- Edificio Flor de la India
- Edificio, calle sor Alegría
- Edificio, calle cardenal Cisneros
- Opinión Cronista de Melilla
- Vista de La Avenida
Melilla Modernista, pero menos.
¿Ha existido el modernismo en Melilla, salvo como concepto, el hecho físico de unos cuantos edificios, y una determinada orientación estética construidos bajo la impronta del llamado discípulo de Gaudí?. ¿Hablamos y escribimos de modernismo o de la influencia ineludible de Enrique Nieto?. Los mejores edificios «modernistas» se tiraron o transformaron hace mucho tiempo ( Casa Paraíso, Teatro Monumental, Hotel Reina Victoria, Cine Nacional, etc). Si uno ve y se molesta en ir a Barcelona para recrearse en el concepto y desarrollo modernista de Gaudí, y luego superpone todo lo visto con lo construido en Melilla, la diferencia entre ambas cosas, es la misma que puede existir entre un Seat 127 y un Ferrari. ¿Tiene algo que ver el antiguo Cine Nacional con el la sauna finlandesa del Kursaal?. No, por eso es mejor no hablar ya de modernismo. Hay un patrón de construcción de arquitectura militar de tipo civil, muy rígida en las formas y más relajada en los elementos decorativos, que se denominó como Art Decó.
A partir de la década de 1980 se creó la marca modernista, se editaron decenas de libros, que sirvieron para dar a conocer muchos nombres de arquitectos y edificaciones de Melilla, a la misma vez que se permitía la ruina de todo. Por mucho que la propaganda insista, el modernismo melillense ha cuajado muy poco fuera de nuestras fronteras. Es verdad que el centro de Melilla y alguno de sus barrios, tienen una determinada orientación estética, como el de cualquier otra ciudad , con algunos edificios notables, que también se intentaron tirar. Son ya muy pocos los edificios que se mantienen a salvo en la periferia.
En estos momentos, la etiqueta modernista es un estorbo que impide el derribo de edificios, los haya hecho Enrique Nieto o el Papa de Roma. En Melilla, todo lo que está construido es susceptible de ser tirado. Nuestra ciudad no puede crecer en superficie y razones estratégicas de defensa y la existencia de barrancos y torrenteras, impiden convertirla entera en una losa de cemento de 12,5 km², como sería el deseo de algunos.
Por tanto, solo queda una vía para seguir con la senda del Rey Midas (el que lo convertía todo en oro), y que no es otra que aumentar la edificabilidad, y rebajar las pretensiones modernistas de algunos edificios. En el centro de la ciudad, ya hemos visto como edificios de una sola planta se convertían en otros de tres, por tanto se trata de convertir la excepción en la norma. Esto es lo que nos cuentan hoy en la prensa, el Consejero de Fomento Miguel Marín, y el Cronista de Melilla Antonio Bravo. Se conservarán unos cuantos edificios, los que llaman joyas y del resto se verá cuáles son modernistas y cuáles no.
Se relajará la calificación «modernista» y se será más laxo en cuanto a las posibilidades de rehabilitación, para que no recaiga toda la carga onerosa de la rehabilitación sobre el «pobre propietario». Para ello tenemos una comprensiva «Comisión de Patrimonio», que hasta ahora ha dicho sí a todo, a cualquier cosa.
El modernismo en Melilla está finiquitado. Se le resucitará como a un muerto cada vez que sea necesario, con la charlotada de la representación del «aquelarre» de Enrique Nieto por las calles.




