La modificación de proyecto es algo consustancial a cualquier construcción, ya sea pública o privada. Cualquier incidente no previsto conlleva una modificación del proyecto y un sobrecoste. Esto lo saben bien los encargados de rehabilitar el edificio de Cruz Roja, que al hallar los sótanos, o antigua morgue, tuvieron que variar sus planes.
En una obra pública significa la apertura de un nuevo expediente y la tramitación de un nuevo presupuesto. En ocasiones, como sucedía en 2011 en el nuevo Hospital de Melilla, la modificación del proyecto original no supuso paralizar la obra, sino que todo se siguió desarrollando en paralelo.
Sin embargo, en diciembre de 2011 se produjo un cambio de Gobierno, y los nuevos gerentes del INGESA (Instituto de Gestión Sanitaria) tomaron bajo su mando el proyecto iniciado dos años antes, y exigieron a la empresa VIAS Y CONSTRUCCIONES SA., CONMA Y UTE, unas modificaciones que suponían una sobredimensión de las mismas. Tanto que las empresas entonces adjudicatarias denunciaron lo que consideraban «un enriquecimiento injusto» por parte de la Autoridad Sanitaria. Era hacer casi el doble, pero por la misma cantidad. En abril de 2012 se paralizaron las obras y el contencioso entró en fase de resolución judicial.
La sentencia 209/2013 del Juzgado Central de lo Contencioso-Administrativo dio la razón en lo sustancial a la empresa adjudicataria y demandante. Así hemos pasado de la pretensión de hacer el doble casi por el mismo importe, a realizar casi lo mismo pero por el doble. De los 45 millones de euros iniciales se ha pasado a los casi 90 actuales. Eso sí, el hospital que debería haber estado acabado en 2015/16, lo estará ahora en 2021/2022.
Todo esto conforma una década de retraso sobre el proyecto de sustitución de un hospital comarcal inaugurado en 1991. La saturación hospitalaria melillense es un hecho permanente y se sitúa en muchas ocasiones al borde del colapso, evitado solo por las elevadas cantidades que se pagan por los tratamientos e intervenciones en Málaga. Mientras la sanidad pública se deteriora en la ciudad, las clínicas privadas viven un insólito crecimiento, aunque eso sí, en casi completa escasez de especialidades médicas. Los melillenses hemos vuelto a las colas y a las listas de espera, pero el negocio sanitario privado aumenta.
La gran montaña
Desde el pasado mes de diciembre, la construcción se ha reanudado en la obra abandonada en 2012. Hay que revisar el estado del edificio para poder reiniciarlas. Sobre el lugar sobre el que se encontraban los viejos pabellones del Docker, se alza ahora una inmensa montaña de escombros. ¿De que se trata?. Es la solería de la instalación hospitalaria, que deberá ser recolocada al completo, pues se encontraba completamente levantada, deteriorada e inaprovechable. Esta es una de las consecuencias de la paralización, que por fortuna será subsanadaa.
Sin embargo, el daño hecho a la atención sanitaria de los melillenses y a la Sanidad Pública, tardará décadas en recuperarse, porque el futuro tampoco es seguro. El conglomerado Público de Empresas Industriales TRAGSA, se ha hecho cargo de las reanudación de las obras.