Todos pasan por La Vicaría
Lunes, 19h 30´de la tarde. Los miembros de la Mesa Interconfesional de Melilla, empiezan a llegar a su cita en la Iglesia Arciprestal de Melilla, la parroquia del Sagrado Corazón. El anfitrión es el Vicario Episcopal de Melilla, D. Roberto Rojo. Llegan todos: D. Francisco Calderón, Consejero de Seguridad Ciudadana, Francisco Guijo en representación de la Agrupación de Cofradías, Abderrahman Benyaya por la Asociación Musulmana, y todos los Hermanos Mayores de las cofradías melillenses, como Gregorio Castillo, Marcelo Nogales, Juan Miguel Martín Aranda, Francisco Andrés López, de los que conozcamos y hayamos podido ver.
La Semana Santa de Melilla
Todavía no hay emitida ninguna nota oficial, de autoridad alguna, sobre lo ocurrido en el Viernes Santo. No sabemos de qué tipo de incidente se trata. Mientras tanto, las imágenes de lo sucedido en Melilla, recorren de nuevo el mundo. Los ánimos están muy caldeados y la verdad, ya no parece importarle a nadie.
La Semana Santa de Melilla tiene problemas, y la Vicaría Episcopal de Melilla, a la que recordamos que tiene abiertas las puertas del Alminar, debe imponer su autoridad, y provocar algunos cambios en el desarrollo de las procesiones. Hemos recogido algunas sugerencias de ciudadanos y de fieles, que deben ser tenidas en cuenta. La primera es la del propio Presidente de Melilla, Juan José Imbroda, quien ha sugerido que “las procesiones no puede acabar a la una de la madrugada, para lo que deben adelantar sus horarios” . Se trata de una observación lógica.
Las procesiones tienen poco ritmo, son demasiado lentas. La del Viernes Santo, la que presiden la autoridades cívico-militares, tardó más de una hora en recorrer la calle Luis de Sotomayor, desde su salida en la plaza de toros.
La virgen del Rocio, un trono de gloria, no puede salir dos veces, una el Jueves Santo, como si fuese una dolorosa, y otra el domingo. Habría que obligar a la Cofradía del Rocío, a alojar las imágenes en la Plaza de Toros, como el resto de las Hermandades. Es inhumano someter a los sufridos costaleros, a realizar 4 veces el trayecto entre el Barrio de La Victoria y el centro de la ciudad, más el recorrido procesional.
Hay que imponer unos horarios a todas las cofradías, en las que se marquen claramente las horas de inicio, las de cierre, y el tiempo de paso por la carrera oficial. Si la Agrupación de cofradías no ha sabido controlar todas estas cosas, debe ser la Vicaría Episcopal la que imponga un criterio obligatorio. O se respeta, o no se deja salir el paso o el trono, como en cualquier ciudad de España. La gente no puede estar tres o cuatro horas en la calle, sin saber quién va a pasar, a qué hora, ni por dónde, ni en qué orden.
La Semana Santa melillense debe concentrarse en tres días, del miércoles al viernes. Cortar el tráfico y realizar el despliegue de seguridad, para un solo paso, como sucedió el Lunes y Martes Santo, no es admisible. Son procesiones dignas y con derecho a procesionar, pero el Miércoles Santo y agrupadas.
El despropósito de las guías y programas oficiales
El lujoso programa oficial no ha sido visto por nadie, salvo por los acaparadores de la nomenclatura correspondiente. No han existido los programas de mano, salvo unas voluntariosas fotocopias realizadas por los trabajadores de los puntos informativos de Turismo, que luego no coincidían con los horarios de las procesiones. Los horarios de esas fotocopias informativas, no coincidían con los anuncios publicados en la prensa. Es un cúmulo de despropósitos y de derroche.
No queríamos llegar hasta este punto, pero nos han obligado a hacerlo. Y estamos a la espera de la versión oficial de los sucedido el Viernes Santo.