Cabinas telefónicas en Melilla


                                 Relíquias útiles

   En Melilla todavía pueden verse cuatro o cinco de las antiguas cabinas telefónicas, que a la luz de las nuevas tecnologías de comunicación se nos aparecen como artefactos antediluvianos o totalmente anacrónicos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. A la compañía Movistar, antes Telefónica, le cuesta mucho dinero su mantenimiento, pero siguen resultando muy útiles, pues no siempre se dispone de una teléfono móvil, de hecho todavía hay quien no lo tiene y solo efectúa sus llamadas por las lineas regulares, las de cableado. Muchas veces nos encontramos con la sorpresa de que hemos olvidado el teléfono móvil, o no se ha descargado la batería, o también, se ha desconectado el satélite y nos encontramos con una zona de sombra o de apagón y no podemos efectuar la llamada. En una situación así, tener cerca un «poste telefónico» resuelve más de una situación comprometida.

          Si uno lo piensa, ya resulta extraño hablar con un poste, metiendo una moneda en una ranura  y que alguien te oiga. Resulta más lógico y aceptado coger una pastilla de plástico y hablar con alguien al otro lado del mundo y sin necesidad de cables o hilos,  enviarle una fotografía por el aire, o el eter, que tanto da. ¿Cuánto durarán las cabina?. Nadie lo sabe, pero de momento, ya las he utilizado recientemente y siguen siendo muy útiles. Nunca se puede desdeñar lo viejo solo por serlo; ni tampoco por su aspecto. Hay cosas que aunque no reparemos en ellas, son necesarias.

La Cañada de Hidúm


                        

              Historia de La Cañada de Hidum

        Hasta 1860 Melilla se extendía a lo largo de 1 km². Tras los acuerdos con Marruecos para la extensión del territorio melillense se añadieron a la ciudad otros 11 km², hasta completar los 12 actuales.  Se sabe que la comarca de Melilla era un territorio poblado desde siempre, en donde el peñón rocoso de la ciudad vieja, sería la zona en dónde se realizaban las transacciones comerciales, el lugar del mercado. Cuando llegaban los piratas, la población se refugiaba en el interior de la comarca. Todavía no se ha investigado a cuantos pobladores desplazó el acuerdo entre España y Marruecos, que debían incribirse en un registro del Sultanato marroquí y certificar las propiedades que tenían en la nueva zona española. En los acuerdos se especifica que era el Suktán de Marruecos el que debía pagar las indemnizaciones, que nunca fueron satisfechas.

        El caso es que entre 200 y 400 familias ( 1000 y 200o personas) quedaron desalojadas y se repartieron entre la cábilas limítrofes (Mazuza, Beni Chicar, Mezquita) y tmabién dieron lugar a la edificación de nuevas poblaciones, como Farhana, a donde se desplazó la mayor parte de la gente, incluido el propio Sultán, que ordenó edificar la ya derruida alcazaba de Farhana. Las guerras entre los propios cabileños y el sultanato volvía a originar un movimiento de desplazados, pero esta vez en dirección a Melilla. Hasta 1920 existía un gran campamento de refugiados marroquíes en el Cerro de Camellos, que ya no volvieron a Marruecos, entre otras cosas porque el Protectorado convirtió toda la zona del Rif en España. De aquella época datan los primeros asentamientos autorizados en la zona de La Cañada de Hidúm. Con la creación del cuerpo de Regulares Indígenas y la utilización de marroquíes por el Ejército de Franco, se autorizó la residencia de las familias de aquellos soldados que contribuyeron a la victoria franquista.

         Poco a poco y al margen de cualquier plan de edificación, La Cañada de Hidum se ha ido expandiendo de modo cosntante, pero desordenado. El trazado interior reproduce claramente el modelo morisco de asentamiento, situado sobre un cerro, con calles muy estrechas y con trazado serpenteante, en donde es fácil desorientarse. La expansión urbanística descontrolada ha multiplicado el barrio por 10 en apenas 20 años, con frecuente y habitual ocupación de terreno público. En nada se parece este barrio al de finales de la década de 1980.

                    ¿ Es posible legalizar La Cañada ?

    La Cañada es el único barrio de Melilla sin acceso a la red telefónica, o en donde la recepción de la televisión crea una zona de sombra. Alcantarillado o el acceso a la red de agua potable son cosas recientes. Incluso la instalación de la luz eléctrica presentaba ciertos problemas, ya que al no estar muchas viviendas legalizadas, no se podían obtener cédulas de habitabilidad y por tanto, no se podía realizar contratos de suministro eléctrico.

   El Plan para el Desarrollo de los Distritos 4º y 5º arrancó con mucha fuerza, pero parece que se va a quedar solo en el nombre. Para legalizar el barrio habría que ir edificando nuevas zonas y demoliendo otras, adaptándolas a un modelo urbanístico seguro, en donde puedan acceder los servicios de emergencias. Un desarrollo de ese tipo requeriría mucho dinero y eso parece ser que es lo que no hay ni habrá. Por tanto, atrapados en una situación muy difícil, sólo queda como opción el legalizar jurídicamente algo que de hecho ya es una realidad, pero eso presenta muchos problemas, porque aceptar como un hecho la ocupación de terreno público crea complicadas situaciones legales. Para hacer eso sería necesario impedir que se siga ocupando terreno público y  trazar una raya desde la cual empezar la legalización.

           Aun así, y aceptando todo lo anterior, hay zonas difícilmente legalizables, pues el urbanismo es tan desordenado, que en caso de catástrofe no podrían acceder los servicios de emergencias. Casas que no están construidas con los criterios vigentes de construcción y que en caso de ser legalizadas convertirían al Ayuntamiento en responsable civil de lo que ocurriese. Parece que tenemos un nombre para un plan de desarrollo, que puede quedarse solo en eso y en alguna que otra medida de titular espectacular, pero poco fondo social y político.

Conciertos a la luz del bordillo


                   En Melilla todo se queda en la propaganda. Los conciertos «a la luz de La Luna» suenan muy bien si uno no va a ellos y se limita a ver los anuncios,  y a lo que publiquen los medios de propaganda al día siguiente. Si se convoca al público de Melilla para que acuda a ellos, lo menos que se puede ofrecer es un trato digno y lugares en donde sentarse. Hasta la fecha he acudido a dos de esos conciertos, el de Mikel Erentxun en la plaza de Armas (supuesto auditorium al aire libre), y el de anoche de Natalia Dicenta.  En el primero la gente se quejó de dos cosas, la primera es que el artista miraba solo a los clientes del chiringuito y estaba muy alejado de las gradas en las que se situaban el público. La segunda queja, que sí apareció en un medio de comunicación, es que en las gradas no había iluminación de ningún tipo Lo que hacía peligroso el moverse por las mismas) ni sillas en donde sentarse. No todo el mundo puede sentarse en la piedra ni aguantar su dureza. También la gente se viste para este tipo de eventos y no puede acabar con sus vestidos y trajes limpiando el polvo del camino. Es una desconsideración absoluta.

                        El concierto de Natalia Dicenta

     Una artista como Natalia Dicenta se merece otro tipo de trato.  No se puede traer a artistas de esta categoría y luego abandonarlos en cualquier plaza público, sin iluminación sobre el artista, que estaba casi en penumbra y sin condiciones acústicas de ningún tipo, como la plaza de Estopiñan. Si el espectáculo se paga con dinero de los contrinuyentes y se solicita su presencia y se le invita a acudir, entonces hay que ofrecerle un trato digno, sillas en donde sentarse y también visibilidad sobre el artista. Nada de eso había anoche en el concierto de Natalia Dicenta.

         Eran muchas las personas mayores y de todas las edades que acudíeron al concierto, y luego no tenían en donde sentarse, ni casi lugar para ver con cierto decoro la actuación. Además, para la próxima vez: «Corten el tráfico en la plaza y cubran de sillas toda esa zona», porque los que decidieron quedarse, tenían que apartarse continuamente para dejar pasar a los coches. Una absoluta flata de respeto. Esa plaza no reune condiciones para conciertos, sin contar la dificultad de acceso, pues se llega a ella a través de las escaleras de los algibes, barrera infranqueable para personas con dificultades físicas. Tampoco existen urinarios públicos en las inmediaciones.

       No se entiende nada en Melilla. Los conciertos son para los melillenses o para dar cierto atractivo a las noches de Melilla La Vieja, por lo que el área encargada de los mismos debería ser Cultura o Festejos, pero nunca Turismo. Por cierto, el Viceconsejero estaba allí, apaciblemente sentado, mientras decenas de melillenses, muchas persoans mayores, poblaban los bordillos, el suelo o permanecían de pie. Créanme , no es criticar por criticar. Es que si se convoca al público, hay que ofrecerle un trato adecuado y eso es una obligación legal, no un capricho.

 

Melilla, playa de los cárabos


               Bandera Azul: ¿realidad o ficción?

          Hoy por hoy, es la mejor playa de Melilla. Todas las dotaciones de servicios se encuentran en sus inmediaciones; socorristas, primeros auxilios, casetas de información. En esto no influye para nada que la zona residencial media-alta de Melilla viva en el Paseo Marítimo. Nuestro gobierno no discrimina por ese motivo ni concentra sus atenciones en una determinada área. Las pasillos de madera se encuentran en perfecto estado, así como las casetas de baños y servicios públicos y la zona de vestuarios. También se concentran aquí los vehículos y los accesos para personas discapacitadas. En nada influye que el Presidente de la ciudad habite en una urbanización de la zona o que frecuente esta playa, de hecho se le suele ver paseado con bastante asiduidad.           

          Las playas del Industrial o de la Hípica tiene unas dotaciones en estado lamentable o inexistentes. A los «usuarios exclusivos de La Hípica les da igual», porque ellos tienen sus casetas en donde asearse, comer y zonas reservadas de aparacamientos. Además, los privilegiados del «aparheit social» que representa esta club, disponen de sus piscinas, zonas de vestuarios, taquillas personales y duchas. La ensenada de Los Galápagos, la playa de La Alcazaba o la de Horcas Coloradas carecen de todo, pero eso no importa. A la última de la playas le cogieron manía porque fue una obra del «gobierno socialista» de Rodriguez Zapatero y prefirieron que se hundiera antes que dotarlo de servicios y dotaciones públicas.

                    El 52% del litoral melillense está en perfecto estado

          Este fue un titular muy curioso que abrió la campaña del verano de 2012. Si lo invertimos nos está diciendo que el 48% del exiguo litoral de baño melillense no está es estado óptimo, lo cual no resulta comprensible, pues apenas tenemos dos kilometros de línea de playa. O sea, que el propio gobierno de Melilla reconocía que su gestión solo ha logrado poner en uso óptimo un escaso 52% de las playas de Melilla. Eso es un aprobado muy raspado. Lo sorprendente es que fueran ellos mismos los que ofrecieran el dato, aunque está claro que ni se dieron cuenta de lo que estaban diciendo.

          En otras playas, como la de La Hípica, la permisividad con respecto a las moragas como consecuencia que esa parte del litoral parezca casi una mina de carbón a cielo abierto, dada la gran cantidad de este mineral que se encuentra en la arena.

                      Playa de Los Cárabos

      Melilla se divide en dos grupos en la temporada de baños, a saber, los que prefieren las playas con poniente y los que la prefieren con levante, moderado en ambos casos.  Con poniente moderado esta playa presenta un aspecto caribeño y paradisiaco. El agua está muy limpia y a temperatura más que satisfactoria. En estos días se disfruta mucho de la playa de Melilla y si el día no es demasiado hirviente, entonces uno se siente a gusto con lo que la ciudad le ofrece, aunque sea poco. En una ciudad tan pequeña, la gestión debería ser óptima en todo el litoral.

          Sin embargo, esta visión y sensación idílica solo se mantiene en la zona acotada, bajo la regencia de la bandera azul. Si uno intenta dar un paseo más largo de la cuenta o adentrarse en los diques que separan las playas, lo que se encuentra ya no resulta agradable, ni a la vista ni al olfato. Ya no hay visiones idílicas, si no ir sorteando un mar de cristal. Una caída en ese paseo puede significar un problema grave. Es una auténtica pena, porque de estar bien limpios y acondicionados podría resultar interesantes como zonas de pesca, de paseo, o para hacer fotografías. Cualquier cosa antes que dejarlo en manos del lumpen.

                                       

La desembocadura del Río de Oro en Melilla


                La parte final del río de Oro en Melilla es, con alguna desviación, un eje Este/Oeste, por lo que el Sol sale y se oculta sobre su cauce. La presencia de aves en su mínimo, aunque sucio humedal, produce imágenes hermosas, en una ciudad que apenas tiene contacto con la naturaleza. Cualquier zona en la que se asiente el elemento natural empieza a ser vista como una amenaza y ya solo se desea cubrirla con cemento. En los lagos y arroyos artificiales del Parque Forestal había una población de tortugas y de ranas que fueron eliminadas por la Consejería de Medio Ambiente porque el croar de las ranas molestaban a los vecinos. Fue algo insólito ver a una consejería eliminando  el medio ambiente. Solo se quieren decorados.

         Lo más fácil y barato sería conseguir que la estación depuradora de aguas consiguiese depurar y purificar el agua de la desembocadura del río. Es una cantidad de agua mínima, pero tras más de 10 años no han conseguido el más mínimo logro. Durante esta década la única acción que se realiza de modo constante e inutil es la de rellenar con tierra la desembocadura, en la línea de playa y volver a abrirla en cuanto la acumulación de aguas resulta demasiado infecta.    Quien quiera ver cómo puede gestionarse un cauce como espacio ciudadano, solo tiene que ir a Málaga y en el puente de Las Atarazanas ver de qué manera se recuperó el tramo final del río Guadalmelina, que en la década de 1980 era una escombrera.

                         Tardes de Alminar

        Son aquellas en las que el cansancio, la necesidad de relajarse y desconectar, o las condiciones climatológicas imponen el no hacer nada. No hay nada que hacer o no se puede hacer nada frente al asalto de la dura realidad cotidiana y se impone detenerse frente a cualquier actividad. Leer, ordenar cosas, rebuscar papeles perdidos o contemplar fotografías, en el refugio del Alminar.

   Nota: En el Blog de DaniJSR publicaron una entrada dedicada a las aves del Río de Oro. http://fotohistoriamelilla.blogspot.com.es/2011/10/aves-en-el-rio-de-oro.html

La torturante espera del autobús


     

            Estas marquesinas fueron instaladas en la época de Gonzalo Hernández como alcalde de Melilla (1983-1991). El concejal delegado del área era Flavio Jiménez. No sé si fueron objeto de alguna renovación durante la época de Ignacio Velázquez ( 1991-1999). Desde entonces el deterioro que han sufrido es absoluto. Esto es la plaza de España, máximo escaparate turístico de Melilla. Aquí todavía hay suerte, porque los bancos siguen existiendo, aunque sean sillas de tortura, similares a la cuna de Judas empleada por la Inquisición. Esperar ahí sentado la COA durante 15 minutos aplasta la zona sacrocoxigea, y supone un riesgo elevado para la zona perianal.

           Aquí hay sombra porque las enredaderas agarraron en las pérgolas y proporcionan algo de frescura a la tensa espera del autobús urbano. En la mayor parte de las paradas de Melilla ni siquiera existen. Al usuario de la COA solo tiene como opción la espera a la intemperie y el rigor climatolígico, así en el verano como en el invierno. Algunos tienen suerte, como en la parada de la plaza Torres Quevedo y unos estupendos bordillos sirven como bancos, aunque sean de piedra. En la esquina de la Comandancia solo queda la espera a pie. En otras partes de la ciudad, casi la nada.

      Nota: Acaban de subvencionar el 55% del billetes de autobús los sábados y los domingos para fomentar su uso, pero no hay quien espere 1/2 hora en estas condiciones. Esa es la frecuencia de paso en fines de semana. También podrían haberse gastado esos 30.000€ de monolitos y losetas turísticas en renovar las marquesinas de espera o instalar bancos y asientos dignos de seres humanos.

     PD: https://elalminardemelilla.com/2011/09/23/melilla-sin-transporte-publico/

 

El ayuntamiento de Melilla paga la convidá


        

           Barra libre de 80.000 cañas de cerveza en Melilla

        La ley seca prohibió el consumo de alcohol en Estados Unidos entre 1920 y 1933. Fue un disparate que ha pasado a los anales históricos. En Melilla el Gobierno local promoverá y financiará la mitad del consumo de 80.000 cañas de cerveza o chatos de vino en una iniciativa dislocada y sin parangón en ninguna ciudad española. No más de 15 bares participaran en semejante campaña, mediante un sitema de bonos de dudosa forma de reparto. Estamos muy acostumbrados a deambular por las dependencias municipales preguntando por tal o cual iniciativa cultural, de las que se llevan a cabo mediante el sistema de pases, y luego no encontrar el modo de hacerse con uno.

       El 75% de los bonos-caña, se reservará para los melillenses, que tendremos asignadas 60.000 consumiciones, mientras que los turistas, visitantes de cruceros y viajeros extranjeros dispondrán de 20.000 consumiciones financiadas al 50%. Unas cifras de record, presentadas el mismo día en que el Ministerio de Sanidad aprobaba un convenio con el sector de la Hostelería en España para reducir el consumo de alcohol, tanto entre jóvenes como entre adultos.

         Subvencionar de esta maneras a los bares melillenses es algo que ya se ha hecho en otras ocasiones (ruta del tapeo), aun así, este tipo de subvenciones  a empresas privadas presentan dudas legales. Resulta incomprensible que se haga esto en medio de una crisis en las que este tipo de dispendios deberían estar desterrados. Está claro que las informaciones sobre «comilonas» y «copas de vino» que se regalan nuestros representantes públicos hacen mella y han optado por conceder «una barra libre» para la parte de Melilla que sí consume alcohol. Así bebemos todos y el Ayuntamiento paga «la convidá».

       Son 80.000€ (12,5 millones de las antiguas pesetas), de las que aproximadamente le caerá una media de 6000€ a cada bar que participe en la campaña de «barra libre». Todo un regalo navideño. Santa Claus traerá este año a Melilla cerveza para todos.

                           Sector de Hostelería

         La perplejidad era hoy absoluta en el sector de la hostelería melillense, en donde nadie sabía nada y vagamente recordaban «la ruta del tapeo», celebrada hace años y ya no se recuerda con qué grado de éxito. Todos los melillenses que viajamos a ciudades en donde el sector hostelero es básico en su economía, no hemos visto nunca una iniciativa semejante. En la calle y entre la ciudadanía la sensación era casi de indignación.

           En Melilla hay mucha gente con dificultades económicas, con necesidades básicas y asistenciales por cubrir y no son capaces de comprender cómo se puede gastar el dinero en una iniciativa así, que sólo acabará favoreciendo a los «locales de moda», a esos que ya sabemos que no tiene problemas económicos. Al final, la gran tajada quedará en manos de 5 o 6 locales como máximo y se beneficiarán de ella los personas sin dificultades económicas, o sea, aquellas que no tengan problemas en apartar 20 euros por pareja, para consumir en bares. Los que necesiten ese dinero para comprar material escolar, ropa, alimentos o cualquier otra cosa necesidad  básica, no se molestarán ni en pasar por la Consejería de Turismo. Es un absoluto despropósito.

     Nota:  Enlace de la página Web del Gobierno de España. http://www.lamoncloa.gob.es/ServiciosdePrensa/NotasPrensa/

MinisterioSanidadServiciosSocialesIgualdad/2012/250712AnaMato1.htm