Nave central y artesonadoAltar MayorIsabel II y Sor Patrocinio CoroArquerías interioresPúlpito y hornacinas
El mercado en el templo
El grupo propietario del antiguo templo lo denomina como de «los mil nombres», en el folleto editado al efecto, pero eso no es así. Tuvo solo un nombre: iglesia de San Pío XII, del convento del Triunfo de la Inmaculada Concepción. Bendecido e inaugurado por la Reina Isabel II, junto a su fundadora Sor Patrocinio, el 8 de octubre de 1859, en La Granja de San Ildefonso (Segovia).
Ambas notabilísimas e importantes mujeres, sobre todo Isabel II, fueron las más vilipendiadas en su época, en modos que siguen vigentes hoy en día. Por eso, dar la batalla por ellas es también batallar por la verdad, algo esencial a la existencia de este blog. Sor Patrocinio, una monja sin tacha, es probablemente la persona más perseguida por un Estado, en toda la historia española.
En el folleto editado por La Farm Studio, grupo propietario del edificio, se afirma que Sor Patrocinio fue «una persona influyente en la voluntad de la Reina». Esto es una imprecisión negada por la misma Reina Isabel II, quien califica a Sor Patrocinio «como la única amiga que realmente tuve». En la carta testamentaria, La Reina niega la influencia de la monja en cualquiera de sus decisiones, es más deja claro que jamás le pidió o solicitó favor alguno. Si la monarca española se lamenta de algo, es de no haber podido protegerla adecuadamente, en los múltiples destierros y exilios a los que se vio sometida Sor Patrocinio, que fue víctima de una persecución de Estado.
La Desamortización de Medizabal alcanzó de lleno a las Monjas Concepcionistas del convento, del que fueron desalojadas, sin compensación alguna, apenas 11 años después de su inauguración. Las propiedades expropiadas fueron malvendidas o arruinadas, y compradas por los únicos que tenían dinero en la época; los ricos y las grandes familias, que vieron incrementado sus patrimonios y su poder. Esas familias notables sí ejercían verdadera influencia sobre las decisiones del Reino de España, y lo siguen haciendo.
Por tanto, la que fuera iglesia del convento, solo tuvo un nombre, aunque sí múltiples usos posteriores. Sobre los terrenos del convento se construyó una urbanización de viviendas. De las imágenes, ornamentos, cálices y ajuar religioso, mobiliario, cuadros y pertenencias que hubiera en la iglesia nada se sabe, pero puede imaginarse cuál fue su destino. La apropiación de propiedades, de cualquier clase, en épocas turbulentas, es la principal vía de incremento de la riqueza patrimonial, a lo largo de nuestra historia. En 2021 pudimos entrar en la iglesia y fotografiar su estado más próximo al original, tras casi un siglo de abandono. Son ya 13 años de escritos e investigaciones sobre Sor Patrocinio y esta iglesia olvidada.
En esta visita, un lustro después, hemos visto el especial cuidado en la conservación de la arquitectura y pintura original. En aquel momento se estaba haciendo cargo de la restauración el grupo Santander, para su utilización como centro de convenciones. En este escaso margen de tiempo ha habido un nuevo cambio de propiedad y orientación. Un mercadillo de bisutería y decoración de alta gama, nos permitió acercarnos a su estado actual.
Esto nos enseña que las propiedades se suceden, pero que lo que permanece es el nombre original, y los de quienes lo concibieron y crearon. El legado es ese,lo otro es transitorio. Mendibal ya no es nadie, Sor Patrocinio sí, y sobre todo, Isabel II.
Hace 45 años que abandoné esta plaza, de El Salvador, y este barrio. En Segovia además de a la propia ciudad, se pertenece al barrio, con lo que existe una doble vinculación. Aunque no haya vuelto por allí, salvo en este fugaz paso, yo pertenezco, en algún modo a «El Salvador«, el barrio atravesado por el Acueducto, y que le da una fisonomía particular. Es un nombre potente, el máximo posible, y que también lo une con uno de los países de América Central, El Salvador, porque los nombres también se transportan, tanto en el tiempo como en el espacio, y luego se proyectan. Unos pueden olvidarse, otros se mantienen.
¿Qué es lo inmutable? Lo inmutable es la piedra, y lo escrito. En el entorno de la plaza de El Salvador, todo permanece inalterado desde que me fui de alli en 1979. No ha cambiado ni un ladrillo, piedra o adoquín, en todo este largo lapso de tiempo. Por eso es muy fácil regresar y conectar con los recuerdos, que en este caso son muchos.
La vorágine transformadora se ha adueñado de las ciudades, pero no de Segovia ni de sus barrios históricos. En el Salvador sigue en pie el Instituto en donde daba clases Antonio Machado, o el café de la plaza, El Gato, en donde desayunaba. Los recuerdos de cualquiera que haya vivido allí, son los mismos que los del gran poeta , los mismos de todos los que nos antecedieron, en los últimos 1000 años. Nadie ha visto imágenes diferentes allí. El lugar es inmutable. Aquí no hay «plataforma unica», solo una plataforma inalterable desde la conquista de la ciudad en 1085, momento en que los nombres empezaron a bajar hacia el sur, hasta la plaza homónima en Sevilla, que lleva el mismo nombre que ésta.
Son muchos los cientos de horas pasadas en esta plaza, entre 1971 y 1979. El atrio, la puerta de acceso a la catequesis frente el Instituto de Formación Profesional, el pasadizo lateral del cerro del Salvador, y el crucero y sus escalones, en donde pasábamos las horas como si fuésemos gárgolas, un día tras otro, sobre todo en fines de semana. Permanece todo, incluso la fuente en donde bebíamos agua.
La iglesia de El Salvador
La conquista llega a Segovia en 1085, dentro de las campañas de aproximación y toma de Toledo en el mismo año, y a partir de esa fecha la reconquista, iniciada por Alfonso VI. Probablemente aquí estarían las defensas exteriores de la Segovia musulmana, de la que se dejaron muy pocos vestigios, aunque los hay. La torre del Salvador alberga restos pétreos anteriores, y una línea de claro aparejo califal, e incluso una ventana de ladrillo. Son los mismos vestigios que en la cercana iglesia de San Justo. Ambas son posteriores al siglo XII, de estilo románico. El Acueduto estaba semiderribado, y reutilizado su material, casi de principio a fin, como afirman algunos autores, en lo poco que se ha investigado.
Las piedras guardan los recuerdos y las historias, y hablan a quienen sepan escucharlas y entenderlas. La verdad siempre está ahí fuera, inmutable, como las piedras.
Bosque de Pizarro, cipresesÁrboles secosEl cruce impracticableEl ave aburridaLos pinos y el cruce del diablo
Formaban un conjunto de 21 árboles, entre pinos, ficus y cipreses. Hoy sólo queda la mitad. En 2022 pasó por la zona el agente naranja de las obras, y lo arrasó, pese a las advertencias. En la mitad restante, la que pudo salvarse de la quema, dos cipreses empiezan a tener el característico color del final, ese tono anaranjado que se asemeja a Marte, cuando se divisa en el cielo.
No vamos a incumplir la promesa de no volver a escribir sobre el acontecer político diario de la ciudad, salvo en aquellas cosas que la transciendan, como pueden ser las zonas verdes, el transporte, la digitalización de archivos, y el libre acceso a los mismos.
Este pequeño bosquecillo, muy próximo a la moderna Clínica Rusadir, era una joya verde de la ciudad, con más de medio siglo de existencia, hubiese sido un completo perfecto tanto para la nueva zona sanitaria, como para el nuevo centro educativo. Hoy cinco años después de la primera visita, la zona está en claro retroceso.
Todo se sacrificó para la realización de un cruce de caminos impracticable y de diseño infernal. Si se salvó algo, fue por la presión social, pero de modo temporal. Se trata de salvar espacios ciudadanos. Este eran uno de ellos, muy fresco y agradable en la época del calor, que ya está próxima, y que en Melilla dura mucho. Y no queremos diseños extraños, con árboles y fuentes de colores, solo zonas naturales, con raíces temporales, cuidadas y cómodas. Hoy la zona es intransitable.
Puente Verde, Granada Tumba del Gran Capitán Torre de San Jerónimo Iglesia del monasterioPuente Verde, aguas arriba
La historia del Puente Verde
Horace-François-Bastien Sebastiani, conde de La Porta, natural de Córcega, al igual que el Gran Corso, general y mariscal de Francia, llegó a Granada un 28 de enero de 1810, como gobernador de la antigua ciudad Nazarí, y nueva capital de la España cristiana, además de Toledo. Las tropas ocupantes se asientan sobre todo el recinto de La Alhambra, y permanecerán en ella hasta el 17 de septiembre de 1812. Los datos sobre la ocupación napoleónica de Granada están muy dispersos.
Uno de ellos es el del desaparecido Teatro Cervantes (1966), que fue terminado e inaugurado en 1810, precisamente por Horace Sebastiani, pero con el nombre de Napoleón. Lo que sí quedó de las obras de Sebastiani, aparte de la memoria del saqueo patrimonial de Granada, es este puente, que ya no es verde, sino que toma memoria de una anterior de madera pintada de ese color. Las constantes avenidas del río Genil se llevaban por delante todo lo que encontraban a su paso, como los puentes de madera. Así pues, se necesitaba piedra, porque este material sí permanece.
La gran cantera de piedra se encontraba en la torre del Real Monasterio de San Jerónimo, fundado por los Reyes Católicos en 1492 en Santa Fé, pero que será trasladado a su actual emplazamiento en 1502. La edificación correrá a cargo del Gran Capitan desde 1520. Tras la llegada las tropas napoleónicas en 1810, será usado como cuartel y caballerizas, iniciándose el deterioro y el expolio. La torre será demolidad y sus sillares servirán para la edificación del puente de Sebastiani, conocido hoy como «puente verde». El puente no necesitará reforma alguna hasta 1984. Tras la salida de los franceses en 1812, el Real Monasterio de San Jerónimo quedará abandonado y se iniciará su expolio sistemático, que tendrá su punto máximo con la Desamortización de Mendizabal en 1835. Desde esa fecha y hasta el incendio de 1927, no hay demasiadas noticias sobre lo que sucede en este vasto espacio de tiempo. Hasta el inicio de su restauración en 1958, tampoco, pero ya no quedaba mucho de su estado original. La recuperación se debe al empeño de la monja, historiadora y poeta sor Cristina de Arteaga.
Sin embargo, Sebastiani preparaba su gran venganza con Granada, la demolición completa de La Alhambra, que pudo ser evitada por la acción heroica del cabo de inválidos José García, soldado herido en Bailén en 1808. Eso sí, el monumento quedó en el miserable estado en que lo descubrió Washington Irwing.
Pero siempre hay algo más, en este caso, el Real Monasterio de San Jerónimo era el lugar de reposo de Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como el Gran Capitán, vencedor de franceses y de turcos, como reza la leyenda de la fachada principal. Así que Horace Sebastiani decidió cobrarse su triunfo final sobre el legendario virrey de Napoles. Abrió su tumba, aventó los restos y se llevó su calavera a Francia.
La Colina del SílexParcela a excavarÚtiles y vasija negraRoca-taller de Sílex Roca con perforaciones
Regreso a la colina del Sílex
En enero de 2018 visitamos por primera vez «la colina del Sílex». Unos meses después Enrique Gozalbes escribía este enigmático mensaje en El Alminar: «Hay aspectos interesantes en Sidi Guariach ¿Podría usted ponerse en contacto conmigo por mail?» Lo hicimos, pero falleció poco después y no pudimos resolver la cuestión. Todo esto es un homenaje a su labor inacabada.
Después de pensar en esa frase durante estos 7 años, y visitar la zona en innumerables ocasiones, podríamos tener una posible respuesta a esta pregunta. ¿Qué pudo llamar la atención de este eminente historiador y profesor universitario? Es evidente que nada relacionado con la formación geológica del terreno, pues se trata de los restos de una colina semidesmoronada por las obras de urbanización de la zona, compuesta de sedimentos arcillosos, bombas de basalto procedente del macizo volcánico del Gurugú, y de grandes fragmentos de sílex, el oro neolítico.
Lo que pudo llamarle la atención, y que no pertenece al terreno, son los grandes bloques de piedra perfectamente alineados y cortados, en la sección superior derecha de la falla, algunos ya caídos sobre el nivel inferior. La alineación y el corte, totalmente distinguibles de la acumulación desordenada del «debris flow» (flujos de escombros en los que masas de suelo cargadas de agua y roca fragmentada fluyen por las laderas de las montañas, se canalizan hacia los canales de los arroyos, arrastran objetos en su camino y forman depósitos espesos y fangosos en los fondos de los valles)1. Esa alineación y corte pudieron orientar sus ideas hacia restos «organizados» por mano humana neolítica, que es lo que estamos buscando, y que ya detectó José Mª Tomassetti Guerra en 1992, durante su etapa de servicio militar en Melilla: «Una simple visita de reconocimiento nos sirvió para verificar la existencia de restos arqueológicos»2. En su obra La Ciudad Antigua de Rusadir, Gozalbes menciona «los restos de cabañas de la Edad del Bronce«, liquidados sin estudiar, en la construcción del grupo de viviendas de La Constitución. Esto nos sitúa en al menos 3 milenios AC., pero buscamos la presencia neolítica en la comarca de Melilla, unos mil años antes, en el IV milenio AC, de que existen materiales y abundantes objetos, en modos análogos a los encontrados en el monte Gurugú, o incluso en las Islas Chafarinas.
Las colinas ofrecen todo lo necesario para los asentamientos humanos. Son más fáciles de defender, tienen gran visibilidad sobre la zona y disponen de arroyos y pozos en sus proximidades. El presente año 2025, será el que dediquemos a la búsqueda de indicios de la «cultura alminarense» en la comarca y entorno melillense.
El problema de los yacimientos en Melilla
El primer problema identificado en los terrenos candidatos a albergar yacimientos arqueológicos, es la presencia permanente de escombros de todo tipo, pues conviven perfectamente objetos arrojados hace apenas unos meses o años, con otros dejados en el lugar hace cuatrocientos o miles de años. El segundo es que la mayor parte de los terrenos en donde afloran indicios, con la Colina del Sílex, están ya abiertos con la sensibilidad de una pala excavadora, por lo que cientos de ellos ya están destruídos. Sin embargo, esa apertura sin miramientos, nos ofrece la oportunidad de mirar, observar y encontrar sin prospectar. En esta última visita a la colina, hemos hallado otros dos pequeños artefactos de sílex tallado, la piedra taller, y seis pequeños fragmentos de una fina vasija de color negro, con claras evidencias de ser antiguas. Esa es la ventaja de un terreno abierto, que muestra todos sus secretos. El melillense antecesor, la cultura alminarense, está esperando su oportunidad
Nosotros vamos a abrir todas las puertas de entrada para encontrar, un yacimiento en el propio terreno melillense. El lema de: se destruye, se oculta, se tapa; no puede seguir vigente en la ciudad. Todo el mundo académico decía que Schiliemann se equivocaba, y llamaban a Homero «el viejo embustero». Recordamos también, que Atapuerca es solo una trinchera de ferrocarril abierta. Un terreno abierto siempre muestra sus secretos.
Fosas de Paracuellos del JaramaCruz de Paracuellos desde BarajasCruz sobre las tumbas Procedencia de las fosas Explanada del cementerio
Enrique Delgado
Son 7 fosas de gran tamaño, para contener al menos 800 cuerpos cada una. Según los propios registros de las autoridades republicanas, responsables de las Prisiones y de las Juntas de Seguridad y Orden Público de Madrid en 1936, al menos 2400 presos fueron inscritos en los listados de «Chinchilla o Libertad», que equivalían a ser asesinados en la zona llana, bajo los pequeños cerros que dan acceso a Paracuellos del Jarama. Madrid era frente de guerra, y cualquiera que conozca algo de cómo debe conducirse en esas circunstancias, sabe que hasta para mover un simple carro de mulas, se necesitan los permisos de los responsables. Más claramente: cualquier movimiento en un frente de guerra debe estar vigilado y autorizado. Esto equivale a decir que el general José Miaja Menant, debía conocer que entre el 7 de noviembre y el 6 de diciembre, se iban a producir esos traslados de presos, y que algo más de la mitad no llegarían a ningún lado. Los 4000 detenidos del Madrid republicano fueron «evacuados» de las prisiones de Ventas, Modelo, San Antón y Porlier, con destinos a otros penales de la retaguardia, salvo los destinados a «Chinchilla» y a «libertad» inmediata.
Los listados republicanos, los que se conservaron, suelen ser exactos, porque los 400 presos que fueron asesinados en una balsa de riego seca junto a Torrejón de Ardoz, al ser exhumados en 1939 por las nuevas autoridades franquistas, se hallaron exactamente 414 cuerpos, que fueron trasladados a una de las fosas del «cementerio de los mártires de Paracuellos«. Según relata el hispanista Ian Gibson en Paracuellos (1982), el diário El Alcazar publicó un listado con los 2800 asesinados y enterrados en las fosas. En ese momento, la década de 1980, ya no había ningún interes en seguir manteniendo las irreales cifras del franquismo, porque la reales eran y aún son, lo suficientemente espantosas. Entre otras cosas, porque esta es una de las cosas que no puede suceder en un Estado democrático y en esos momentos, lo que quedaba de La República todavía lo era. Esto es: «personas retenidas bajo la custodia del Estado, no pueden desaparecer ni acabar así». Es una atrocidad que le costó muy cara al Gobierno republicano, porque tanto Francia como el Reino Unido, si pensaban prestar cualquier tipo de apoyo al gobierno republicano, encontraron la razon o excusa, para no hacerlo. Probablemente las fosas contienen entre cinco mil y seis cuerpos, porque recibieron los de los asesinados por los Comités Populares, o «chekas» de Madrid, y que ya no tenían capacidad en los cementerios de de la capital.
Las fosas de Paracuellos no fueron exhumadas nunca. Las cruces que se ven y los nombres, están situadas al azar, eso sí, sobre las fosas en los que fueron enterrados esos grupos y que estaban en los listados. Cualquier debate sobre cifras es estéril, salvo documentación en contra.
Santiago Carrillo, Ángel Galarza, Serrano Poncela, Manuel Muñoz. Responsabilidades.
Angel Galarza era Ministro de la Gobernación, Manuel Muñoz presidente del Tribunal Supremo, Santiago Carrillo, Consejero de Orden Público, y Serrano Poncela director General de Seguridad. Un reciente libro; Paracuellos, una verdad incómoda, de Julius Ruíz, desvela e indaga en los aspectos olvidados de Paracuellos, mucho más allá de la leyenda, porque mito no es, ya que fue real. El asunto es que la Justicia franquista, en su Causa General, no encontró la cifra de muertos que ellos habían imaginado (más de 10.000), ni la suma total del llamado «terror rojo», que aún alcanzado el extraordinario número de 80.000 víctimas, no completaba el medio millón que se buscaba. Este registro, aún siendo pavoroso, resulta ser solo la mitad, o la tercera parte de la «represión franquista», que se situó en torno a las 200.000 víctimas.
Esta es la segunda verdad que desvela Paracuellos, y que siendo horrenda, no solo resulta incómoda, tampoco sirve de justificación, ni es equiparable, a la inmensidad y extensión de la represión de Franco. Como ejemplo sirva decir que se fusiló al alcalde comunista de Paracuellos en 1936 (Eusebio Aresté), que no solo no tuvo nada que ver en los hechos, sino que acudió a Madrid para protestar y poner en conocimientos de las autoridades republicanas (las que todavía permanecían en Madrid), lo que sucedía por las noches en las inmediaciones de su localidad. Los varones de Paracuellos fueron obligados por los milicianos, a cavar las fosas que luego albergarían los cuerpos de los asesinados.
La mantanza en masa tiene complicaciones logísticas, y complicidades muy grandes, para empezar, la selección de las víctimas, era una actividad siniestra de la que se encargaban los CPIP (Comités Populares de Investigación Pública), entre los que se encontraba el Juez del Supremo mencionado. Sin embargo, los que firman, autorizan, conocen y saben, no son los que matan y tirotéan.
La realidad posterior demostró que la «justicia de Franco» no ofrecía más garantías a los detenidos, que los tribunales populares republicanos. La diferencia es que la represión franquista llenó de fosas pequeñas, medianas, y grandes, las cunetas y cementerios de España, y que todavía no están reconocidas, ni por supuesto cuantificadas y dignificadas, como sí sucede en Paracuellos del Jarama. Por supuesto que este cementerio es un espacio de memoria, pero todas las otras también lo son. Pese a todo, este cementerio se mantiene al margen de ayudas públicas, y no tuvo demasiadas durante la dictadura franquista.
Conclusiones
La conspiración militar contra La República se empezó a armar al día siguiente de la Victoria electoral del Frente Popular, por muy cuestionable que fuese. Lo que destruye el Estado y con ello cualquier posibilidad de proteger a los ciudadanos de «las milicias arnadas», es el golpe de Estado del 17 de julio. Todo esto, incluso la actividad chekista, solo se produce tras la eliminación del mismo. Esta es la 1ª cosa que no se puede hacer en un Estado democrático. El golpe suele tener consecuencias desastrosas.
El Estado republicano no se implicó en esas matanzas, ni siquiera organizaciones como el partido comunista o las organizaciones anarquistas lo hicieron en su totalidad. Muchas personas, de esos tres grupos, intentaron evitarlas. También hubo elementos de los tres referidos grupos, organizando y llevándolas a cabo, con la ayuda de delincuentes comunes y de psicópatas , que aparecen en cualquier guerra.
Esto no es así en el caso de la represión franquista (terror blanco), que creó un Paracuellos en cada provincia que caía en sus manos. La represión franquista fue organizada desde arriba, y puesta en marcha con su aparato judicial, del mismo calibre y calado que «los CPIP» , pero extendida a lo largo de dos décadas. Como dijera Alberto Oliart, Ministro de Defensa con Adolfo Suárez: «En España se le perdonó la cárcel a más de 2000 militares», no solo a Carrillo, que es el nombre que todos conocen.
Los demás si son mitos, como la «quinta columna » o la bolchevización de España. Ni Stalin ni la Unión Soviética tenían interés alguno en España, como afirma José Mª Faraldo en Las redes del Terror. En España se ensayó todo (matanzas en masa, bombardeo de ciudades (Guernica), campos de concentración, trabajo esclavo), pero las soluciones que se dieron fueron muy ibéricas. La verdad es así, siempre golpea. No admite escondites, ni disfraces.
Mártires de Monte ArruitBarranco del Lobo, Héroes anónimos Tumba del General Guillermo PintosLa luz en el mausoleo Fosas comunes represliados de 1936
Importan, o deben importar, todos los muertos. No se debe olvidar a nadie. La ciudad de Melilla, a lo largo del siglo XX, desencadenó tres acontecimientos devastadores para el conjunto del país, siempre en el mes de julio. Sin embargo, solo dos de ellos tienen impacto, eco, y reflejo en el cementerio de la ciudad.
En julio de 1909, el Ejército de España, con el general Guillermo Pintos al frente, se intentaba en la hendidura que divide el monte Gurugú. Iniciaron el camino desde la llanura de Beni Enzar. Desde las alturas, viendo toda la maniobra, les esperaba Ouchen, el lobo, señor o caid del barranco que lleva su nombre. Barranco del lobo- Ouchen. Lo siguiente fue la conmoción nacional, la crisis política y la negativa de «los quintos» a una nueva recluta forzosa, en Barcelona. Se estaba iniciando la Semana Trágica, un nombre propio en nuestra historia.
Poco más de una década después, en 1921, estallará la mayor crisis social y política sufrida por la España contemporánea, la hecatombe de Annual. 10.000 soldados perdidos, el Ejército Oriental al completo, en el espacio de una semana. No solo no sobrevivieron los solados, tampoco el país resistió una tragedia de ese calibre. Biografías políticas y militares se acabaron en aquel aciago mes, otro julio más. Miles de madres perdieron a sus hijos en una situación e incursión absurda, que desbordó los planes autorizados.
El sobrio panteón de Margallo y el siempre espectacular y sobrecogedor de Los Caídos de África, que recoge y da sepultura inmortal a «los masacrados de Monte Arruit», esperan siempre en silencio a los visitantes. Ambos monumentos «imponen» mucho al visitante. En los muros, decenas de placas albergan historias y nombres de los allí enterrados, y que también explican lo sucedido.
Hemos visitado ambos lugares en soledad y completo silencio, cuando ya se habían apagado los ecos de los homenajes oficiales. Los muertos yacen ya en paz absoluta.
Pero, siempre lo hay, hay un tercer acontecimiento que tiene como protagonista a Melilla, y del que no existe un solo lugar conmemorativo, pese a que los efectos y consecuencias alcanzan al presente, a ese mismo presente en el que escribimos estas líneas. No referimos a la rebelión militar de Julio de 1936. Hay que recorrer el cementerio, acompañado de guías, para encontrar las tumbas de algunos de sus protagonistas y a la vez víctimas. Pero en realidad no hay nada, ni la más mínima mención. Todo está desperdigado e inconexos. Por eso decimos que importan «todos los muertos», su recuerdo y vigencia. Es la principal deuda de este cementerio.
Para «todos ellos», nuestro sincero y eterno recuerdo y nuestras oraciones. Que en Paz y Recuerdo Descansen.
Blog de Julio Alejandre, autor de las novelas Reporte de una boda y un entierro, Las islas de Poniente y La corona del marReporte de una boda y un entierro.