La visita del 4º Presidente


   José Mª Aznar en Melilla

   El número 4 es siempre trascendental,  ya sea el 4º protocolo, el 4º evangelio, el 4º mandamiento, el 4º presidente o el reactor 4 de Chernobyl.  ¿Qué hace un expresidente de España en Melilla, además de los motivos públicos de la visita? No lo sabremos, pero baste decir que  un expresidente solo puede venir a nuestra ciudad con las autorizaciones correspondientes.

   Aznar, el 4º Presidente de las Comunidades Unidas de España,  ha llegado a Melilla con un serio temporal de levante, de esos que llevábamos algún tiempo sin sufrir,  y que interrumpen o dificultan mucho el tráfico aéreo, pero el avión de líneas aéreas regulares venía acompañado por un helicóptero de las Fuerzas Aéreas y del Espacio españolas,  al menos en la parte final del trayecto,  en la que la visibilidad estaba reducida.

  Privada es simplemente que no es de Estado,  como la de Rodríguez Zapatero en 2022. Con esta nueva visita, ya solo es Felipe González el único presidente o expresidente que no ha visitado la ciudad, en ninguna condición. Hay que decir, qué salvo Adolfo Suárez,  ningún presidente del gobierno, de los partidos de derecha, han visitado Melilla, en su condición de tales.  No es la primera vez que escribimos que «debería ser obligada una visita a Ceuta y Melilla , de todo presidente en ejercicio «. Visita que sería obligada también para los Jefes del Estado. ¿Podría ser este el motivo no declarado de la visita de José María Aznar a Melilla?

  Salvo Suárez,  los expresidentes españoles se acaban converidos en lobistas de relaciones internacionales, a modo de los presidentes estadounidenses, para no ser «jarrones chinos», en expresión de Felipe González.  Con esta visita, sea cual sea el motivo, y cuya primera parada ha sido el Palacio de la Asamblea de Melilla, por los objetivos del Alminar de Melilla ya han pasado todos los Presidentes que son, o han sido (Aznar, Rajoy, Zapatero y Pedro Sánchez).

  En la política, en el ejercicio del Poder público,  importa sobre todo el final, el modo en que se sale de él.  Calvo Sotelo fue relevado por la mayor victoria electoral de la historia constitucional española. El final de Felipe González fue la «dulce derrota» tras 14 años de gobierno.  Rajoy y Zapatero acabaron de modo precipitado,  con moción de censura en el primer caso y envuelto en una crisis económica no reconocida, y en práctica ruina el segundo. Esos finales condicionan la evolución posterior.  La política española suele ser históricamente convulsa.

  Pero de todos, el final más tormentoso fue el de Aznar, decidido por voluntad propia, pero en el que se cruzó el peor atentado terrorista de la historia de España, el del 11 de marzo de 2004. La incapacidad para reconocer la autoría islamista del atentado, le condenó políticamente para siempre.  Hoy es un político hosco y difícilmente accesible.

  Aún hoy se necesita una explicación, un reconocimiento del error del 11-M. Al único al que no se puede engañar, es a un gobierno.