- Garcilla
- El despegue
- Levantando el vuelo
Nadie puede perseguir a un ave. En cuanto sienten el más mínimo indicio de amenaza, levantan el vuelo delante nuestra y desaparecen. No tiene mayor trascendencia el hecho. Levantan el vuelo y se van. Lo hacen de manera sencilla, aprovechando una corriente de aire y desplegando sus alas. Vigilan nuestros movimientos por el rabillo del ojo y cuando nos sienten demasiado cerca, con suave movimiento de las alas, se elevan. No hacen un esfuerzo innecesario y calculan perfectamente el empuje adecuado para elevarse. La única manera de cazarlas es intentar mantenerlas pegadas al suelo, en donde el fango y la ausencia de aire les limitan los movimientos.
Hay miedo a la libertad, de siempre. Quien se atreve a pensar por sí mismo, a no seguir las sendas marcadas, es rápido objeto de ataques y de asechanzas. La seguridad es vivir sin cuestionar nada, aguantando una tiranía insoportable, respirando un aire envenenado por los vapores sulfurosos, mezclados con todo tipo de gases tóxicos y nocivos. Mirar al suelo para no ver los deleznables comportamientos que se nos muestran. Eso sería lo fácil y lo sencillo. Ocurre que los humanos somos gregarios, y cuando alguien se separa del grupo, se le anatemiza, se le califica de hereje y de cismático. Quien demuestra que se puede vivir sin participar del cieno, crea inseguridad en los que le rodean. Por eso se les acosa y juzga
No aceptamos el tipo de lucha que nos proponen. El suelo es nuestro medio, porque somos humanos, pero el fango y el lodo, no. Hoy levantamos el vuelo. Mañana ya veremos.


