Barbate, el mar agitado


     La guerra contra el narco es sobre todo y antes que otra cosa, una guerra. Los defensores del Estado tienen medios, pero no los de última generación, ni siquiera se acercan a los utilizados por el ejército del crimen. Antes perder la vida o matar,  que abandonar la carga, ya sea droga o seres humanos. Ese es lema.

  La noticia de los agentes de la Guardia Civil muertos por la embestida homicida de de una narcolancha ha conmocionado a la opinión pública y quizá haya abierto algunos ojos, pero lo que está ocurriendo en la costa de Cádiz,  en las zonas de los Caños, en las desembocaduras de los ríos Guadiana y Guadalquivir es algo que conoce todo el mundo en la zona, y las fuerzas de seguridad relacionadas con la vigilancia del contrabando o del tráfico de drogas.

  En los últimos 5 años las noticias procedentes de la zona son inquietantes: se estrella un helicóptero de Vigilancia Aduanera, el apedreamiento de guardia civiles,  o el de agentes aduaneros atacados con piedras en el Campo de Gibraltar. Las muertes de agentes de servidores del Estado han sido varias. Es una actividad,  la del narcotráfico,  muy violenta. Todas las muertes se pagan o se cobran,  de una manera u otra. El pasado 1 de febrero moría el tripulante de una narco lancha en aguas de Cádiz

  David Pérez y Miguel Ángel Gómez han sido los dos últimos nombres en sumarse a la lista de agentes caídos en acto de servicio. No hace todavía un año del fallecimiento en aguas del Atlántico del oficial de Vigilancia Aduanera Carlos Esquembri, también el la lucha contra el narcotráfico. Ambos cuerpos (Guardia Civil y Aduanas) trabajan coordinada y conjuntamente en la lucha contra el crimen en la costa sur de España. Carlos Esquembri, que comandaba la patrullera Alcas desde su base en Almería hasta la desembocadura del Guadiana. decía que toda esta zona era más peligrosa y violenta que el propio Caribe, asociado desde siempre a la actividad de los piratas.

  La costa de Cádiz o la de Huelva son espléndidas para el verano, y para practicar deportes náuticos o el simple ocio veraniego, pero no son aguas tranquilas. Es normal ver desembarcar en sus aguas pateras con inmigrantes, ver a las lanchas de Salvamento Marítimo, helicópteros de la Armada, o descargar y recoger fardos de hachis y tabaco en las playas. Todo pasa en esta costa, pero desde hace mucho. Lo insólito es que se abran los ojos antes noticias tan tremendas, pero sin marcha atrás posible: la muerte de agentes de los Cuerpos de defensa del Estado. No es inusual ver narcolanchas, no demasiado escondidas, en playas relativamente concurridas. Si se combate al narcotráfico, y se expone a funcionarios a esta arriesgada e ineludible misión, debe hacerse con los mejores medios y dotación.

Roberte Saviano, el periodista italiano que mejor conoce las actividades del crimen organizado, ha avisado del traslado al sur de España de algunas de estas actividades. La lenidad de las leyes españolas,la no existencia de un mando único contra el crimen organizado, y la ausencia de un reglamento jurídico duro sobre la incautación de bienes del narcotráfico, nos convierten en un objetivo de las mafias de todo tipo y origen. Honor y recuerdo para los agentes caídos en la lucha contra el narcotráfico.

  

  

Ermita de San Ambrosio en Barbate


¿Qué ocurrió en el siglo anterior a la invasión musulmana de 711? ¿Qué sucedió en los siglos posteriores? Muy poco. El mundo visigodo fue desapareciendo y degradándose lentamente, hasta desaparecer en el olvido histórico, enterrado por uno de los mayores vuelcos históricos de la historia peninsular. La invasión y conquista romana se extendió a lo largo de dos siglos. La arabo-musulmana solo en diez años. El control del territorio y su dominio fue algo mucho más complejo y lento.

Las condiciones iniciales de tolerancia completa se fueron restringiendo con el paso de las décadas, con impuestos, con leyes, con las sucesivas oleadas de nuevos pobladores. La población hispano-romana o se fue acomodando a la nueva situación, o fue emigrando hacia el norte, a lo largo de los siglos sucesivos. Eran los mozárabes (cristianos en territorio musulmán). Su progresiva emigración hacia el norte, fue un elemento decisivo en la nueva cristianización por encima de las tierras más allá del Duero, la frontera natural que no rebasó ni colonizó el poder califal. La llegada de los Almorávides en 1086, supuso la desaparición casi completa de la población cristiano-visigoda en Al Ándalus.

Los datos históricos dicen que la ermita fue construida en el siglo VII y consagrada el 14 de noviembre de 644, con reliquias de san Vicente, san Félix y san Julián, sobre los restos de una población romana anterior. Los visigodos no ocuparon todo el territorio romano, ni todas sus ciudades. Hicieron usufructo de la herencia romana hasta la desaparición total del reino en 711.

La ermita se encuentra en la carretera entre Barbate y Zahora, dentro del paraje natural de La Breña y Marismas de Barbate. No es visible desde la carretera o camino de monte, lo que hace que esté más preservada, a pesar de su estado de abandono y ruina. Los arcos de la bóveda están sostenidos por una estructura metálica, que impiden su caída. ¿Cuándo fue abandonada? Probablemente en algún tiempo indefinido entre los siglos VIII y X. La población cristiano-visigoda fue transportando sus reliquias y enseres hacia las tierras de los inaccesibles reinos del norte, refractarios incluso al dominio romano. Los datos apunta a que don Pelayo era un personaje acomodado o incluso noble visigodo, llegado hasta el norte, para liderar el inicio de la resistencia frente a los nuevos dominadores de la península ibérica. El llamado camino de San Ambrosio sugiere algún tipo de ruta de peregrinación o romería, ya desaparecida de la memoria.

La realidad histórica nos cuenta que nada volvió a moverse hasta casi dos siglos después. Los pobladores cristianos del norte no volvieron a rebasar las fronteras naturales hacia el sur. La ciudad de León se mantuvo deshabitada entre 711 y 856, cuando fue repoblada por el Rey Ordoño I. Fue designada como capital del Reino de León en 910, dos siglos después de la derrota de los visigodos. En esos dos siglos, no existió reconquista alguna.

Hay dos acciones que preservan todo, una es el olvido, la otra la reutilización. Muchos lugares se están redescubriendo ahora como edificios y construcciones procedentes de otras época, gracias a reformas que descubren su oculto pasado anterior. En otros casos, como el de la ermita de san Ambrosio, cayeron en el olvido, en parajes alejados del tránsito, y se preservaron casi intactos. La ermita conserva todos los elementos de las anteriores construcciones.

La presencia del pequeño oratorio con cúpula junto a la ermita, sugiere tanto una posible herencia bizantina, como a la existencia de un antiguo morabito musulmán. Todo está preservado y casi oculto y así debe seguir, hasta que se restaure y cuide como la joya histórica y arqueológica que es.