El problema es Putin


   Sea quien sea Donald Trump, el 47º presidente de los Estados Unidos, no nos preocupa, de momento, un presidente elegible mediante sufragio universal, que igual que gana unas elecciones en la nación considerada como «madre de la Democracia «, puede perder otras. El problema del mundo, o uno de muchos, no es el nuevo mandatario americano, al que se puede controlar de algún modo, sino Vladimir Putin, presidente autoelecto de Rusia desde el año 2000, y al que no se puede controlar de modo alguno. Como curiosidad legal solamente,  diremos que en Rusia y EEUU, existía la misma cláusula constitucional que impide la reelección del presidente,  por más de dos mandatos.  Solo que, en el caso ruso, Vlad Putin la incumple desde el año 2008, y ha acabado derogándola.

  En España, más que en ningún otro país, la izquierda fosilizada, sus ideólogos, sus medios de difusión, sus opinadores, han iniciado desde el momento de su juramento, la campaña mediática contra Trump, sin ver ninguna contradicción o elemento criticable, en el muy siniestro líder ruso, iniciador de la guerra contra Ucrania, en febrero de 2022. El catecismo leninista sigue en vigor, y practica el «antiamericanismo» a modo de ritual exorcista. El enemigo une más que el amigo, como diría Umberto Eco. Estamos en la era de las fobias (islamofobia, judeofobia) y aquí solo cabe «estar del lado de las víctima», como dice Noam Chomsky. En el mundo actual lo más difícil es permanecer no alineado y no alienado.

Las cifras de la muerte en Ucrania y Rusia

Las armas modernas son más mortíferas que nunca. Según un informe de la inteligencia militar americana de 2023, las cifras de bajas humanas en ambos ejércitos, se aproximaba a las 500.000, de las cuales Rusia acumularía 120.000 muertos y 180.000 heridos; mientras que Ucrania rondaría los 80.000 muertos y 120.000 heridos. Queda aparte la cifra de víctimas civiles, que documentadas por la ONU, serían unos 30.000 civiles muertos, y un número desconocido de heridos. Además, hay que reseñar que en la zona ya ocupada por Rusia no existen datos fiables. Sin embargo, esta extraordinaria cifra, que multiplica por 10 las de la guerra de Gaza, no suscita en Europa una reacción similar de condena, cuando el nivel de devastación de infraestructuras en la zona de guerra es muy similar. Según Naciones Unidas, la cifra de población civil desplazada es de 7 millones de personas, un millón superior a la del conflicto de Siria. La sensibilidad de Putin y Netanyahu es similar, pero no suscitan el mismo rechazo político.

La paz ya es solo ausencia de guerra. No existen guerras justas, y por lo tanto tampoco puede existir una paz justa. La guerra de Ucrania es algo que hay que detener ya, igual que la de Gaza. El problema es saber quién tiene capacidad para eso. Europa y sus líderes construyen «alternativas de pergamino», porque ni un solo soldado europeo puede poner el pie sobre Ucrania, y porque nadie quiere cifras de bajas, de esas dimensiones. En Por qué Ucrania (2022), el sociólogo estadounidense lo decía claro: «Si Rusia invade Ucrania, lo que sufrió en Afganistán, le parecerá una merienda campestre». Después de 3 años guerra, sus cifras de bajas militares están multiplicadas por 7. Detener esa guerra en suelo europeo es una cuestión de necesidad vital, porque es verdad que el horizonte es del de una III guerra mundial.

Trump, Zelensky, Putin, Chomsky

Los americanos ven a sus administraciones de modo diferente al que se perciben en Europa, muy dada a alineaciones, pero la realidad política americana dicta que las administraciones demócratas suelen ser muy agresivas en política exterior. La doctrina Clinton, según recoge Chomsky, prevé que: «EEUU puede actuar unilateralmente en cualquier parte del mundo, para defender intereses vitales estadounidenses». Por eso no entiende que derecha o izquierda se sientan vinculadas a demócratas o republicanos, cuando Estados Unidos defiende, antes que nada, sus propios intereses. Afortunadamente, existen intelectuales no alineados, como Noam Chomsky, que ayudan percibir los hechos de un modo más próximo a como realmente son.

El problema es Putin porque en el encuentro de la Casa Blanca entre Donald Trump y Volodomir Zelensky, quedó claro el temor de Washington a lo que pueda suceder. Sin el dinero y las armas americanas, Ucrania podría haber perdido ya la casi totalidad del territorio. «Hay que estar preparados para la paz», la frase es buena, aunque fuese expresada en formas muy rudas, pero a veces, es necesario decir las cosas así de claras, porque los cantos de amistad europeos, no llevan aparejados algo más que las propias palabras. La inteligencia estadounidense se anticipa con bastante margen, a lo que luego ocurre. Putin empezó la guerra en febrero de 2022 mintiendo, y Joe Biden avisó claramente de que Rusia ya había dedicido invadir Ucrania.

El presidente ruso no dialoga con nadie, no tiene interlocutores válidos, y jamás expresa o da a conocer sus propósitos. Tras el encontronazo entre Trump y Zelensky, el ministro ruso Serguei Labrov expresó lo que Putin no dice: » Que Rusia no aceptará una paz que no satisfaga sus intereses y que respete la realidad del terreno (la ocupación), y que la presencia de soldados europeos solo significará una escalada del conflicto». A esto no se llegará porque ningún país europeo soportará la pérdida de miles de vidas de soldados propios. Nadie quiere morir en guerras ajenas, y añadiríamos que «nadie quiere morir».

Como dice Chomsky y sin que eso signifique otorgar la más mínima legitimidad a Rusia: «A Putin hay que ofrecerle una salida. La occidentalización de Ucrania, su ingreso en la OTAN o en la Unión Europea, es para Moscú, una línea roja innegociable». Desde El Alminar hemos visto el temor estadounidense a que los europeos pueden normalizar un conflicto que ya supera los 3 años, a los posibles consecuencias de una escalada bélica, que haga pensar a Rusia en usar otro tipo de armas. Francia tiene botón nuclear y Macron es el único lider europeo con el que Putin todavia dialoga. El otro interlocutor es Londres, tradicional aliado de los Estados Unidos. Quizá sea hora de ir pensando en sustituir a la OTAN, y no la de aumentar sus contribuciones.

El mundo de la Guerra Fría ya no existe. Cayó en 1989 junto con el Telón de Acero y el Pacto de Varsovia. Son tiempos nuevos.

Líderes mundiales


              Nunca existirá en el planeta Tierra alguien tan reconocidamente malo como Kim Jong-un, ni alguien tan incontenible y peligroso como Donald Trump, que amenazó al primero con: «Una clase de fuego y furia nunca vistas». Luego, el presidente de Korea del Norte calificó a Trump como: «Un viejo senil y mentalmente desquiciado». Finalmente Trump llamó «gordo y bajo», al presidente norcoreano. Desde entonces, el adjetivo gordo tiene el uso prohibido en China y Korea.

            Los líderes mundiales tiene una legión de cortesanos (voceros, asesores personales, gurús, analistas de datos, interpretadores de signos, hacedores de discursos, lectores de prensa) que probablemente envenenan sus relaciones y causan su caída final. ¿Se imaginan al asesor de KIm Jong-un que tuvo que decirle esa mañana, que el Presidente de Estados Unidos le había llamado gordo?. Porque de todo lo que se habían dicho, eso sí molestaba. Al final resultó que ni Kim Jong-un  era un malo, ni Trump un hombre sin control. Los Estados están por encima de las personas.

                                     Sabrina, Gloria y Mustafa

            Sabrina Moh, la delegada siempre sonriente; Gloria Rojas, la ejemplaridad permanente y Mustafa Aberchán, doctor en Alaska, están en tensión por cosas que ellos no han dicho de modo directo, pero sí sus equipos. El asunto no es bueno para una ciudad, que se enfrenta a la situación más amenazante que haya vivido, desde el asedio de 1745 o desde el estallido de la Guerra Civil. Las tres son  buenas personas, aunque sus visiones del mundo no coincidan, ni los medios y formas para llevar a cabo sus objetivos.

             Estando en la época de las comunicaciones y de los medios para comunicarse, se da la paradoja que la desconfianza y los malos entendidos aumentan. La razón es sencilla: se tira de Twitter o de muro de Facebook, pero nadie descuelga el teléfono y llama, con lo que aumenta la mala interpretación de los textos, y los seguidores acaban por enredarlo todo, porque los líderes no hablan entre sí.

            Alguien voló sobre el nido del cuco en un avión sin destino, alguien filtró la información, y alguien acusó indebidamente a otro de  un hecho que no se había producido. Alguien quiere que se pida perdón por el viaje, alguien quiere que se descubra al filtrador, y alguien quiere que se restituya su honor profesional. El viaje no debió producirse, el asunto no debió filtrarse y la acusación no debió realizarse.

                El caso es que Donald Trump y Kim Jong-un se encontraron y hablaron cara a cara en Korea del Sur, pero nuestros líderes políticos no son capaces siquiera de llevar a cabo un encuentro a través de Zoom.

              Vamos a revelar un secreto del Alminar. En febrero de 2019, el presidente de la República Islámica de Irán, el Ayatolá Khamenei escribió un Tweet recordando que la condena a Shalman Rushdie seguía vigente. Le escribimos esta respuesta: «Estimado Sr. Khamenei: «Pensamos que estos son tiempo de olvido, y recordar esa condena constituye un error.  El año 1990 es un tiempo muy lejano. No juzgamos los motivos ni las palabras del Imán Jomeini. Estamos en otro tiempo. Paz, piedad y perdón». La sorpresa fue que apenas unos días después, el Tweet del Imán Khamenei fue borrado de su cuenta.

             La única clave es el respeto, escribimos respetuosamente al Presidente de Irán. Comunicación, confianza y respeto. Son algo indispensable para superar tiempos pasados pero no tan lejanos, en los que los malos modos eran el santo y seña de la relación política en Melilla. No volveremos a intervenir en este tipo de asuntos.

 PD: Nuestro agradecimiento al archivo fotográfico Paul Getty images, que dispone de miles de imágenes de uso gratuito, para fines no comerciales, como los blogs.

 

 

El laberinto mundial de la información


  La red universal de la mentira

            Existe una gran preocupación por la extensión y propagación de noticias falsas en la redes sociales, y por la manipulación de las masas en periodos electorales. Una gran parte de la población informatizada está conectada a esas redes, y casi toda la información con la que forjan opiniones y deciden comportamientos procede de ahí. ¿Cómo discernir lo falso de lo verdadero?. A priori se torna como una tarea imposible.

         Ramón Reig y Aurora Labio son profesores de la Universidad de Sevilla y autores del libro «El Laberinto Mundial de la Información», publicado por el Grupo Editorial Siglo XXI. El libro es una herramienta diseñada para diseccionar la procedencia de la información, e intentar discernir su calidad. En definitiva es una piedra lanzada a un panel de cristal de la planta baja de una torre acristalada de 30 pisos de altura. Una edición de 1000 ejemplares frente a los centenares de miles de hojas de la desinformación mundial, que se estructura y expande a lo largo del planeta y en la que resulta una misión imposible no quedar atrapado. Sorprende eso sí, la calidad intelectual de los autores y la clarísima exposición del libro. Detrás de las informaciones que leemos o escuchamos, también hay una intención, Bien leído, queda ya una absoluta desconfianza hacia cualquier tipo de noticia y su intencionalidad.

                           ¿Qué fue de Mahmoud Ahmadinejab?

             Entre 2005 y 2013 Mahmoud Ahmadinejab, fue Presidente de la República Islámica de Irán, y también el hombre que más miedo dio al mundo. Se le presentaba como un islamista radical, obsesionado con el programa nuclear iraní y con la desaparición del Estado de Israel. ¿Hubo algo de cierto en aquella imagen?. El libro de los profesores Reig y Labio nos cuenta que de «los 10 principales grupos mediáticos de información, ocho son estadounidenses». Esto quiere decir que de cada 10 películas, series de televisión y noticias que vemos, escuchamos y/o leemos; son o proceden de los Estados Unidos y representan al mundo desde su óptica. Nada de lo que se decía en aquellos años, ha llegado a suceder y ni siquiera ha tenido la posibilidad.

                La verdad está ahí fuera, pero hay que salir a buscarla y reconocerla. Eso sí, una vez encontrada y puesta por escrito y emitida, probablemente su impacto sea nulo. La cuenta de Tweeter de Ahmadinejab tiene 85 mil seguidores, y la de Donald Trump casi 46 millones. Si el primero dice una verdad o una opinión y el segundo algo que no es cierto y solo es una ocurrencia, el alcance queda claro de qué lado caerá. La verdad pasará desapercibida y la falsedad será tomada por algo cierto, casi un hecho probado, y que además repetirán todos los medios de comunicación a lo largo del mundo. Esta claro que todo lo que nos cuentan no es cierto y tiene una intención detrás.

                Mahmoud Ahmadinejab fue presidente de Irán, alcalde de Teherán y es profesor universitario. También es padre de familia, abuelo y jugador de fútbol. Sus opiniones escritas son  moderadas, muy alejadas de la radicalidad que se le atribuía. Las pasadas navidades felicitó a la Comunidad Cristiana Armenia de Irán, he incluso acudió a un oficio religioso en un templo cristiano. También saludó a un equipo americano de lucha en Teherán. La cuestión es clara: ¿Si la comunicación es tan fácil y accesible en los tiempos de la comunicación global, como es posible que la desconfianza en las relaciones internacionales sean tanta?.