Sin previo aviso, sin anuncios en las entradas de las calles, sin posibilidad de salir una vez dentro del embudo, el lunes se iniciaron una obras de pavimentación en el Barrio de Concepción Arenal. La calle Querol quedó cortada de principio a fin, lo que convirtió a las calles de los maestros Mariano Bartolomé y José Molinares en sendas trampas para ratones, o vehículos en este caso. Todo cortado de una sola tacada y sin ninguna vía alternativa.
El estrangulamiento del tráfico llevado a cabo en distintas zonas de la ciudad, por planificaciones que no tienen en cuenta nada, está convirtiendo la circulación en un infierno, con una consecuencia clara, la inutilización del transporte público, que ya es realmente un transporte periférico. El plan de la ciudad accesible está resultando un plan de ciudad en colapso. Las dos falsas rotondas de la calle Duquesa de La Victoria, especialmente la de la desembocadura en la avenida de La Democracia, estrangulan el tráfico en todas direcciones. En horas punta y en épocas de colegio, el embotellamiento llega hasta la calle alcalde Antonio Díez.
El estado de obras, el apresuramiento en el ya definitivo último año de legislatura local, y probablemente del de una época, que se cerrará de modo inexorable, Los tiempos nuevos nos acabarán alcanzando de un modo u otro. Sin embargo, lo reseñable aquí es la falta de consideración con el ciudadano, que supone este modo de hacer las cosas.
También se han cortado todas las intersecciones de la calles Duquesa de la Victoria, la última en la prolongación de la calle Seijas Lozano, de manera que ya hay que recorrerla entera si se quiere cambiar el sentido de la circulación. Se dificulta la circulación privada, y también la del transporte, pero lo que se empeora de modo claro es el transporte urbano y el de los vehículos de emergencias. Se cierran unas calles y se saturan otras. Todo un plan rector.