solo ofrecen recortes en el suministro de agua y en la presión de la misma. No los imaginamos dirigiendo grandes urbes como Madrid, Barcelona, Málaga, Sevilla. Gestionar no es solo atender al presente, sino también prever el futuro de una ciudad.

             Así pues el pasado sigue siendo el presente en nuestra ciudad,  en forma de bidones, que no se ven en ninguna ciudad europea. Constituyen una reliquia de la que parece no hay manera de deshacerse, al menos en los barrio antiguos de la ciudad, aunque siempre es preferible esa situación, que la ausencia de agua en las viviendas, como sucede en otros barrios, en donde no hay bidones ni aljibes.

            En su modestia, junto a otros artefactos de la modernidad, como antenas de televisión o compresores del  aire acondicionado, los bidones siguen prestando el uso para el que fueron concebidos. A partir de ahora les prestaremos atención, en un nuevo espacio que vamos a crear, un espacio real, al que denominaremos como «Ciudad de bidones», sin otras rimas posibles, ni segundos significados.

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