Gaviotas


Gaviota

             ¿Solo es una?. No, están ahí. Al acecho, vigilantes, aunque no estemos o no intervengamos. Observamos todo, estamos frente a ellas, pero tampoco queremos dar un sensación de abandono. Todavía somos dueños de nuestro tiempo. Los pájaros siempre han estado presentes en El Alminar, igual que el color rojo, entre otros, desde el principio.  Fue una novela la que convirtió a la gaviota en un objeto de culto. Todo el mundo quería ser Juan Salvador Gaviota. como treinta años después un «avatar».  Estados Unidos condiciona y dirige los sueños del mundo desde hace muchos años. Recuerdo que leí la novela de Richard Bach y no fui presa del virus de la gaviota.

                  Hoy mi percepción sobre ellas ha cambiado mucho. Hasta que no llegué a vivir en una ciudad costera no alcancé a comprender  lo que son, y en lo que se han convertido. Las estampas marinas con el ruido de fondo de sus gritos siempre han parecido una imagen idílica. Son aves muy ruidosas. Se adueñan de todo el espacio disponible y son demasiado territoriales. Ni siquiera temen a los humanos. Aunque no se las vea, siempre están ahí con sus sobrecogedores gritos.

Levantando el vuelo


 

         He visto palomas aprovechar la corriente de aire que se bifurca sobre el capó de un coche para ascender en el último instante. He contemplado como una garcilla levantaba limpiamente el vuelo en apenas un trozo de terreno poco mayor que su cuerpo, lo que no conseguirá casi ninguna aeronave de construcción humana. He podido observar como gaviotas me miraban fijamente sin mostrar temor alguno, ni hacer el más mínimo movimiento. Y toda esa experiencia ya no se perderá.

         Todo está demasiado cerca en Melilla, pero también precisa de una observación continua y muy atenta. La misma fotografía que un día sirve para denunciar una situación en un barrio de la ciudad, otro solo refleja el limpio alzado del vuelo de un ave. A veces solo se quiere observar, sin sacar conclusión alguna.

          Hace un día despedíamos marzo con la imagen de un avión posándose sobre la pista de aterrizaje. Hoy alzamos el vuelo en el mes de abril, sin descanso alguno, sin tregua posible, con una garcilla  que limpiamente se levanta desde el asfalto.