La historia del quiosco errabundo


De una entidad como la ONCE, se supone una preocupación máxima por las condiciones de seguridad e higiene laboral de sus trabajadores. Hay muchos trabajadores que venden cupones a la intemperie, en la puerta de centros comerciales o en zonas muy transitadas, en jornada laboral completa, y sin importar las condiciones climatológicas.

De la Consejería de Medio Ambiente debería esperarse una vigilancia extrema en cuanto a la instalación de los quioscos de venta de cupones y otras loterías de la ONCE, una organización que atiende hoy en España las necesidades laborales, físicas y médicas de muchos colectivos discapacitados, y no solo de las personas con discapacidad visual. Esta Consejería debe explicar el traslado de este quiosco, instalado originalmente en la calle del general Pareja y luego en la del General Chacel y finalmente en un rincón perdido, umbrío y húmedo de la plaza de los todavía Héroes de España. Debe explicar porqué no se permite la reposición del quiosco en su lugar primigenio, y si fue expulsado de la 2ª de las instalaciones, por la reclamación del propietario de un edificio, en la zona en donde ahora está el puesto de castañas asadas. Quien manda en las calles es la Consejería de Medio Ambiente.

La ONCE debe explicar si aceptó esa desubicación de motu propio o por presiones externas, y porqué no ha solicitado la reubicación en la calle del General Pareja. Los quioscos deben estar en los lugares más visibles, en zonas transitadas y sobre todo, en donde los trabajadores estén en mejores condiciones. En la actual ubicación, queda semioculta por la terraza de la cafetería colindante.

Desconocemos si el Gabinete de Seguridad e Higiene en el Trabajo actúa de oficio, pero este quiosco está actualmente ubicado sin conexión a la luz eléctrica. La lamparilla de alumbrado debe aportarla el propio trabajador, y funciona con pilas. Por tanto, el puesto laboral está expuesto a la humedad, al frio y al calor, sin protección auxiliar de ningún tipo.

Por si estas condiciones no fueran suficientes, el quiosco, de unos 400 kilogramos de peso, está elevado sobre el suelo con tacos de madera y trozos de ladrillo. No está anclado de una manera fija, lo que contraviene cualquier normativa. Es una situación vergonzosa y vergonzante, que exige explicaciones y soluciones definitivas.

4 comentarios en “La historia del quiosco errabundo

  1. Hasta que no te he leído no me había planteado estas condiciones. Y eso que siempre lo he pensado de los vendedores de lotería de la Cruz Roja o de las asociaciones tipo Médicos Sin Fronteras, Acnur, UNICEF… Pero en la ONCE nunca había pensado así. Y tienes toda la razón del mundo. También son trabajadores bajo toda suerte de condiciones climatológicas que aguantan el tipo del tirón. Espero que se solucione la precariedad que plantea ese quiosco que muestras.

  2. Pingback: Historia de un quiosco de la ONCE | El Alminar de Melilla

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