El hundimiento del amianto


La uralita hundida del Acuartelamiento de Estopiñán

El amianto, un agente contaminante para la eternidad, del que Melilla está plagada. Todos los cuarteles de Melilla están o estaban llenos de placas de uralita. Gran parte de ellas acabaron derrumbadas, fracturadas en el suelo, y camino de no se sabe dónde, porque sobre este tema «la omertá» es absoluta. Probablemente existen intereses creados y también complicidades. No solo está en los acuartelamientos, también en edificios de uso común y constante, como el pabellón Lázaro Fernández, el Mercado del Real, o las casetas de La Hípica.

El amianto, un material letal y pernicioso creado por la industria humana. El amianto que sabemos que está, es malo, pero peor es el que no está localizado. En la enajenación de acuartelamientos por parte del Ministerio de Defensa desapareció mucho. ¿Dónde están los cientos de placas que estaban en los barracones del acuartelamiento de Santiago, a dónde fueron? Son preguntas que nadie responde.

Descubrimos que convivimos con el amianto en verano de 2017, en una cantidad muy superior a la que creíamos ;cuando al renovar las tejas de la plaza de toros aparecieron las temidas placas de uralita. Estamos rodeados y seguimos sin plan, ante el silencio de las autoridades responsables. En algunas cuestiones, todo sigue igual en Melilla. Nada cambia.

Este techo de un arrancón del acuartelamiento Pedro de Estopiñan, lleva en peligro de hundimiento desde hace muchos años. La situación había sido advertida, pero eso no have variar nada en nuestra ciudad.

El peligro del amianto

El amianto, en forma de uralita, es peligroso durante su instalación y retirada. Estas miles de placas fueron instaladas y perforadas por soldados de reemplazo, que debieron respirar miles de partículas altamente cancerígenas. El otro momento de peligro es cuando envejece y se fractura. Al. hacerlo, libera miles de partículas letales que el viento esparce por las inmediaciones y por toda la ciudad.

Esto es lo que ha ocurrido en el acuartelamiento, que fotografiamos durante la visita del Presidente Sánchez a Melilla, el pasado 23 de marzo. ¿Cuándo se ha hundido? Entre el 20 de mayo, el día del terremoto de 5M y hoy, cualquier día de esta semana. Las réplicas posteriores al movimiento sísmico han quebrado una cubierta, que ya estaba seriamente dañada. Hoy está acordonada la zona del antiguo cuerpo de guardia.

El viento mueve las partículas, como en Santiago. Tenemos una nueva zona Chernobyl en nuestra ciudad. El silencio sigue cubriéndolo todo. Este incidente y el anterior del antiguo Hospital Militar, solo han sido comunicados por El Alminar de Melilla.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2017/12/16/uralita-destruida-en-el-hospital-militar/

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El amianto sin control


 

                 Cuando han pasado ya casi dos años desde que desveláramos la presencia masiva de amianto en Melilla, en forma de placas de uralita, no se ha tomado ninguna medida para evaluar la cantidad existente en la ciudad, ni la elaboración de un plan para su retirada. Solo se ha llevado a cabo la retirada en la plaza de toros, en el cuartel Gabriel de Morales y en los barracones del antiguo hospital militar. Tampoco sabemos qué se ha hecho con ese material y en dónde se ha depositado.

                       El fibrocemento en forma de placas de uralita se puede encontrar en toda la ciudad, desde un extremo a otro. La presencia más preocupante es: además de las placas utilizadas como cubiertas en naves industriales, cuarteles, en las casetas de La Hípica, en pabellones deportivos y mercados; la utilización de este material en los bidones de agua para el consumo humano, en todas las casas del centro de la ciudad y de los barrios antiguos. Son miles los bidones todavía existentes y otros tantos los eliminados a lo largo de las últimas décadas. El amianto está en contacto con la población en muchos lugares de Melilla.

                  Además de todo lo que ya se sabe, existe otro problema, y es el de la eliminación clandestina y oculta de las placas de uralita, que han aparecido fracturadas y abandonadas de manera descontrolada, en varias localizaciones de Melilla. La última de la que hemos tenido noticia está en una antigua vivienda de la calle Infantería. La casa está vacía y con las vigas al descubierto. No sabemos si está en obra o en derribo, pero queda claro que la cubierta o parte de ella era de uralita, y ahora yace fracturada en el suelo.

                El amianto conserva su peligro de modo latente, hasta que con el paso del tiempo se degrada y se forma una fina capa sobre su superficie. También cuando se fractura o se intenta eliminar de modo oculto.  En ese momento miles de micro partículas se liberan y viajan por el aire.   Con el fin de la segunda década del siglo XXI, Melilla no ha resuelto ninguno de sus problemas clásicos (paro, contaminación ambiental y futuro económico).

Melilla, el mar de amianto


 

Amianto, el veneno a la vista de todos

          Hasta que cayó en mis manos el libro de Paco Puche*, el mayor activista español en contra del amianto, no podía imaginar que el material venenoso estuviese tan cerca de nuestras vidas y en esas cantidades tan exageradas. Escondido bajo el nombre de uralita, y comercializado en España por la familia March entre 1943 y 1993, supone el principal problema de salud pública para la ciudad, y que hasta ahora ha pasado desapercibido o incluso ocultado deliberadamente. Tan solo unas pocas noticias en los últimos años y poco más, pero sin ofrecer dato alguno del «mapa del amianto» en la ciudad, pero que ya estamos elaborando desde El Alminar.

        La uralita como tal no es peligrosa, salvo cuando se degrada, cuando se retira, se fractura o es retirada sin las debidas garantías. La uralita solo puede ser retirada por empresas especializadas, no puede ser fracturada, ni llevada a los vertederos de escombros de manera oculta, para ser triturada y hecha desaparecer. La única forma de apartar las placas de uralita es mediante el desmontaje y almacenamiento, recogiéndolas en el estado en que se encuentren.

           En 2002 se prohibió su comercialización, producción y distribución en España, es más, tiene un periodo de vida útil, a partir del cual debe ser retirada. Toda la uralita instalada entre 1940 y 1960 debía haber estado retirada antes del año 2000. Existen una calendarios con su correspondiente fecha de caducidad y fin de la vida útil.  A partir de ese tiempo empieza a ser peligrosa, porque el deterioro en su superficie puede provocar su descomposición en fibrilas, partículas invisibles pero letales.

         En Amianto, ediciones La Catarata, de Paco Puche se dice lo siguiente en su página 17: «Esas fibras también pueden quedar atrapadas en el agua, y entonces se vuelve peligroso ingerirlas,. Si se respiran o inhalan, sabemos que pueden producir enfermedades muy graves, como cánceres o asbestosis; y si se ingieren , queda la duda de los posibles efectos graves que puedan causar con el tiempo».

         ¿Ingerir?. Es muy fácil, todos los bidones de almacenamiento de agua del centro de la ciudad y de las edificaciones más antiguas de Melilla son de uralita. ¿Respirar?. Los mercados de la ciudad, como el del Real, pabellones deportivos como el de La Hípica, las techumbres de los aparcamientos, todos los cuarteles de la ciudad (Santiago, Ingenieros, Artillería, Parque de Artillería, Intendencia, Gabriel de Morales, Alcántara), tienen uralita en sus techos, así como muchas azoteas del barrio del industrial, los talleres de la COA (Cooperativa de Autobuses, los Almacenes Weil del Paseo Marítimo, casi toda la techumbre de Isla de Talleres, y así hasta casi el infinito. Una de las zonas más preocupantes es el antiguo Hospital Militar de Melilla, completamente infectado de uralita.

           Ahora ya sí cuadran las cifras y los tiempos. La familia March se hizo con la propiedad de la fábrica de uralita en 1943, hasta ese momento propiedad de la familia Roviralta. Como pago o premio por su contribución a la financiación del Alzamiento Nacional, recibieron la concesión de instalar la uralita en los cuarteles, industrias, talleres, vaquerías, granjas,  lugares públicos y en cualquier otro lugar imaginable. El negocio fastuoso, el problema para la salud pública dantesco. La mayor parte de los trabajadores que produjeron la uralita y estuvieron en contacto con el amianto, contrajeron cánceres y otras enfermedades pulmonares

                                  Desamiantado, el gran problema

          El desamiantado de Melilla es una cuestión urgente, un problema al que hay que hacer frente sin mayores dilaciones. En Melilla se está retirando toda la uralita de la cubierta de la plaza de toros, en total secreto y sin saber en qué condiciones, ni qué se está haciendo con ese material. El problema es de gran magnitud, y necesita un Plan director, un tiempo de ejecución y una inversión millonaria. Hoy damos a conocer la magnitud del problema, en un tiempo corto ofreceremos el mapa del amianto o uralita en nuestra ciudad.

        Nota*: Todos los datos están extraídos del libro Amianto, una epidemia oculta e impune. https://elalminardemelilla.com/2017/07/26/amianto-el-mal-invisible/

Amianto en el Gabriel de Morales


           El amianto no es un material inocente, es letal, un agente cancerígeno del tipo 1, el más alto posible. El 15% de los casos de cánceres o de asbestosis por contaminación por amianto son de origen ambiental, o sea, provocados por su degradación o rotura. Su descomposición provoca que millones de fibrillas de amianto se esparzan por el medio ambiente. En España el amianto se comercializa, usa y distribuye con el nombre de uralita, que está presente en canalizaciones y conducciones de agua, en tejados de edificios y de aparcamientos, y en los bajantes y desagües de los edificios.

          Desde siempre, desde el principio, se supo que este mineral era perjudicial para quienes entraban en contacto con él, y eso quiere decir que su peligrosidad ya se detectó en 1889. Un reciente libro ha vuelto a recuperar toda la información sobre este peligroso agente que nos rodea de múltiples maneras, las principales en el sector de la construcción. El libro se titula Amianto, una epidemia oculta e impune. El libro está prologado por la periodista Soledad Gallego-Díaz.

           En España, casi todo el amianto instalado en edificios, en vías públicas, bajo el suelo de las ciudades, en colegios, en cuarteles, en pabellones deportivos, se llevó a cabo por la empresa Uralita, de la familia March, viejos conocidos de la etapa del Protectorado de España en Marruecos. A lo largo de 50 años, entre 1943 y 1993, la empresa de la familia March distribuyó casi el 80% de toda la uralita instalada en el Estado español. Pese a conocerse su letalidad, fue producido en el mundo entero en cantidades difícilmente imaginables. La inmensa masa de beneficios recayó sobre apenas unas pocas familias, como la Schmidheiny de Suiza. Pese a su riesgo, solo fue prohibido en España en el año 2002. Los afectados por el amianto, que son el 80% de los trabajadores directamente relacionados con este material, ven muy difícil el reconocimiento de la enfermedad como causa profesional y el reconocimiento de indemnizaciones. Las muertes producidas por el mesotelioma, o cáncer de amiento se sitúan en torno a 1.300.000 personas hasta el año 2000.

                       La letal peligrosidad del Amianto

          La producción industrial del amianto fue juzgada en Italia como un caso de homicidio voluntario y se intentó calificar como «genocidio» de tipo industrial. En Suiza se denominó al amianto como Ethernity, es la vanidad propia de los poderosos que se sienten impunes.

         La uralita, el amianto en España, tiene un período de vida útil, tras el cual se degrada y resulta peligrosa. Su descomposición puede provocar la pérdida de fibrillas en el ambiente. Su inhalación provoca enfermedades graves. El otro riesgo es la rotura, que al producirse provoca miles de partículas invisibles, inodoras e indetectables, que son letales.

       La situación en el cuartel Gabriel de Morales de Melilla es muy grave. Como puede apreciarse en las fotografías, queda una nave con el techo de uralita roto y fragmentado, en acceso completamente libre. A la vista de las fotografías surge otra duda, peor aún que esta evidencia y es la del resto de las dependencias sin techo. ¿Estaban también compuestos de uralita; qué se hizo con todo ese material?.

       La uralita debe ser retirada por empresas especializadas, con trabajadores totalmente protegidos y almacenadas  en depósitos, sin posibilidad de tratamiento alguno. Paco Puche, el autor del libro Amianto, identifica otro peligro no valorado aún, el que gran parte de esa uralita se haya retirado de modo clandestino, llevada a escombreras y triturada allí para ser reutilizada como material de relleno. Esta fragmentación devuelve las fibrillas de amianto al medio ambiente, con la posibilidad de ser ingerida o inhalada por las personas.

      La situación del cuartel Gabriel de Morales es muy grave. Lleva una década abandonado. La uralita existente está degradada y rota. Ya no es posible esconder la realidad de la amenaza.