Lo que queda del bosquete


    Formaban un conjunto  de 21 árboles,  entre pinos, ficus y cipreses. Hoy sólo queda la mitad. En 2022 pasó por la zona el agente naranja de las obras, y lo arrasó, pese a las advertencias. En la mitad restante,  la que pudo salvarse de la quema, dos cipreses empiezan a tener el característico color del final, ese tono anaranjado que se asemeja a Marte, cuando se divisa en el cielo.

  No vamos a incumplir la promesa de no volver a escribir  sobre el acontecer político diario de la ciudad, salvo en aquellas cosas que la transciendan, como pueden ser las zonas verdes, el transporte,  la digitalización de archivos,  y el libre acceso a los mismos.

  Este pequeño bosquecillo, muy próximo a la moderna Clínica Rusadir, era una joya verde de la ciudad, con más de medio siglo de existencia, hubiese sido un completo perfecto tanto para la nueva zona sanitaria, como para el nuevo centro  educativo. Hoy cinco años después de la primera visita, la zona está en claro retroceso.

    Todo se sacrificó para la realización de un cruce de caminos impracticable y de diseño infernal. Si se salvó algo, fue por la presión social, pero de modo temporal. Se trata de salvar espacios ciudadanos. Este eran uno de ellos, muy fresco y agradable en la época del calor, que ya está próxima, y que en Melilla dura mucho.  Y no queremos diseños extraños, con árboles y fuentes de colores, solo zonas naturales, con raíces temporales, cuidadas y cómodas. Hoy la zona es intransitable.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2021/09/20/el-bosquecillo-de-francisco-pizarro/

   

2 comentarios en “Lo que queda del bosquete

  1. No pertenezco a ningún partido. Siempre me ha dado mucho pudor. Tanto, como el de la gente que intenta figurar, con la intención descarada de «pillar cacho» en cuanto pueda. Por eso tras cada elección, donde se presentan casi 300 personas en listas, luego todo desaparece. Cero formación política (apenas alguno partidista), cero implicación social, cero procomún…
    Y claro, pasa lo que pasa con las cosas que no tienen repuesto, como los árboles. Grandes declaraciones (todos van a plantar miles de árboles en todas las elecciones), pero ni conservar lo poco que se tiene. Los árboles molestan, a pesar de que todos usan los contratos de jardinería para el trapicheo endémico de votos (trabajo no cualificado, a dedo entregado).
    Y como no tenemos gestores públicos, que lo que llevamos décadas padeciendo son gastadores de dinero público, pues así estamos. La soberbia y la necedad les impide tener un mínimo de razón. Da igual qué. Transportes, cultura, medio ambiente, empleo, deporte.
    Intenten decir el nombre de 10 miembros del macrogobierno local que nos cuesta millones de euros. Igual, de los «representantes» el gobierno nacional y sus respectivas «carteras». El 90% largo de los melillenses no sabríamos ni nombrarlos, menos aún a qué se dedican.
    Millones de euros.
    Y encima, el pequeño legado que nos dejaron nuestros abuelos…que se necesitan décadas para robustecer a un árbol…arrasado en minutos, a pesar de la oposición de los pocos a los que nos duele de verdad Melilla.
    Horrible panorama. Ni los votos ni por supuesto judicatura ni policía, ponen arreglo.

Acostúmbrate a sufrir con paciencia las contrariedades, a escuchar en silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre los turbulentos y a permanecer tranquilo entre el estrépito del mundo.

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