


La lucha contra el amianto
Se intenta relanzar la actividad comercial en el Mercado del Real. Es un lugar muy frío e inhóspito en invierno e igualmente húmedo pero caluroso en verano. Es un lugar difícil, pero tiene una amenaza latente, la enorme extensión de su cubierta de uralita que se proyecta sin protección por todo el espacio.
El amianto se siente y se huele. No es el olor procedente de las cañerías y desagües. Tampoco es el inconfundibles olor de la pescadería y del zonal. Es algo diferente, que pica en los ojos cuando llevas allí más del tiempo recomendable, como en el tejado de Chernobil.
En un día estable, sin viento ni agua, esa cubierta resulta amenazante, oscura, tan oxidada. Un derrumbe allí convertiría todo en una zona infranqueable. En un lugar prohibido. Pero cuando hay viento todo es diferente. La fina película imperceptible que cubre toda la uralita, expulsa miles de pequeñas partículas invisibles pero letales. El veneno se mueve. Igual ocurre con la lluvia, cuando las canaletas reparten el agua por las inmediaciones, en incluso dentro de ña propia superficie del Mercado.
Después de 5 años de lucha en solitario contra el amianto, contra la uralita, desde El Alminar, consideramos una buena noticia que se haya iniciado ña elaboración de un catálogo de este material nocivo, con impacto directo sobre ña salud pública. El siguiente paso debería ser la elaboración de otro plan para su retirada, empezado por aquellos lugares en los que se realiza actividad pública, como este mercado.
Por eso preguntamos, de modo directo, sin margen para la duda, esperando una respuesta directa: ¿ Es seguro seguir manteniendo actividad humana y comercial aquí? Está ahí presente, se le nota, se inhala. Tenemos clara nuestra respuesta. ¡ No !