La espera interminable


                                      La carrera Africana de Melilla

        Se está imponiendo entre los deportistas, al modo de los ochomiles para los alpinistas, el participar y acabar las cuatro carreras legionarias: La Cuna de la Legión de Ceuta, la 101 de Ronda, la Desértica de Almería y la Africa de Melilla.

              Una organización perfecta, completamente integrada en la ciudad, y en la que hay que destacar la labor de los/as legionarios/as que de modo voluntario jalonan todo el recorrido y sirven de orientación y guía para los más de 3000 corredores y ciclistas que participan en la carrera melillense. A pesar de utilizar todo el trazado de la ciudad, y encontrarse con obras en puntos fundamentales del recorrido, la ausencia de atascos y  la normalidad del tráfico ha sido mayor que en un día laborable de la semana.

             Lo único que habrá que corregir para posteriores ediciones, esta ya es la 7ª edición de la africana, es el control de los participantes tras acabar la carrera, para hacer entrega de los diplomas, medallas de participación y ofrecer la bolsa de avituallamiento y la camiseta de recuerdo. El momento de mayor afluencia de llegada de corredores, tanto ciclistas como atletas pedestres es entre las horas 4 y 5 de la carrera, en la que suelen alcanzar la meta la atleta femenina, multitud de equipos, tanto ciclistas como corredores, y el grueso del pelotón masculino y femenino.

                  La espera se hacía interminable y desesperante. Los músculos se enfrían rápidamente, y pueden aparecer agarrotamientos y contracturas que no hayan sido visibles a lo largo de la carrera. A la salida de la carrera se entrega el dorsal y se controla la pulsera magnética que verifica los puntos de paso y que nadie se ha saltado parte del recorrido, aunque sea de modo involuntario.

                          En ningún momento se informa a los/as corredores/as participantes que puede salir de la cola, ir a darse una ducha, tomar algo caliente o ponerse ropa de abrigo, y regresar más tarde, porque el control de participación está abierto hasta las 23h 00. Participantes en otras de las carreras mencionadas, comentaban que en ellas no se excede en más de 30 minutos el tiempo de espera. Esta tarde en Melilla, la espera era superior a la hora y media.

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La Trinidad y un extraño anuncio


                 La fecha límite era el año 2007, pero no podemos recordar cuando apareció el anuncio, quizá un año antes. El asunto se debatió en el Foro infausto, en el que tantos y tantas melillenses invertimos trabajo y fotografías para luego perderlo todo. El Espíritu Santo es lo más serio que existe en las Sagradas Escrituras, por ello resulta difícil pensar en quién pudiera atreverse a jugar con un mensaje suyo para atemorizar a la población, porque avisaba a todos los residentes sin distinción.

                  El Espíritu Santo, παράκλητον (Parakleton) en griego, es algo a lo que nadie puede acercarse, la persona más enigmática de la Trinidad cristiana. Los que mejor han reflexionado sobre ella son los teólogos ortodoxos. En la tradición católica romana ha sido algo traspuesta por la presencia del Hijo, de Cristo. Esta trasposición del Espíritu originó una de las principales desavenencias, no resuelta aún, entre Roma y Constantinopla. No es lo mismo decir que: El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, que El Hijo procede del Padre a través del Espíritu Santo. Esta cuestión, conocida como Filioque, no es cosa de resolverla ahora.

                      Han pasado 11 años desde aquel extraño mensaje, que revelaba un versado conocimiento de las escrituras. Lo traemos ahora aquí para fijarlo y que no desaparezca. Sin embargo, y pese a todo, sí parece que fijaba una frontera, un límite. La crisis económica se inició solo un año más tarde. Esa fecha también abre  lo que en El Alminar denominamos como la «década perdida». La sensación actual en la ciudad es de desmoralización política, falta de futuro colectivo, y una caída lenta en todos los ámbitos, que se refleja en el constante éxodo que se está produciendo en la ciudad.

                              El Conde de Montecristo

          A lo largo de la historia de Melilla como ciudad, cuyo desarrollo se produce a finales del siglo XIX con los acuerdos de expansión del territorio, llegaron a hasta aquí multitud de personas que contribuyeron a formar un carácter único y cosmopolita. Melilla se convirtió en tierra de promisión y esperanza. Miles de hombres y mujeres dejaron aquí su huella, la mayoría de manera anónima. Luego nada de esto resultó ser, salvo para unos pocos. La ciudad se convirtió en La hija de Marte, como reflejara Francisco Carcaño.

                   Hace ya tiempo, en una casa del barrio del Real, encontramos en un rótulo de puerta, un nombre común, y un epíteto sorprendente «Conde de Montecristo». No hemos podio averiguar nada acerca de quién vivió ahí, y tampoco si realmente era el conde de Montecristo. Solo hemos encontrado un lugar con ese nombre, en el Concello de Paderne, en A Coruña. Es el pazo de Montecelo, un lugar de retiro del Opus Dei.

              Y a los que nos pregunta el por qué escribimos de estas cosas, les responderemos siempre igual. La literatura es necesaria para vencer a la realidad.

 

El viento y la suerte


                     Es una suerte  que no haya habido ninguna víctima en el derrumbe de este edificio, que ha colapsado por causa que se tendrán que investigar. Suerte que los daños sean solo materiales y escasos, porque los propietarios de la finca podrán hacer frente a ellos sin ningún tipo de problemas. Es una suerte que se haya caído solo, porque ahora será demolido un edificio histórico, sin necesidad de tener que esperar a la tramitación del expediente de ruina. Suerte también porque un edificio ruinoso queda convertido, por un golpe de viento, en un solar dorado.

                     Suerte para Melilla, la ciudad abandonada, con decenas de edificios como este, que pueden colapsar y caerse en cualquier instante. Edificios en situados en barrios y calles muy concurridos, que esperan solo el derrumbe. Lo hemos escrito 70 veces 7 veces y podríamos escribirlo otras tantas. En Melilla lo que no se cae, lo tiran. No se comprende lo que sucede en esta ciudad, o quizá sí. En otra ocasión escribimos sobre un inmueble histórico en la calle Polavieja en situación de desplome, que al final hubo que derribar y en el que murió un trabajador de los servicios de demolición.

                      Hay algo que protege a los/as ciudadanos/as melillenses de los infortunios, pero no es la Administración Local, ni sus Consejerías. Nos encontramos ante la peor gestión de la historia de la ciudad. Existen un centenar de edificios como el que se ha caído, con la ayuda de Eolo, en situación peligrosa, pero importa más inaugurar una fuente en el río, o iniciar una campaña enloquecida de obras, que tiene a la ciudad en un estado de tensión y estrés insoportable.

                     Ha sido también una suerte que el derrumbe se haya producido en la noche, porque justo en esa esquina se colocan personas que se dedican a la compra-venta de muebles y electrodomésticos de segunda mano. Es un derrumbe, un colapso de un edificio que lleva abandonado 10 años, la década fatal de Melilla. El solar colindante ha sufrido dos o tres incendios y en el interior del edificio ha habido ocupaciones clandestinas hasta hace no mucho.

                        Ahora se derribará todo y desaparecerá más historia de Melilla, la de la Feria Hispano-Marroquí, la del convento de Adoratrices, la de la primera iglesia de Santa Mª Micaela. En esto Melilla no tiene suerte, porque no le importa a casi nadie.

Notas:https://elalminardemelilla.com/2011/06/19/la-iglesia-fantasma/; https://elalminardemelilla.com/2012/10/09/una-tragedia-con-responsabilidades/

Melilla, el arrabal de Fernando


         

               Fernando Arrabal, el melillense más grande y universal que ha dado esta ciudad en sus muchos siglos de historia, es tan grande, que ha convencido incluso a aquellos que no le querían, porque él siempre ha deseado ser querido en Melilla. Ha vuelto a la ciudad, pero en realidad siempre está, nunca se ha ido, porque en su obra siempre está Melilla de una u otra manera, al igual que su propia biografía. El mundo es la ciudad de Fernando, y Melilla su más importante arrabal. Es una unión imposible de ser disuelta y atravesará la posteridad.

                          En 1997, con ocasión del V Centenario de la Ciudad, se publicó su obra teatral completa, bajo la edición de Francisco Torres Monreal, y editada por el patronato del Centenario. También y por iniciativa de la Asamblea, se reinstituyó la Medalla de Oro de Melilla y ese primer galardón fue para él, que se le entregó en el Auditorium Carvajal, de manos del entonces Presidente Ignacio Velázquez.

             Luego llegaron los tiempos de olvido y de la negación, como Pedro. En enero de 2011 volvió a la ciudad casi «como un ladrón en la noche«, de la mano del disidente Velázquez y su extinto Populares en Libertad; y ofreció una conferencia en las catacumbas del Palacio de Congresos.

                                                         Arrabal y Pollux

               Para esta ocasión vino acompañado por el director teatral, traductor y dramaturgo Pollux Hernuñez, quien hizo una larga pero necesaria introducción, que empezó con un retraso no bien explicado. Lo escribimos porque Pollux dijo que una de las obsesiones de Fernando Arrabal era la puntualidad, hecho que luego fue ratificado pro el propio escritor, que dijo que «uno de sus defectos era su manifiesta imposibilidad para llegar tarde», explicando en una anécdota que dejó de asistir a una conferencia en la Universidad de la Sorbona, porque en la invitación olvidaron poner la hora.

                      Fernando Arrabal vuelve una vez más a sus raíces africanas, que no africanistas. Contó muchas cosas, como la influencia de Luigi Pirandello en su vida. Al parecer y según Arrabal, el dramaturgo italiano, tras serle concedido el premio Nobel de Literatura en 1934 afirmó que el futuro del teatro estaba  en África. El teatro Pánico, la renovación del teatro, surgió de las manos y de la cabeza de un escritor africano, Fernando Arrabal, nacido solo dos años antes de esa profecía. Pirandello era un escritor fascista, como recordó el dramaturgo melillense, porque el fascismo es lo que más daño le ha hecho en su vida.  En 1936, en Melilla, se inició la desaparición de su padre, el teniente Fernando Arrabal, y es esta ausencia y búsqueda del padre perdido, la que también está presente en toda la obra arrabaliana. Cuando se otorgó el nombre su nombre el Teatro Kursaal, pronunció la frase más hermosa posible: «Por fin el nombre de mi padre está ya en Melilla».

                                                       La inspiración

                     ¿Qué es la inspiración? se preguntaba Arrabal. «Es eso que todo escritor espera por la noches cuando escribe. Sin embargo lo que aparece siempre son los recuerdos y la imaginación». Esta es la cuarta vez que estamos frente al genio, frente al dramaturgo, frente al melillense más grande de la historia y hemos percibido algo nuevo. No solo es todo eso, es también un consumado actor. Sabe perfectamente en qué lugar se encuentra y frente a quién. No improvisa nada, mide cada palabra y cada gesto. No solo escribe y habla sobre él mismo, es que también se representa. Dice exactamente aquello que quiere decir y lo acompaña de gestos, cambios en el tono de voz y miradas. Una de las cosas que más le gustó de la pequeña sala de conferencias del Kursaal, es que tuviera espejo, y se mostró encantado de hablar frente a un espejo.

                  Desde aquella aparición de 2011, apenas unos meses antes de la creación del Alminar, siempre aparece en Melilla con la misma chaqueta, de emperador oriental y bocamangas napoleónicas. Sin embargo esta su chaqueta quedó manchada con la pintura de una pared o puerta recién pintada. Esto nos lo contó nada más vernos en la puerta del Kursaal, al saludar muy cariñosamente a su amigo, el escultor Mustafa Arruf, con el que volvió a reencontrase y con el que mantiene una larga amistad.

                     Poco público, poca difusión y una sala demasiado raquítica para la grandeza literaria y personal del melillense más universal. A cualquier otro, de infinita menos relevancia, le hubiesen ofrecido el Salón Dorado, la misma Uned.

 

 

 

Con el cuento en la mano


Elogio y reivindicación de una mujer cuentacuentos

           Una mujer cuentacuentos, Elvira Molina, estuvo inmensa narrando unos cuentos en la calle el pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Eran cuentos que invertían los roles y por primera vez las «palabrotas» se ponía en los labios de una mujer. Claro que para eso tendríamos que admitir que verbos y sustantivos admitidos por la Real Academia de la Lengua, como masturbar, clítoris o follar, son palabrotas y no palabras comunes de uso habitual entre los hombres.
Esta es una de las cuestiones claves en todo este asunto, aparte de los celos personales y cuestiones de protagonismo político y personal que parecen subyacer por debajo de toda esta política. Entre ese 8 de marzo y el día de hoy, hemos perdido a Elvira Molina como parte de la intelectualidad melillense. Era y es profesora universitaria y maestra de primaria, pero a partir de ahora será en Granada en donde desarrolle su actividad docente o educativa. En el último momento ha sido objeto del asalto del de la Melilla más pacata e hipócrita, que ha utilizado y deformado la lectura de unos cuentos reivindicativos, como parte de una campaña de intereses más bajos. Han apelado a la decencia y a la moral pública (las mismas que no respetan para otras cosas), para intentar empañar una jornada que sorprendió por su extraordinaria asistencia, su frescura y su mezcla espontánea.
Aquí da la sensación de que los que inician la crítica por el supuesto escándalo, no estuvieron en ningún momento en la calle durante el desarrollo de la jornada. El cuento del que ahora mostramos y compartimos el texto, no tiene nada de lo que se dice en los mentideros (nunca mejor nombrados) Es real como la vida misma.
CUENTOS PARA MUJERES LIBRES
Érase una vez… ¡Qué coño, hoy!
…Una princesa… ¡qué coño, una guerrera!
…Que era bella, dulce, educada, generosa y muy, muy buena… ¡Qué coño! Era valiente,
independiente, lista, intrépida, atrevida, aventurera, perspicaz, luchadora y muy, muy
cachonda
…Que esperaba un príncipe… ¡qué coño, no esperaba a nadie! La guerrera tenía cosas
más importantes que hacer, entre otras reconquistar el terreno que le habían arrebatado
esa saga de príncipes sapo, de príncipes bestias, de príncipes necrófilos que se habían
dedicado a colarse por las ventanas, a trepar por sus trenzas. Príncipes desmemoriados,
coñazo de príncipes… ¡qué coño coñazo, pollazo! Pollazo de príncipes que aparecían de
la nada para salvarlas sin que nadie se lo hubiera pedido.
…Una guerrera que hablaba con ratoncitos y pajaritos… ¡qué coño! Hablaba con sus
amigas, otras guerreras que, como ella, no esperaban la aprobación de madrastras hijas
de putero ni de hermanastras envidiosas ni de padres ausentes. Porque las guerreras se
ayudaban entre ellas, tenían planes, sueños y luchaban contra su verdadero enemigo…
¡la envidiosa mujer que codiciaba su belleza!… ¡pero qué coño de mujer envidiosa!
¡luchaban contra el patriarcado!
… La guerrera soñaba con el amor verdadero… Bueno, cuando se aburría, porque lo que
de verdad le quitaba el sueño era recorrer el mundo entero, conocer los lugares más
recónditos, también dentro de sí misma. Y mientras, entre tanto explorar y explorar, se
exploraba y se lo pasaba teta teniendo orgasmos a solas, con guerreros, con guerreras,
con ambos, con quien le salía del coño.
…Por el camino, hay que reconocerlo, se encontró con fraudes, con príncipes que
intentaron meterle un zapato de cristal y convertirla en princesa, con alguna que otra
bestia, con algún que otro traumatizado. Pero la guerrera sabe que ella no tiene el deber
de salvar a nadie. A todos ellos les mando al psicólogo a que se curaran y se pagaran
sus traumas solitos y a que les cuidaran su madre…¡qué coño, mejor su padre!
Si alguien la trataba mal, ‘ciao pescao’. Si alguien le chantajeaba se lo pasaba por el arco
del triunfo. Sus hermanas guerreras le habían contado historias de ese amor tóxico que
podría esclavizarla si no era rápida en la huida. Huye, guerrera, huye. Recuerda que una
retirada a tiempo es una victoria.
Y colorín colorado… una mierda, que el cuento no se ha acabado. Porque la guerrera, estudió, viajó, trabajó en lo que le dio la gana y sobre todo, amó y se folló a quien le salió del mismísimo. Y no comió perdices con ningún príncipe. Se buscó un guerrero que le comiera bien el coño. Por los siglos de los siglos, Amén. Palabra de Diosa.
#AmorRomantico #HolaGuerrera #CambiaElCuento #CuentosParaMujeresLibres

La vida en la calle


 

             El invierno ya acabado de 2018/18,  no ha sido ni muy frío, ni lluvioso. Esto ha favorecido la vida en la calle de los sin techo, que habitualmente estimamos en 1000 personas. La primera vez que nos encontramos con él, parecía un prisionero en una celda de castigo urbana para disidentes del régimen.  En verdad recordaba al Gulag, pues «la celda» tenía barrotes y colchoneta. No la publicamos para que la represión no actuara sobre el indigente, que es lo que suele ocurrir cuando se publica una foto así. Quien fuese ya ha pasado ahí el invierno y eso que lleva ganado.

             Aun así, no hace falta salir a buscar «viviendas improvisadas», pues es algo que cualquiera se encuentra constantemente, paseando por Melilla la Vieja, o haciendo deporte por el sendero luminoso del arroyo Mezquita. La vida en los márgenes sociales es algo que existe en cualquier ciudad, pero hay que alejarse mucho del centro urbano y de los barrios para llegar hasta los poblados chabolistas.

               En la punta del peñón calcáreo sobre el que se asienta la Ciudad Vieja, más allá de la «Boca del león», en donde otros inviernos anidaba una colonia de cormoranes negros*, viven ahora un grupo no determinado de menores desamparados. En las soleadas mañana del mes de marzo secaban sus ropas húmedas al sol y realizaban sus estiramientos matinales, para luego volver a introducirse en su habitáculo. Esto está a la vista de todo el mundo salvo del que no quiera fijarse.

                El otro asentamiento chabolista se encuentra en el cauce del arroyo Mezquita, muy cerca de la sede de Promesa, la empresa para la promoción económica de Melilla bajo los terrenos de la ruinosa ciudad del fútbol, y esto sí resulta una ironía política y social.

                 Estas son las imágenes de la gestión de la ciudad en la última década. Más de 10 millones de euros invertidos en pavimentaciones en los últimos 5 años, y el resto de la ciudad abandonada. Puestas de manifiesto estas realidades, no resulta extraño que Gaselec, haya decidido proteger su subestación de distribución de electricidad en el Polígono de almacenamiento o Industrial, con una sirga.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2015/01/19/cormoranes-en-melilla/

En el estanque dorado


                                 Imágenes de una gestión

              Ante las impávidas miradas de las esfinges prontas a desaparecer, que tanto han visto, suceden decenas de cosas en las que nadie parece fijarse, o a las que ya no se les da importancia por suceder habitualmente. El ser humano se acostumbra a cualquier cosa. No hemos acostumbrado a unos mínimos, que ya no pueden verse en ninguna capital de provincia, salvo en los barrios más destartalados, las colonias urbanas

             Se han gastado 100.000€ en hacer un estanque sin futuro. Lo que en el lenguaje común es llamaría charco de ranas. La ciudad merece estar adornada, pero no en el frenesí del último cuatrimestre antes de las elecciones. En Málaga, ciudad en la que tanto gusta ahora mirarse, el tramo final del río Guadalmedina está acondicionado para juegos, paseos, e incluso para bicicletas, desde hace más de una década. Este es el retraso mínimo que llevamos en Melilla. Una década, la última, completamente perdida para el desarrollo de la ciudad. Nada se ha hecho en la desembocadura del río en todo este tiempo.

           Todo tiene nombres pomposos, pero está hueco. El paseo andaluz del Presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, en Melilla la Vieja, es un montón de casas en ruinas a un lado y otro de la calle San Miguel. Todas las casas por donde paseó el Presidente de la Junta están cerradas, en ruinas o derribadas. El pueblo estaría deshabitado salvo por las viviendas protegidas que allí se edificaron en la etapa del alcalde Gonzalo Hernández.

            Ahora hay un frenesí decorador de la ciudad, con obras por todos lados que elevan el estrés ciudadano  hasta límites intolerables. Nuevas aceras, obras a toda prisa, campañas de asfaltados, ruidos de maquinarias a todas horas. Todo para ocultar que en la última década nos ha devorado «la nada», como diría Sartre o Michael Ende.

                 Melilla es como La Historia Interminable, hace falta una palabra mágica que la salve, y es «imaginación».