Un baile de máscaras


Todo ha cambiado mucho en 12 años. Nos preguntan qué pasa, el porqué de la ausencia y del silencio del Alminar sobre acontecimientos actuales. Pero no pasa nada. A lo largo del tiempo cambian también los ritmos de publicación. Ahí abajo o allí fuera siguen ocurriendo cosas. Seguimos viéndolo todo. Hace ya tiempo que las personas solo observan. Los tiempos de los comentarios y del debate quedaron atrás. El tiempo político ha cambiado, ahora es muy indefinido. Han llegado ideologías inquietantes, de extremos que en un caso se vinculan con el fascismo y en otros con el comunismo. La utilización abusiva de los términos acaba por hacer imposible cualquier aproximación, así que es mejor alejarse de ellos en cualquier sentido. No regresarán como tales los extremos comunistas y/o fascistas, aunque esto acabe siendo similar al entierro de la sardina que se realiza cada año tras el carnaval. Porque lo que sí es esto, o a eso se asemeja, es a un baile de máscaras, en el que tanto el mal como el bien se camuflan, para aparentar ser una cosa que no son ni pueden ser, por propia esencia.

A veces, o quizá a menudo, el éxito es también mantenerse y regresar. Aquí en este blog regresamos muchas veces y nos hemos mantenido a lo largo de todo este tiempo que ya se antoja inmenso. El regreso del Carnaval 2023 y su farándula es un éxito, aunque sea en formas aparentemente más modestas que la anteriores. Seguimos apreciando la colisión de eventos, como la Semana de Jazz y el propio carnaval, al menos en sus actos centrales. Para próximos años, y si se mantiene el teatro Kursaal como sede del mismo, podría instalarse una pantalla de televisión en el vestíbulo, para que los que no tengan entradas, dado el limitado aforo, puedan contemplar tanto el pregón, como los concursos de disfraces y de chirigotas, caso de que remonten, como así esperamos.

¿Qué ha pasado en este tiempo? Pues muchas cosas, porque mientras la tormenta política azota un día sí y otro también, sin que se perciban claros ni días diáfanos, la ciudad bulle y vive. De todas las categorías de afirmaciones, las verdades políticas son las más efímeras, porque están vinculadas a un instante concreto y solo sirven para un contexto determinado. No es que sean comparables a las mentiras, porque estas también tienen su propia consistencia. Solo que las mentiras suelen permanecer más, y como los isótopos radiactivos se hunden en terreno porque lo atraviesan todo.

En la segunda quincena de enero, acudió a Melilla la escritora juvenil Rosa Huertas, para presentar dos novelas de su primera incursión en el campo de la narrativa adulta: La hija del escritor y Los héroes son mentira. La primera novela evoca la figura de Benito Pérez Galdós y la segunda son una recopilación de recuerdos sobre la guerra de Sidi Ifni. En la última semana de enero, la emisora Radio María, que se escucha sin interferencias en cualquier lugar de España e incluso en las autopistas, se trasladó hasta el templo arciprestal del Sagrado Corazón, para realizar en directo la emisión de su rosario vespertino. Decididamente nuestra ciudad está de moda.

En la zona antigua y fundacional de la ciudad, acabó por hundirse por completo el único horno público del siglo XVIII que quedaba en pie, y que sigue dando nombre a la calle. Ya solo es un amasijo de hierro vencido y de cascotes. El abandono de la parte vieja de la ciudad es monumental. Con todas estas cosas y otras muchas, este mes de febrero quedará marcado por el concierto que el rapero Morad el Khattouti ofrecerá en la plaza de toros el próximo día 25. Las entradas de albero ya estás todas vendidas y eso que eran las más caras (65€)

El baile público del Día de San Valentín, en el que por primera vez no se ha celebrado la tradicional y pantagruélica comida en honor al santo. Mientras tanto esperaremos a la cabalgata del Carnaval, que se celebrará el mismo día que el concierto de Morad. Quizá lo de concierto del año no resulte muy alejado de la realidad. La sensación es de desconcierto, pero por otras causas. En tanto que Crono prosigue su inexorable avance, ajeno a todo.

San Valentín y la encuesta de Carmina


                                     «Vivir a capona » en Melilla

     El pasado 14 de febrero la ViceConsejería del Mayor celebró una pantagruélica y estrambótica comida para 800 comensales. No era justificable desde ningún punto de vista. Para mayor excentricidad, se invitó a dos sacerdotes católicos, miembros afines de la comunidad musulmana y un representante de la comunidad judía de Melilla. A todo eso se le denominó «San Valentín multicultural». El despropósito es mayúsculo. Una cosa es que se compartan las celebraciones y se participe de todo, pero la Januká es un fiesta judía, el Ramadán es una fiesta musulmana y la Navidad es una fiesta cristiana. Lo único para lo que sirve todos  esos titulares peregrinos,  es para justificar es una «cena» sin sentido, pagada por el Ayuntamiento, para 800 personas, de las que el colectivo menor, eran los mayores. Es «la vida a capona», expresión melillense del gratis total y que inmortalizara  Francisco Carcaño en la novela: «La Hija de Marte».   

                     El poder enfermo         

        La muestra, o el síntoma del Poder enfermo que aplasta a Melilla, fue la presentación de una encuesta de satisfacción sobre esta comilona, que presentó el pasado jueves la Vice Consejera del Área, Carmina San San Martín. Hicieron una encuesta sobre los 100 «mayores reales» que acudieron a la celebración de San Pantagruel. Los resultados arrojaban un porcentaje de satisfacción del 9,5 (sobre 10), con respecto a la comilona y de un 9,81 (sobre 10), con respecto a espectáculo en su conjunto. Cualquiera estaría satisfecho con un resultado así, salvo la ViceConsejera, quien afirmó en público: » Que una encuesta tan bonita había sido espropeada por una asistente que voto cero a todo». Seguidamente, pese al anonimato de la encuesta, increpó a esa melillense díscola, diciendo que:  ¿Si no se lo pasa bien, por qué acude a mis fiestas?.

      La anécdota, por llamarla de alguna manera, muestra la concepción enferma del poder que se tiene en Melilla y también la propia enfermedad del poder absoluto. Habría que recordarle a la Viceconsejera San Martín, que no se trata de sus fiestas, sino las de todos los melillenses. Que su obligación es invitar a todos y que ella no es quién para decidir qué debe gustar y qué no. Después de criticar a esta persona, que claramente ya no será invitada a más ágapes, dejó claro que existe un buzón de sugerencias y reclamaciones, para mejorar posteriores eventos.

            Después de lo visto, yo nunca haría uso de él.

 Nota: Página web de la Viceconsejera San Martín, en donde se mezcla a la Viceconsejería que dirige, ella misma y el Partido Popular. «Todos a una!. Si la más mínima separación entre el ámbito Público, el privado o el político.          http://www.carminasanmartin.es/

  PD: Fotos de El Faro