Aljibe antiguo de dos cuerpos Zona antigua del cerro Interior del aljibe Cuartel nuevo de Santiago, siglo XIX Muros derruidos de Santiago antiguo
Enrique Delgado
El tercer secreto de Santiago, el conocimiento
El primer sello descubrió la peste, la del amianto. El segundo sello abrió el de la muerte, la del soldado Benito. El tercero abre el sello del conocimiento.
La historia de este cerro es de sobra desconocida. Su posición domina todo el valle de Melilla. Para ello hay que imaginarlo todo sin el menor atisbo de construcciones, sin el desmonte, con laderas más pronunciadas que se extendían hacia los cuatro puntos cardinales. Cuando llegan los castellanos en 1496, según el León Africano, su población huyó a los montes cercanos, que no pueden ser otros que Camellos, Mª Cristina y Santiago, y en cualquier época debió ser lo mismo, sobre todo en los asaltos normandos, o de los piratas berberiscos y otomanos.
Todos están relativamente alejados, y solo al alcance de la artillería de grueso calibre, que no era tanta, ni tan precisa. La cartografía ofrece indicios, pero también tiene imprecisiones, porque solo recogía a lo que se tenía acceso. Lo desconocido era y es imposible de reflejar. Tampoco se refleja lo que no se quiere.
¿Qué esconde el cerro de Santiago?
En la parte alta del cerro y a la vista de Melilla, los castellanos edifican en 1571 y 1575 dos pequeños fuertes de planta redonda, de piedra y madera, que serán asaltados y demolidos en 1679. No sabemos qué había en la parte baja del cerro, ni en la ladera Oeste. Sin embargo, el bosque sagrado, la mezquita del morabito y quizá algunas edificaciones más, sí estaban allí, al menos desde el siglo XVI. Sabemos que estaban porque su demolición se incluyen en el Tratado de Demarcación de Límites de 1860.
La cuestión está en datar las dimensiones y construcción de la alcazaba rifeña. Si la zona la recuperan a finales del siglo XVII, es lógico y acertado pensar que fortificarían el cerro a partir de esa fecha. La única descripción conocida es la del relato de Memorias del Ayudante Álvarez, que sufrió cautiverio en 1858, en una serie de operaciones para arrebatar a los rifeños algunos cañones que tenían en su poder. En el relato nos enteramos de los puntos de ataque que los rifeños tenían en su poder: Horca baja, camino de Camellos y Trara.
La alcazaba perdida de Santiago
Las Memorias del Ayudante Álvarez constituyen el libro menos citado de la historia de Melilla, y del que desconozco si existe algún ejemplar en la ciudad. Su precio en el mercado de 2ª mano está en los 200€. El ayudante y luego prisionero Álvarez describe así la alcazaba: «A 860 varas de los fuertes exteriores de la plaza se levanta el cuartel llamado de Santiago, de un solo cuerpo y bastante área, construido por nosotros y tiempo hace en poder de los moros, donde establecen su guardia para hostilizar á la plaza, colocados detrás de las infinitas zanjas abiertas aquí y allá en el campo, y a las que dan el nombre de ataques». Aquí comete un error el ayudante, porque el fuerte español ya no existía desde 1679 y era de pequeño tamaño. Lo que también afirma el ayudante, es que los rifeños tenían un destacamento permanente de entre 200 y 400 hombres en las inmediaciones. Esto quiere decir que deberían disponer de dependencias, de aljibes, de algún tipo de muralla exterior.
Capturado Álvarez, nos sorprende con esta afirmación: «Pero los moros tenían orden de no matarle allí, sino al frente de Melilla en el sitio de la Higuera. El cuartel de Santiago se destacaba en el fondo como una masa oscura y gigantesca«. Con esta descripción, está claro que no nos encontramos frente al pequeño y demolido fuerte español, sino bajo una alcazaba de grandes dimensiones.
Tanta como para acoger durante un mes al sultán marroquí y Príncipe Muley El Abbas, y a un ejército de 1200 hombre, desde el 30 de octubre hasta el 20 de noviembre de 1863. Tras firmar el Acuerdo de Demarcación con el general Francisco Merry Colom, abandonó el territorio exterior de Melilla. Los españoles iniciarían la construcción del nuevo fuerte de Santiago en 1895. Todos los fuertes históricos hoy existentes, fueron construidos en los cinco últimos años del siglo XIX. La tipología de estos fuertes, no coincide en nada con los restos existentes en la parte alta del cuartel de Santiago. Es más, tampoco coinciden en nada con los restos más antiguos de otras construcciones y muros existentes en algunas zonas de la ciudad. Lo que más llama la atención, es el enorme aljibe de dos cuerpos, existente en esta zona, a la que denominaremos como histórica. No hay una sola alcazaba musulmana en España, que haya sido destruida tras su conquista. Todas fueron habitadas de inmediato y reedificadas a los usos y necesidades de los castellanos.
¿Qué hay en el cerro de Santiago? Ese es el cuarto sello, pero no nos toca a nosotros descubrirlo.
En Melilla crearía problemas hasta descubrir la momia de Tutankamón. El único descubrimiento admisible sería el de la tumba de un rey godo, Chindasvinto, Turismundo, Recaredo.