Torres del V Centenario de Melilla


                       El gigante con los pies de barro y agua

   En una obra pública importan tres cosas, la primera el cómo se acaba, la segunda si sirve a los fines para lo que se construyó, y la tercera es la que relaciona la utilidad y el dinero invertido. Las Torres del V Centenario se construyeron como símbolo de la efeméride mas importante de la historia de Melilla, la que conmemoraba los 500 años de la conquista española de la ciudad en 1997.

       La obra se acabó a trancas y barrancas, no estuvo terminada en 1997, y presentó algunos problemas en su cimentación. También hubo problemas estructurales y hubo que hacer algunas modificaciones. En un vendaval se cayeron, mientras se construía, algunas hileras de los ventanales de cristal y también fueron modificados.

      El fin para el que se destinó era para unificar los servicios de La Administración del Estado en Melilla y también se proyectó como zona comercial y de ocio. El famoso platillo se pensó para un restaurante panorámico, para zonas de guardería y como zona comercial, incluso se decía que iba a ser giratorio. Asombra el conjunto de cosas que se dijeron en su momento y de las que no se llegó a cumplir ninguna.

          Los distintos organismos administrativos fueron obligados a instalarse allí, porque si no, la sociedad creada para la gestión de los edificios hubiese quebrado y los 2.500 millones de pesetas que costó la obra, hubiese habido que pagarlos de nadie sabe donde.

          El ascensor, que no llegó a funcionar ni un solo día, está oxidado y en ruinas. Los cables tuvieron que ser retirados hace tres años por su peligrosidad. Se me olvidada, era panorámico.

                El Juzgado Contencioso-Administrativo inundado

   Cuando lleve en abundancia y el viento azota por los cuatro costados a Las Torres, el agua entra por muchos lugares, porque no hay nada como el agua para abrirse paso por cualquier lugar.

      El antiguo platillo giratorio (restaurante panorámico), está hoy anclado a la estructura del techo (para evitar que salga volando) y aparte, es la sede del Juzgado de lo Contencioso Administrativo. A este Juzgado le ha tocado la peor parte de la inundación de la 1ª borrasca del año. Goteras y charcos en todos los lugares imaginables y posibles. incluida la Sala de Vistas. Cables eléctricos compartiendo el lugar con el agua, peligro de cortocircuitos. Frío polar en invierno y calor desértico en verano y siempre el viento. Todo el que trabaja en Las Torres o acude a ellas para cualquier trámite, no olvida nunca el viento que hace allí.

          Las pasarelas o intercomunicadores entre Las Torres, estaban hoy inundadas. En el vendaval de hace tres años, se partieron cristales y sus homólogos de plástico transparente.

        Así pues, si evaluamos individualmente los tres conceptos que debe cumplir una obra pública, el suspenso total a esta obra es inapelable. Es un lugar inhóspito. El envejecimiento de los materiales es extremo para solo los 15 años que lleva construida. Mi vaticinio es que en no mucho más de ese plazo, deberá ser abandonada y finalmente «demolida»

Melilla sin política monumental


         Lamentable estado del monumento de El Encuentro

         Pese a tener una fundación denominado como Melilla Monumental, la ciudad carece de una política monumental, quizá tampoco debería tenerla. No estamos pidiendo la creación de una viceconsejería de monumentos, ni nada que suponga un gasto adicional. Simplemente señalamos la necesidad de mantener de manera vistosa lo inaugurado o lo más representativo.

          En 1997, año del V Centenario, se institucionalizó el «encuentro entre culturas», tras 5 siglos de encontronazos y la máxima expresión de esa política que sigue vigente hoy en día, fue este monumento que simboliza el abrazo entre culturas. El monumento tiene una clara inspiración en la obra de Chillida, el escultor que convirtió grandes volúmenes de hierro y cemento en obras culturales. El problema que tiene este monumento es su situación aislada y su extraordinario volumen. En aquel año del V Centenario se buscaban obras grandiosas y  atravesar los siglos con construcciones fastuosas. Sin embargo, son las obras más pequeñas de Mustafa Arruf (los conjuntos escultóricos del Paseo Marítimo o el de la Plaza de España), las que han conseguido integrarse perfectamente en el paisaje urbano.

    Todo lo que se ha realizado con posterioridad parece haber marginado este monumento, que navega en solitario en un plaza cuyo nombre (Consejo de Europa), ni significa nada y parece que se aleja de aquel concepto de «encuentro». Pero como siempre hay otro modo de ver las cosas, quizá este conjunto escultórico sea una visión profética de los nuevos tiempos y acabe representando algo distinto de aquello para lo que fue concebido. ¿ Quién sabe ?. Lo que no ayuda nada al monumento, es la lamentable situación en la que se encuentra, claramente deteriorado, con solo la mitad de las luces originales y que tampoco funcionan. El suelo pulido fue usado por los patinadores durante años, de ahí su gran deterioro.

          Quizá le convendría  estar rodeado de un jardincillo que arropase más, a un Encuentro,  demasiado solitario y a oscuras. Quizá todo sea un símbolo, una metáfora, o una profecía. No hay manera de establecer por decreto los símbolos de una ciudad. Es el uso y el pueblo el que consigue eso.