Lo que queda del bosquete


    Formaban un conjunto  de 21 árboles,  entre pinos, ficus y cipreses. Hoy sólo queda la mitad. En 2022 pasó por la zona el agente naranja de las obras, y lo arrasó, pese a las advertencias. En la mitad restante,  la que pudo salvarse de la quema, dos cipreses empiezan a tener el característico color del final, ese tono anaranjado que se asemeja a Marte, cuando se divisa en el cielo.

  No vamos a incumplir la promesa de no volver a escribir  sobre el acontecer político diario de la ciudad, salvo en aquellas cosas que la transciendan, como pueden ser las zonas verdes, el transporte,  la digitalización de archivos,  y el libre acceso a los mismos.

  Este pequeño bosquecillo, muy próximo a la moderna Clínica Rusadir, era una joya verde de la ciudad, con más de medio siglo de existencia, hubiese sido un completo perfecto tanto para la nueva zona sanitaria, como para el nuevo centro  educativo. Hoy cinco años después de la primera visita, la zona está en claro retroceso.

    Todo se sacrificó para la realización de un cruce de caminos impracticable y de diseño infernal. Si se salvó algo, fue por la presión social, pero de modo temporal. Se trata de salvar espacios ciudadanos. Este eran uno de ellos, muy fresco y agradable en la época del calor, que ya está próxima, y que en Melilla dura mucho.  Y no queremos diseños extraños, con árboles y fuentes de colores, solo zonas naturales, con raíces temporales, cuidadas y cómodas. Hoy la zona es intransitable.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2021/09/20/el-bosquecillo-de-francisco-pizarro/