Antoni Gaudí, el arquitecto prodigioso
El templo de la expiación de La Sagrada Familia de Barcelona, de Antoni Gaudí es una obra prodigiosa, tanto en su concepción, como en su desarrollo, edificación y construcción. Nunca dejará de hablarse de esos aspectos y hay demasiado escrito acerca de ellos, aunque nunca será suficiente.
La fachada más conocida, la de la Sagrada Familia, está construida y levantada entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX. La mayor parte del nuevo templo está en edificación desde casi un siglo después y las dificultades técnicas a las que se enfrentan los arquitectos son enormes, con grúas gigantescas que se elevan sobre los elevadísimos pináculos o agujas. No es posible saber cuáles hubiesen sido las soluciones técnicas pensadas por Gaudí, aunque es de suponer que en su cabeza estaría la idea de que el proyecto de una catedral o gran templo, supone una obra que abarca más de un siglo. El templo sufrió un parón constructivo de medio siglo.
Antoni Gaudí murió en 1926 cuando contaba ya con 74 años, por lo que sería consciente de que no vería acabada su obra, y también de que la evolución de los medios de construcción resolverían los problemas que él no podía acometer.
Cristo suspendido en su majestad bajo el baldaquino
Todo llama la atención, pero desde el mismo momento en que se entra en el templo, la atención queda fijada en el esplendoroso crucificado, suspendido en su majestad, bajo un baldaquino del que penden racimos de uvas. Al parecer la idea nace en una expresión del propio Gaudí, en la que afirmaba: que le gustaría que el altar estuviese bajo una parra. La idea principal surge de un oratorio del escultor colaborador de Gaudí, Carles Mani, realizado para la Casa Batlló, del propio Gaudí. Otros colaboradores de Gaudí fueron el arquitecto Francesc Berenguer y el escultor Llorenç Matamala.
La idea del baldaquino que cubre la imagen del crucificado cuenta con precedentes en la catedral Magistral de Alcalá de Henares, y también en la de Palma de Mallorca. La obra actual es del escultor gerundense Francesc Fajula.
La nave, el altar y todo el conjunto fue bendecido y consagrado por el Papa Benedicto XVI el 7 de noviembre de 2010, con la categoría de Basílica. Pero más que cualquier otra cosa que se pueda escribir, es preciso la contemplación.