El otro lado


En los tiempos del Haloperidol

Al otro lado se puede ir, pero ya no se vuelve. Ese otro lado ha estado siempre ahí, desde 1986, cuando se empezó a alzar la primera valla fronteriza. Ese otro lado estuvo antes en la ciudad de Melilla, y estas batallas campales se desarrollaban en pleno centro de la ciudad, porque mucho antes de que existiera nada, El Alminar ya era. Quien esto escribe, firmaba con su nombre y apellidos en la 1ª página del El Mundo, o en en la última, junto a la prestigiosa firma de Francisco Umbral.

Los inmigrantes centroafricanos o subsaharianos empezaron a llegar a nuestra ciudad a partir de 1996, cuando la imagen de España se empezó a proyectar en el mundo entero, tras las Olimpiadas de Barcelona y la Expo Universal de Sevilla en 1992. Las primeras comunidades de centroafricanos ocuparon el patio trasero de la Cruz Roja, y la instalaciones de la antigua Escuela de Enfermería y posteriormente el resto del edificio. Un gigantesca revuelta en 1996, con incendios y varios días de conflicto urbano, obligó a trasladarlos de lugar, ocupando el parte del campo de fútbol, y las instalaciones de la Granja Agrícola. Y así sucedió todo, un año tras otro, porque entonces, ese otro lado estaba aquí dentro. En 1996 empezaron a llegar a Melilla los primeros funcionarios de Naciones Unidas, y los acompañábamos a todos esos lugares referenciados, porque casi nadie más se atrevía a entrar allí dentro. Casi ninguno de los que están ahora, estaban entonces, cuando ese otro lado y el nuestro, eran el mismo. Escribir en aquel tiempo sobre el otro lado, no traía aparejada ninguna buena cuenta. Todo lo contrario. Por eso la gente, salvo muy pocas excepciones, no solía mirar hacia el interior del edifico de Cruz Roja, ni acudía a la Granja Agrícola y no sabrá nunca lo que era The Bini Kingdom (El Reino de Bini, el nigeriano) y sus menús a 2€, con proyección de películas en una furgoneta vieja, por la noche.

Concentración en la puerta del CETI

El uso y abuso de términos como masacre, matanza, genocidio, limpieza étnica, lleva a que las cosas pierdan su valor intrínseco, y no se perciba en su verdadera dimensión lo sucedido en el lado marroquí del Barrio Chino o frontera de Hardú, que no Melilla, incluso también la antigua cábila de Mezquita, que da nombre al arroyo que atraviesa la zona de Altos del Real. La situación y localización exacta es algo obligatorio. Escribimos hace unos días que los términos masacre y matanza implican una voluntad homicida, bien por parte de una persona o de un grupo.

Los inmigrantes que lograron entrar a la ciudad, es han concentrado esta tarde frente a la puerta del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), para homenajear y recordar a los 23 compañeros muertos, en el intento masivo de salto a Melilla, en la mañana del día de San Juan, y a los otro cientos de inmigrantes detenidos y deportados al interior de Marruecos, o a las fronteras. Quien quiera rebuscar en el interior del Alminar, encontrará decenas de artículos sobre los inmigrantes sirios, que levantaron los campamentos en la Plaza de España, porque no los alojaban en el interior del CETI, y que no recibían atención alguna por parte de nadie. Quien descubra ahora todo esto, bienvenido sea a las causas humanitarias. La historia del Alminar es prístina.

Melilla no es una cárcel de alambre, no le damos la espalda a ninguna guerra, sino todo lo contrario. Es cierto que ha costado mucho crear esta conciencia, pero no es cierto lo que se está diciendo de esta ciudad. Aquí hay mucha gente solidaria. Nadie ha dicho nada todavía de la guerra de Ucrania y de la invasión rusa, que cambiarán la geopolítica mundial para lo que queda de siglo. No ha habido ninguna masacre en Melilla. Claro que nos importan los seres humanos. No hay conflicto bélico en los últimos 20 años, desde la Guerra de Iraq en 2001, que no hay tenido su presencia humana en nuestro territorio.

Nota: https://elalminardemelilla.com/2014/10/09/los-refugiados-sirios-de-melilla/

Colapso en las fronteras de Melilla


         Las fronteras de Melilla son vitales para el futuro de la ciudad de Melilla. No se ha hecho casi nada en ellas durante los últimos 20 años. Los pasos fornterizos de Farhana, Mari- Guari, Hardú (Barrio Chino), están como a principios del siglo pasado. La renovación del paso fornterizo de Beni-Enzar solo fue estético. Las interminables colas colapsan el tránsito comercial y el intercambio de ciudadanos entre España y Marruecos. Los funcionarios de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado trabajan en condiciones no acordes con el siglo en que supuestamente vivimos.

            La situación es tal, que desborda incluso la carretera de circunvalación, que a veces es necesario usar para trasladarse de un lado a otro de la ciduad, sin vivir o disfrutar los interminables atascos provocados pro las rotondas, o por el estado de obras en cadena.

           Sin embargo, hay días en que el acceso a la carretera de circunvalación está cortado en la zona colindante con Puente Magno (arroyo Mezquita), por lo que no se puede acceder hasta el tramo entre el polígono industrial y el puesto fornterizo del Barrio Chino.

            En el medio día de hoy, el colapso en la frotnera de Farhana era total, con una cola que se prolongaba a lo largo de un kilómetro, hasta el puesto fornteriozo de Mari- Guari. La circulación era peligrosa, porque muchos vehículos invadían el carril contrario de circulación, solo para poder acceder hasta la carretera de Farhana en dirección centro.

             Esto sucede casi todos los días de la semana, repartidos entre los tres puestos fronterizos existentes entre España y Marruecos. La vialbilidad económica de Melilla y de su entorno depende de una aglidad en las fronteras, que no existe. Solo hay colapso y encierro. Son cada vez menos los melillenses que salen o pueden salir hacia Marruecos, y cada vez menos los marroquíes que entran o pueden entrar en Melilla, para poder acceder a sus comercios, o a las posibilidades de ocio que ofrece la ciduad.