Problemas menores en Melilla


                       Inseguridad sensacional

           Los responsables políticos de las áreas de gestión de Melilla viven en el mundo irreal de la propaganda. Lo que el ciudadano percibe y ve en las calles es algo diametralmente opuesto. Grupos de menores no acompañados en situación de abandono institucional, deambulan a lo largo del día de una parte a otra de la ciudad, sin comida, sin lugar de refugio, sin ningún sitio en el que protegerse del frío o de otras inclemencias climatológicas.

     Esta es una realidad que no se ve desde los despachos de gestión, ni desde los lugares acotados a los que acuden las autoridades (Kursaal, fiestas  y homenajes, inauguraciones, locales de hostelería). En cualquier parte de la ciudad se producen incidentes de seguridad: hurtos, robos, agresiones, incendios de vehículos y contenedores, detención de menores; que son resueltos en primera instancia por los ciudadanos, que son los que alertan a los cuerpos y fuerzas de seguridad. Cuando estas intervienen, lo hacen, hasta el momento,  de modo escrupuloso. Lo que está fallando no son los cuerpos policiales, sino sus responsables políticos.

          Si hasta el momento no ha ocurrido ninguna situación grave para los ciudadanos, es por pura casualidad. La misera y la desesperación va en aumento, tanto en nuestro entorno, como en la propia ciudad. En 14 años de continuidad del presente gobierno de Melilla, no ha habido un solo cese o dimisión por incapacidad manifiesta, o por el propio cansancio y pérdida de interés en la gestión, pese a que hay más que sombras y sospechas sobre casi todas esas áreas.

         La ineficacia de algunas de las áreas de gestión ciudadana adquieren ya la categoría de certeza, como en la cartilla del servicio militar, en la que el valor pasaba del genérico «se le supone», al «demostrado. En Melilla la categoría de ineficacia institucional ha ha pasado del «se le supone», a la de  «demostrada».