En el estanque dorado


                                 Imágenes de una gestión

              Ante las impávidas miradas de las esfinges prontas a desaparecer, que tanto han visto, suceden decenas de cosas en las que nadie parece fijarse, o a las que ya no se les da importancia por suceder habitualmente. El ser humano se acostumbra a cualquier cosa. No hemos acostumbrado a unos mínimos, que ya no pueden verse en ninguna capital de provincia, salvo en los barrios más destartalados, las colonias urbanas

             Se han gastado 100.000€ en hacer un estanque sin futuro. Lo que en el lenguaje común es llamaría charco de ranas. La ciudad merece estar adornada, pero no en el frenesí del último cuatrimestre antes de las elecciones. En Málaga, ciudad en la que tanto gusta ahora mirarse, el tramo final del río Guadalmedina está acondicionado para juegos, paseos, e incluso para bicicletas, desde hace más de una década. Este es el retraso mínimo que llevamos en Melilla. Una década, la última, completamente perdida para el desarrollo de la ciudad. Nada se ha hecho en la desembocadura del río en todo este tiempo.

           Todo tiene nombres pomposos, pero está hueco. El paseo andaluz del Presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, en Melilla la Vieja, es un montón de casas en ruinas a un lado y otro de la calle San Miguel. Todas las casas por donde paseó el Presidente de la Junta están cerradas, en ruinas o derribadas. El pueblo estaría deshabitado salvo por las viviendas protegidas que allí se edificaron en la etapa del alcalde Gonzalo Hernández.

            Ahora hay un frenesí decorador de la ciudad, con obras por todos lados que elevan el estrés ciudadano  hasta límites intolerables. Nuevas aceras, obras a toda prisa, campañas de asfaltados, ruidos de maquinarias a todas horas. Todo para ocultar que en la última década nos ha devorado «la nada», como diría Sartre o Michael Ende.

                 Melilla es como La Historia Interminable, hace falta una palabra mágica que la salve, y es «imaginación».

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Un comentario en “En el estanque dorado

  1. DESPILFARRO.

    No soporta el más mínimo análisis el desgobierno local del PP. Manirrotos y obtusos. Sectarismo. Cualquier votante no ciego (o no comprado) tendría muy fácil a quién NO votar. El presupuesto de Melilla por habitante no es comparable a ninguna ciudad en España. Y sin embargo, todo el mundo tiene un manojo de quejas que además de hacerlo sonrojar, harían dimitir a cualquier alcalde. Menos en Melilla, en la Melilla que parece que sí vota y ordena y manda sobre el resto.
    Apenas con «miedo al moro» y control mediático y social con las subvenciones.

Acostúmbrate a sufrir con paciencia las contrariedades, a escuchar en silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre los turbulentos y a permanecer tranquilo entre el estrépito del mundo.

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