- Soledad con corona de espinas
- Roberto Rojo, Vicario Episcopal
- Francisco Calderón, Consejero de Seguridad
- Titular extremo
Lo que más rápido socava y dinamita cualquier convivencia social, es la ofensa a los símbolos religiosos. Dentro de las ofensas existe una categoría, la más peligrosa, que es la gratuita, la que se hace por la pura soberbia y autosuficiencia de los autores. Parece ser este el caso de lo sucedido en Melilla en la noche del Viernes Santo, durante el «apagón de La Soledad». Hay dos cosas claras en este incidente, la primera es la actitud soberbia de los autores, condenable desde cualquier punto de vista, y que merecen ser puestos a disposición judicial, porque el suceso pudo tener consecuencias mucho más graves. Solo la casualidad, el destino, o la mano de La Virgen, como dice hoy el diario El Faro, nos salvo de consecuencias más lamentables. Los autores del incidente deberían explicarse y pedir perdón por lo sucedido, sin guardad rencor a nadie. Estas cosas se guardan en el inconsciente colectivo y algún día se pagan. No hay ninguna ofensa que salga gratis.
El segundo hecho a destacar, es que las consecuencias del incidente se agravaron, por estar toda la calle a oscuras, para cumplir con la tradición de oscurecer todo al paso de La Virgen de La Soledad, y esto es responsabilidad del Consejero de Seguridad Ciudadana Francisco Calderón. Antes que por su cofradía, o por la Agrupación de Cofradías que preside, el Consejero debe velar por la seguridad de todos los melillenses. En los tiempos que corren y aunque no hubiese existido incidente alguno, no parece muy acertado «autorizar» un apagón absoluto de las calles. La devoción, el respeto a los símbolos y tradiciones religiosas, no puede comprometer la seguridad ciudadana. Se pueden oscurecer las calles, pero no hasta el punto de la tiniebla absoluta.
Hay que aprender de este incidente. Los ánimos sociales están caldeados, se están gestando minorías muy intolerantes, de clase social media-alta, que aprovechan cualquier ocasión para intentar incendiar unas bases de convivencia, asentadas sobre cimientos muy estrechos. ¿Alguien se acuerda de lo que provocó el comentario de unas «niñatas» en una red social, comentando despectivamente la situación de los palestinos?.
Un rico preguntó a Jesús si era lícito servir a Dios y pagar el tributo al César de Roma, a lo que éste respondió que: «A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César». En este aspecto, debe intervenir el Vicario Episcopal D. Roberto Rojo Aguado, y exhortar a los representantes religiosos de cofradías, que no compatibilicen sus cargos con los de representación política o pública, Deben separarse ambas esferas, porque entremezclarlas no trae consecuencias buenas