


El eterno retorno de lo mismo
Mariano Rajoy volvió a Melilla, una ciudad que es importante y que importa mucho en la historia de España. Los principales personajes que han configurado la historia de nuestra nación han pasado por aquí en algún momento, hasta el «soldado Josep Tarradellas«, primer presidente de la Generalitat de Cataluña tras restablecerse la Democracia en 1978. Mariano Rajoy lleva mucho tiempo viniendo a nuestra ciudad desde que en 1997, con ocasión del V Centenario, lo hiciera como ministro de Administraciones Públicas, para presidir los actos solemnes de la efeméride de la gloriosa conquista de Melilla, por las huestes del Duque de Medina Sidonia y bajo la administración del Obispado de Badajoz. Pese a todas esas visitas, quizá sea el personaje político que más veces nos ha visitado, nunca lo hizo como Presidente efectivo del Gobierno de España (2011-2018). Ante la proximidad de su victoria, Alberto Núñez Feijóo, también ha evitado pisar nuestro perímetro, porque Marruecos vigila a los presidenciables, aunque sí lo hiciera en la campaña de las pasadas elecciones municipales. La visita de Mariano Rajoy solo puede entenderse en esta clave, porque se trata de un ex presidente. Debería ser una obligación que todo Presidente del Gobierno visitase las ciudades de Melilla y Ceuta en su mandato.
Claves de la campaña inexistente
La campaña política en estas elecciones Generales de 2023 no existe en Melilla, porque la derrota es segura para todos, excepto para el Partido Popular, que cuenta con un colchón inabordable de 10.000 votos de diferencia con el siguiente partido. Tanto es así, que el partido que vuelve a liderar Melilla ha realizado tres movimientos que no ha explicado, ni que tampoco nadie se ha interesado por los motivos, como son el traslado del diputado Díaz de Otazu al Senado, y la sustitución de Sofía Acedo e Isabel Moreno, destinadas a integrar el gobierno de la ciudad, y a ser cabezas visibles en el mismo. Nadie lo ha preguntado y desde El Alminar tampoco lo haremos. Dentro de nuestro silencio, que mantendremos, nos parecía necesario mencionarlo al menos.
Si las previsiones son las que son, dentro de poco habrá que renovar todos los cargos de libre designación dentro del área del Estado, y esto no es una cuestión menor.
Verdades y mentiras
Para saber qué es una mentira, primero debemos ponernos de acuerdo sobre qué es una verdad, y definir su contenido, como dice el profesor Pablo Frontela en su tesis doctoral «La Metafísica como problema lingüístico y gramatical en Nietzsche». Si no definimos ésta, no podremos saber cuando ocurre la otra. ¿Existen verdades en política? La realidad es que no, salvo que una afirmación sea tenida por una verdad, lo cual sería un error. «Nunca gobernaremos con Bildu» o «nunca gobernaremos con VOX«, afirmaciones hechas por los dos grandes partidos mayoritarios, no constituyen verdades, pero la realidad es que no se han cumplido ni la una ni la otra. Luego entra en juego el lenguaje y se afirmará que no es lo mismo «alcanzar acuerdos» que «gobernar con», lo que lleva cierta carga de veracidad. Lo cierto, lo relevante, es que Pedro Sánchez no ha sido un presidente mentiroso, aunque pase por ello, y que Alberto Nuñez Feijóo tampoco se ha distinguido por decir verdades, sino más bien, por eludirlas. Para evitarlo, tampoco acude al debate a cuatro de TVE en el día de hoy, para evitar «restar». La realidad de los pactos demuestra que es menos cierto que Pedro Sánchez gobierne con Bildu, aunque tenga su apoyo, que el que el Partido Popular gobierne con VOX, que es más evidente.
El síndrome de Casandra
Cuando nació el Alminar cambió el ciclo político nacional, cuando el Presidente Rodríguez Zapatero convocó las elecciones Generales para noviembre de 2011. A remedo de la gran profetisa Casandra anunciamos la amarga derrota que le esperaba, y así fue. Sin embargo, los dioses, para neutralizarla, consiguieron que nadie la creyera. Eso sucedió durante el largo asedio de Troya. ¿Qué ocurrirá ahora, nos preguntan? y mucho nos tememos que lo mismo. En mayo de 2011 Juan José Imbroda obtuvo una de sus más resonantes victorias, con más de 16.000 votos y 15 escaños en la Asamblea de Melilla. La situación se ha repetido 12 años después.
La diferencia actual es que el Presidente Zapatero esperó hasta noviembre , y que el Presidente Pedro Sánchez ha querido evitarse unos meses de agonía, en un gobierno internamente insoportable. Esta es la sensación que se transmite. Al utilizar la palabra «remontada» en la campaña, se está diciendo claramente que se va por detrás, lo que no resulta demasiado halagüeño. Todo dependerá de los pactos que «no van a hacerse», solo en principio, con el entramado liderado por Sumar y prolongado por Bildu-Esquerra, uno; y con la ultraderecha (porque lo es) de VOX, otro. Ambos pueden quedar atados por sus extremos. Pintan bastos para todos.
Siempre es el momento, pero no sabemos de qué. Puede ser el momento de avanzar hacia algo nuevo, o de retroceder hacia algo ya visto. Como escribiera Maquiavelo: «las experiencia muestra que quienes han hecho grandes cosas han sido los príncipes (gobernantes) que han tenido pocos miramientos con respecto a sus propias promesas«. Aquí ya no hay nada más que decir.