La beatificación de Isabel la Católica


Casi recién aterrizados desde Segovia, la ciudad de Isabel I de Castilla, la primera mujer Reina de España, nos encontramos con que Melilla se suma al renacido movimiento para la beatificación de Isabel I, más conocida como La Católica, en el 521 aniversario de su muerte, en Medina del Campo, en el año 1504. La conquista del continente americano estaba apenas iniciada, porque lo que primero se descubrió y conquistó,  fueron las islas del Caribe. Los excesos de la conquista, corrieron parejos con los movimientos en defensa de la población indígena, pero todo eso sucedió después de la muerte de la Reina Isabel, y es un tema largo y complejo. La leyenda negra pesa mucho y hay hechos innegables, aunque no todo sea atribuible a lo misma causa, ni tengan la misma entidad.

     La cuestión de la beatificación

  Si hay una institución humana imprevisible, es la Iglesia, inexplicable a lo largo de sus dos milenios de historia. ¿Interesa ahora esta cuestión a la Iglesia? Desde El Alminar apostaríamos por el No, sobre todo por la cada vez más influyente posición de la iglesia del continente americano, y su visión radicalmente distinta de esa propia conquista y evangelización. Es la visión europea enfrentada a la americana, que está en retroceso, después de la 2ª elección de un Papa americano.

   Sin embargo, pese a que el movimiento beatificador se centra en el concepto envangelizador y en las virtudes religiosas de la Reina, no pueden pasarse por alto dos cuestiones de colosal envergadura.  La primera es la creación de la Inquisición,  el instrumento político con consecuencias más terribles para la historia de España, y el Decreto de expulsión de los judíos de España,  en marzo de 1492. El mayor error de la historia de España, incluso aunque solo se quisiese ver desde el aspecto de la unidad religiosa.  Las consecuencias de este hecho serán catastróficas, y además quedaba abonado el campo para el segundo cataclismo social de esa misma época, que serán las guerras de los moriscos de Granada,  que se iniciarán en 1504.

  La misa de beatificación en Melilla

  Al igual que en otras 520 iglesias de España,  en estos días del aniversario de su muerte, en la iglesia de San Agustín del Real, se ha celebrado la misa que, en una acción conjunta, pretende servir de impulso a este movimiento que promueve la beatificación de la Reina Isabel. En Melilla el movimiento está liderado por Juan José Florensa , caballero del Capítulo de Isabel la Católica. Como curiosidad decir que la misa fue oficiada por el sacerdote y párroco de San Agustín,  formado en México, Víctor Hugo Andrade, aunque natural de Colombia. Esto serviría como prueba palpable del hecho pretendido, la unidad que subyace como consecuencia de la conquista española, pese a sus muchas y delicadas cuestiones. La iglesia católica cuenta ya con dos reinas Isabel, en el altar de la santidad, son la reina Isabel de Hungría, e Isabel de Portugal, nacida esta última en Zaragoza.

  El rechazo a la conquista está abanderado por la primera mujer presidente de una de las más pujante naciones de origen hispano, la mexicana Claudia Sheinbaum.

 

El barrio del Acueducto de Segovia


Incertidumbres y certezas sobre el Acueducto de Segovia

El barrio extramuros de El Salvador, con sus dos imponentes iglesias atalayas, la de San Justo y la de El Salvador, es el entorno urbano del celebérrimo acueducto segoviano, de origen romano y reconstruido en su mayor parte, en época de los Reyes Católicos, en esa zona de transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Desde el inicio del tiempo románico, si algo hubo fue «maestros canteros«, que edificaron algunas de las mejores y mayores catedrales de España y de Europa. Son prodigios de piedra, y es aquí donde encontramos la primera diferencia de este acueducto con cualquier construido en época imperial (en esto parece existir consenso), y es en el uso del granito como material. Una piedra muy dura y pesada, abundantísima en la Sierra de Guadarrama, y que los canteros y talladores trataban con virtuosismo.

Esa primera parte del acueducto, la que transcurre por el barrio citado, se inicia tras el último decantador previo al inicio de la ciudad, y consta de consta de una alineación de 129 arcos simples*, en una serie de 6+25+44, agrupados según los giros del acueducto sobre el terreno, para dirigirse a la plaza del Azoguejo, en donde se inicia la parte monumental, y más netamente romana.

El ingeniero e historiador Isaac Moreno Gallo, que tiene un canal de Youtube dedicado a la monumentalidad romana en Hispania. Toda esta primera parte, aunque llamativa, porque convive con las calles, las casas y los vecinos, «es la reconstrucción de siglo XV». Los 129 arcos simples no guardan concordancia entre sí, y están compuestos de maneras bastante toscas, algunas incluso en el siglo XIX, según el estudio del arquitecto F. Jurado, y que data esa última reconstrucción en 1868. Hay arcos casi ojivales y algunos de tamaños parecidos a los de los puentes medievales. Hay otro dato incontestable, según Isaac Moreno, en su canal Traianvs. » y es que ningún monumento romano llegó a la Edad Media en estado íntegro, sino completamente destruidos o muy seriamente afectados. Esto daría carta de credibilidad a la tesis de que se trata de «una grandiosa reconstrucción», en época, y eso sí está apoyado en documentación, de los Reyes Católicos.

La razón del Acueducto de Segovia

No hay ninguna fuente documental romana que justifique la edificación y presencia de un acueducto de esta envergadura en la antigua población de Segovia. Una civilización como la romana, utilitarista y práctica, no construiría una obra así sin una razón que lo justificase. La presencia permanente de una guarnición, de un pretor o cónsul, de un nudo de comunicaciones, o de una línea de retaguardia. Nada. La presencia del acueducto sigue sin explicación, pero no solo en las fuentes romanas. No hay crónica alguna, o rastro arqueológico que lo explique o ratifique. Ni tampoco en las fuentes visigodas o árabes. Hasta la reconquista de la ciudad en el siglo XI, el acueducto, en su forma original, parece no existir. Con los Reyes Católicos sí, porque lo reconstruyen y si se reconstruye, es porque estaba, pero no sabemos en qué forma, pero probablemente sí en el mismo trazado, desde el siglo I o II.

Lo más romano, a partir del momento en que toma la segunda arcada, e incluso los arcos anteriores simples, son romanos, según el experto Isaac Moreno. El acueducto en su parte central es toda romana, excepto la línea de arcos superiores, que fue reconstruida casi en su totalidad. Los inmensos pilares, o pilas, quedaron en pie, porque es imposible derribarlos sin que todo caiga encima del derrumbador, porque todo se derrumbó de manera intencionada, en todas las partes del caído Imperio Romano de Occidente. Las pilas tenían y tienen la suficiente entidad por sí mismas como,para permanecer erguidas, aunque todo lo demás estuviese en el suelo, como de hecho estaba.

La primera arquería de la parte central, junto con las cornisas, habrían quedado en pié a lo largo de los siglos, hasta la llegada de los Reyes Católicos, cuando solo eran monarcas regionales, y nadie pensaba todavía en la conquista del Reino Nazarí de Granada, o la que es lo mismo, el único resto de la Hispania musulmana. Mucho menos en el Descubrimiento de América.

No hay un día en que un segoviano no vea el Acueduto,  de hecho es un mínimo de 10 veces el que se ve al cabo del día.  Mientras vivimos allí,  en el barrio de El Salvador,  nuestro Juegos giraban en torno a sus arcos. No explicaban muchas cosas porque sigue sin saberse mucho sobre él.  Hoy, guiados por un experto, vemos y distinguimos las diferencias en cada piedra, en cada pila, y en cada hilada. La verdad,  histórica en este caso, sigue estando ahí fuera.

La iglesia de San Pío XII


      El mercado en el templo

El grupo propietario del antiguo templo lo denomina como de «los mil nombres», en el folleto editado al efecto, pero eso no es así.  Tuvo solo un nombre: iglesia de San Pío XII, del convento del Triunfo de la Inmaculada Concepción.  Bendecido e inaugurado por la Reina Isabel II, junto a su fundadora Sor Patrocinio, el 8 de octubre de 1859, en La Granja de San Ildefonso (Segovia).

  Ambas notabilísimas e importantes  mujeres,  sobre todo Isabel II, fueron  las más vilipendiadas en su época, en modos que siguen vigentes hoy en día. Por eso,  dar la batalla por ellas es también batallar por la verdad,  algo esencial a la existencia de este blog. Sor Patrocinio,  una monja sin tacha, es probablemente la persona más perseguida por un Estado, en toda la historia española.

  En el folleto editado por La Farm Studio, grupo propietario del edificio,  se afirma que Sor Patrocinio fue «una persona influyente en la voluntad de la Reina». Esto es una imprecisión negada por la misma Reina Isabel II, quien califica a Sor Patrocinio «como la única amiga que realmente tuve». En la carta testamentaria, La Reina niega la influencia de la monja en cualquiera de sus decisiones, es más deja claro que jamás le pidió o solicitó favor alguno. Si la monarca española se lamenta de algo, es de no haber podido protegerla adecuadamente,  en los múltiples destierros y exilios a los que se vio sometida Sor Patrocinio, que fue víctima de una persecución de Estado.

   La Desamortización de Medizabal alcanzó de lleno a las Monjas Concepcionistas del convento, del que fueron desalojadas, sin compensación alguna, apenas 11 años después de su inauguración. Las propiedades expropiadas fueron malvendidas o arruinadas, y compradas por los únicos que tenían dinero en la época; los ricos y las grandes familias, que vieron incrementado sus patrimonios y su poder. Esas familias notables sí ejercían verdadera influencia sobre las decisiones del Reino de España, y lo siguen haciendo.

  Por tanto, la que fuera iglesia del convento,  solo tuvo un nombre,  aunque sí múltiples usos posteriores.  Sobre los terrenos del convento se construyó una urbanización de viviendas.  De las imágenes, ornamentos,  cálices y ajuar religioso, mobiliario, cuadros y pertenencias que hubiera en la iglesia nada se sabe, pero puede imaginarse cuál fue su destino.  La apropiación de propiedades, de cualquier clase, en épocas turbulentas, es la principal vía de incremento de la riqueza patrimonial, a lo largo de nuestra historia. En 2021 pudimos entrar en la iglesia y fotografiar su estado más próximo al original,  tras casi un siglo de abandono. Son ya 13 años de escritos e investigaciones sobre Sor Patrocinio y esta iglesia olvidada.

   En esta visita,  un lustro después,  hemos visto el especial cuidado en la conservación de la arquitectura y pintura original.  En aquel momento se estaba haciendo cargo de la restauración el grupo Santander, para su utilización como centro de convenciones. En este escaso margen de tiempo ha habido un nuevo cambio de propiedad y orientación.  Un mercadillo de bisutería y decoración de alta gama, nos permitió acercarnos a su estado actual.

   Esto nos enseña que las propiedades se suceden,  pero que lo que permanece es el nombre original, y los de quienes lo concibieron y crearon. El legado es ese,lo otro es transitorio. Mendibal ya no es nadie, Sor Patrocinio sí, y sobre todo,  Isabel II.

Nota: https://elalminardemelilla.com/2021/07/27/la-iglesia-del-convento-de-la-inmaculada-concepcion/

La plaza de El Salvador en Segovia


El lugar inmutable

Hace 45 años que abandoné esta plaza, de El Salvador, y este barrio. En Segovia además de a la propia ciudad, se pertenece al barrio, con lo que existe una doble vinculación. Aunque no haya vuelto por allí, salvo en este fugaz paso, yo pertenezco, en algún modo a «El Salvador«, el barrio atravesado por el Acueducto, y que le da una fisonomía particular. Es un nombre potente, el máximo posible, y que también lo une con uno de los países de América Central, El Salvador, porque los nombres también se transportan, tanto en el tiempo como en el espacio, y luego se proyectan. Unos pueden olvidarse, otros se mantienen.

¿Qué es lo inmutable? Lo inmutable es la piedra, y lo escrito. En el entorno de la plaza de El Salvador, todo permanece inalterado desde que me fui de alli en 1979. No ha cambiado ni un ladrillo, piedra o adoquín, en todo este largo lapso de tiempo. Por eso es muy fácil regresar y conectar con los recuerdos, que en este caso son muchos.

  La vorágine transformadora se ha adueñado de las ciudades, pero no de Segovia ni de sus barrios históricos.  En el Salvador sigue en pie el Instituto en donde daba clases Antonio Machado, o el café de la plaza, El Gato, en donde desayunaba. Los recuerdos de cualquiera que haya vivido allí,  son los mismos que los del gran poeta , los mismos de todos los que nos antecedieron, en los últimos 1000 años. Nadie ha visto imágenes diferentes allí. El lugar es inmutable. Aquí no hay «plataforma unica», solo una plataforma inalterable  desde la conquista de la ciudad en 1085, momento en que los nombres empezaron a bajar hacia el sur, hasta la plaza homónima en Sevilla, que lleva el mismo nombre que ésta.   

   Son muchos los cientos de horas pasadas en esta plaza, entre 1971 y 1979. El atrio, la puerta de acceso a la catequesis frente el Instituto de Formación Profesional, el pasadizo lateral del cerro del Salvador, y el crucero y sus escalones, en donde pasábamos las horas como si fuésemos gárgolas, un día tras otro, sobre todo en fines de semana. Permanece todo, incluso la fuente en donde bebíamos agua.

La iglesia de El Salvador

La conquista llega a Segovia en 1085, dentro de las campañas de aproximación y toma de Toledo en el mismo año, y a partir de esa fecha la reconquista, iniciada por Alfonso VI. Probablemente aquí estarían las defensas exteriores de la Segovia musulmana, de la que se dejaron muy pocos vestigios, aunque los hay. La torre del Salvador alberga restos pétreos anteriores, y una línea de claro aparejo califal, e incluso una ventana de ladrillo. Son los mismos vestigios que en la cercana iglesia de San Justo. Ambas son posteriores al siglo XII, de estilo románico. El Acueduto estaba semiderribado, y reutilizado su material, casi de principio a fin, como afirman algunos autores, en lo poco que se ha investigado.

Las piedras guardan los recuerdos y las historias, y hablan a quienen sepan escucharlas y entenderlas. La verdad siempre está ahí fuera, inmutable, como las piedras.

Nota: https://elalminardemelilla.com/2012/01/31/en-memoria-de-jose-jordan-cerezo/

Horace Sebastiani en Granada


La historia del Puente Verde

Horace-François-Bastien Sebastiani, conde de La Porta, natural de Córcega, al igual que el Gran Corso, general y mariscal de Francia, llegó a Granada un 28 de enero de 1810, como gobernador de la antigua ciudad Nazarí, y nueva capital de la España cristiana, además de Toledo. Las tropas ocupantes se asientan sobre todo el recinto de La Alhambra, y permanecerán en ella hasta el 17 de septiembre de 1812. Los datos sobre la ocupación napoleónica de Granada están muy dispersos.

Uno de ellos es el del desaparecido Teatro Cervantes (1966), que fue terminado e inaugurado en 1810, precisamente por Horace Sebastiani, pero con el nombre de Napoleón. Lo que sí quedó de las obras de Sebastiani, aparte de la memoria del saqueo patrimonial de Granada, es este puente, que ya no es verde, sino que toma memoria de una anterior de madera pintada de ese color. Las constantes avenidas del río Genil se llevaban por delante todo lo que encontraban a su paso, como los puentes de madera. Así pues, se necesitaba piedra, porque este material sí permanece.

La gran cantera de piedra se encontraba en la torre del Real Monasterio de San Jerónimo, fundado por los Reyes Católicos en 1492 en Santa Fé, pero que será trasladado a su actual emplazamiento en 1502. La edificación correrá a cargo del Gran Capitan desde 1520. Tras la llegada las tropas napoleónicas en 1810, será usado como cuartel y caballerizas, iniciándose el deterioro y el expolio. La torre será demolidad y sus sillares servirán para la edificación del puente de Sebastiani, conocido hoy como «puente verde». El puente no necesitará reforma alguna hasta 1984. Tras la salida de los franceses en 1812, el Real Monasterio de San Jerónimo quedará abandonado y se iniciará su expolio sistemático, que tendrá su punto máximo con la Desamortización de Mendizabal en 1835. Desde esa fecha y hasta el incendio de 1927, no hay demasiadas noticias sobre lo que sucede en este vasto espacio de tiempo.  Hasta el inicio de su restauración en 1958, tampoco, pero ya no quedaba mucho de su estado original. La recuperación se debe al empeño de la monja, historiadora y poeta sor Cristina de Arteaga.

  Sin embargo, Sebastiani preparaba su gran venganza con Granada, la demolición completa de La Alhambra, que pudo ser evitada por la acción heroica del cabo de inválidos José García,  soldado herido en Bailén en 1808. Eso sí, el monumento quedó en el miserable estado en que lo descubrió Washington Irwing.

  Pero siempre hay algo más,  en este caso, el Real Monasterio de San Jerónimo era el lugar de reposo de Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como el Gran Capitán, vencedor de franceses y de turcos, como reza la leyenda de la fachada principal. Así que Horace Sebastiani decidió cobrarse su triunfo final sobre el legendario virrey de Napoles. Abrió su tumba, aventó los restos y se llevó su calavera a Francia.

Nota: Iniciativa para recuperar la calavera del Gran Capitán: https://chng.it/fwZsm6MR8y

Paracuellos: La matanza en masa.


Enrique Delgado

Son 7 fosas de gran tamaño, para contener al menos 800 cuerpos cada una. Según los propios registros de las autoridades republicanas, responsables de las Prisiones y de las Juntas de Seguridad y Orden Público de Madrid en 1936, al menos 2400 presos fueron inscritos en los listados de «Chinchilla o Libertad», que equivalían a ser asesinados en la zona llana, bajo los pequeños cerros que dan acceso a Paracuellos del Jarama. Madrid era frente de guerra, y cualquiera que conozca algo de cómo debe conducirse en esas circunstancias, sabe que hasta para mover un simple carro de mulas, se necesitan los permisos de los responsables. Más claramente: cualquier movimiento en un frente de guerra debe estar vigilado y autorizado. Esto equivale a decir que el general José Miaja Menant, debía conocer que entre el 7 de noviembre y el 6 de diciembre, se iban a producir esos traslados de presos, y que algo más de la mitad no llegarían a ningún lado. Los 4000 detenidos del Madrid republicano fueron «evacuados» de las prisiones de Ventas, Modelo, San Antón y Porlier, con destinos a otros penales de la retaguardia, salvo los destinados a «Chinchilla» y a «libertad» inmediata.

Los listados republicanos, los que se conservaron, suelen ser exactos, porque los 400 presos que fueron asesinados en una balsa de riego seca junto a Torrejón de Ardoz, al ser exhumados en 1939 por las nuevas autoridades franquistas, se hallaron  exactamente 414 cuerpos, que fueron trasladados a una de las fosas del «cementerio de los mártires de Paracuellos«. Según relata el hispanista Ian Gibson en Paracuellos (1982), el diário El Alcazar publicó un listado con los 2800 asesinados y enterrados en las fosas. En ese momento, la década de 1980, ya no había ningún interes en seguir manteniendo las irreales cifras del franquismo, porque la reales eran y aún son, lo suficientemente espantosas. Entre otras cosas, porque esta es una de las cosas que no puede suceder en un Estado democrático y en esos momentos, lo que quedaba de La República todavía lo era. Esto es: «personas retenidas bajo la custodia del Estado, no pueden desaparecer ni acabar así». Es una atrocidad que le costó muy cara al Gobierno republicano, porque tanto Francia como el Reino Unido, si pensaban prestar cualquier tipo de apoyo al gobierno republicano, encontraron la razon o excusa, para no hacerlo. Probablemente las fosas contienen entre cinco mil y seis cuerpos, porque recibieron los de los asesinados por los Comités Populares, o «chekas» de Madrid, y que ya no tenían capacidad en los cementerios de de la capital.

  Las fosas de Paracuellos no fueron exhumadas nunca. Las cruces que se ven y los nombres, están situadas al azar, eso sí, sobre las fosas en los que fueron enterrados esos grupos y que estaban en los listados. Cualquier debate sobre cifras es estéril, salvo documentación en contra.

Santiago Carrillo, Ángel Galarza, Serrano Poncela, Manuel Muñoz. Responsabilidades.

Angel Galarza era Ministro de la Gobernación, Manuel Muñoz presidente del Tribunal Supremo, Santiago Carrillo, Consejero de Orden Público, y Serrano Poncela director General de Seguridad. Un reciente libro; Paracuellos, una verdad incómoda, de Julius Ruíz, desvela e indaga en los aspectos olvidados de Paracuellos, mucho más allá de la leyenda, porque mito no es,  ya que fue real.  El asunto es que la Justicia franquista, en su Causa General, no encontró la cifra de muertos que ellos habían imaginado (más de 10.000), ni la suma total del llamado «terror rojo», que aún alcanzado el extraordinario número de 80.000 víctimas, no completaba el medio millón  que se buscaba. Este registro, aún siendo pavoroso, resulta ser solo la mitad, o la tercera parte de la «represión franquista», que se situó en torno a las 200.000 víctimas. 

  Esta es la segunda verdad que desvela Paracuellos, y que siendo horrenda, no solo resulta incómoda, tampoco sirve de justificación, ni es equiparable, a la inmensidad y extensión de la represión de Franco.  Como ejemplo sirva decir que se fusiló al alcalde comunista de Paracuellos en 1936 (Eusebio Aresté), que no solo no tuvo nada que ver en los hechos, sino que acudió a Madrid para protestar y poner en conocimientos de las autoridades republicanas (las que todavía permanecían en Madrid), lo que sucedía por las noches en las inmediaciones de su localidad. Los varones de Paracuellos fueron obligados por los milicianos, a cavar las fosas que luego albergarían los cuerpos de los asesinados.

   La mantanza en masa tiene complicaciones logísticas, y complicidades muy grandes, para empezar, la selección de las víctimas, era una actividad siniestra de la que se encargaban los CPIP (Comités Populares de Investigación Pública), entre los que se encontraba el Juez del Supremo mencionado. Sin embargo, los que firman, autorizan, conocen y saben, no son los que matan y tirotéan.

La realidad posterior demostró que la «justicia de Franco» no ofrecía más garantías a los detenidos, que los tribunales populares republicanos. La diferencia es que la represión franquista llenó de fosas pequeñas, medianas, y grandes,  las cunetas y cementerios de España, y que todavía no están reconocidas, ni por supuesto cuantificadas y dignificadas, como sí sucede en Paracuellos del Jarama. Por supuesto que este cementerio es un espacio de memoria, pero todas las otras también lo son. Pese a todo, este cementerio se mantiene al margen de ayudas públicas, y no tuvo demasiadas durante la dictadura franquista.

Conclusiones

  La conspiración militar contra La República se empezó a armar al día siguiente de la Victoria electoral del Frente Popular,  por muy cuestionable que fuese. Lo que destruye el Estado y con ello cualquier posibilidad de proteger a los ciudadanos de «las milicias arnadas», es el golpe de Estado del 17 de julio.  Todo esto, incluso la actividad chekista, solo se produce tras la eliminación del mismo. Esta es la 1ª cosa que no se puede hacer en un Estado democrático. El golpe suele tener consecuencias desastrosas.

   El Estado republicano no se implicó en esas matanzas, ni siquiera organizaciones como el partido comunista o las organizaciones anarquistas lo hicieron en su totalidad.  Muchas personas,  de esos tres grupos, intentaron evitarlas. También hubo elementos de los tres  referidos grupos, organizando y llevándolas a cabo, con la ayuda de delincuentes comunes y de psicópatas , que aparecen en cualquier guerra.

  Esto no es así en el caso de la represión franquista (terror blanco),  que creó un Paracuellos en cada provincia que caía en sus manos. La represión franquista fue organizada desde arriba, y puesta en marcha con su aparato judicial, del mismo calibre y  calado  que «los CPIP» , pero extendida a lo largo de dos décadas. Como dijera Alberto Oliart, Ministro de Defensa con Adolfo Suárez: «En España se le perdonó la cárcel a más de 2000 militares», no solo a Carrillo, que es el nombre que todos conocen.

Los demás si son mitos, como la «quinta columna » o la bolchevización de España. Ni Stalin ni la Unión Soviética tenían interés alguno en España, como afirma José Mª Faraldo en Las redes del Terror. En España se ensayó todo (matanzas en masa, bombardeo de ciudades (Guernica), campos de concentración, trabajo esclavo), pero las soluciones que se dieron fueron muy ibéricas. La verdad es así, siempre golpea. No admite escondites, ni disfraces.

Al Ándalus, de la Invasión a la Reconquista


Parte del mundo académico arabista, el histórico, el político, y el pueblo llano al que todo llega finalmente, andan envueltos en una extraña polémica sobre si existió invasión y conquista musulmana de la península Ibérica en 711 (que es un hecho), y si existió la «reconquista» como tal (que también lo es). El problema radica que es un periodo histórico larguísimo, ocho siglos, con diferentes etapas bien definidas, pero que originaron un mosaico de realidades diferentes. El otro problema es que los hechos son muy anteriores a los términos que hoy debatimos. Nadie llamaba en el siglo VIII musulmanes a los sarracenos, término que sí aparece en la Crónica Mozárabe (CM), escrita en 754, pero sí llama «invasión» a la invasión. La CM describe conquistas muy violentas de algunas ciudades, que sirvieron para atemorizar al resto de ciudades de «Spanie«, a la que denomina con este nombre en la Crónica, que resulta un escollo difícil de sortear para los «neoandalusíes» y sus pretensiones

Quienes se enfrentaron a la invasión o quienes la llevaron a cabo, quienes resistieron, no estaban preocupados por recordar las cosas para poder narrarlas posteriormente. No tenían distancia ni perspectiva sobre la nueva etapa que se iniciaba, y que ni siquiera sabían que lo era

De Covadonga al Emirato

En el primer medio siglo tras la invasión de 711, las tribus o distintos grupos de los nuevos pobladores se fueron asentando en diferentes localizaciones geográficas, bien con resistencia o sin ella. El Estado Andalusí lo organizará Abderramán I en 756 y le dará 3 siglos de existencia. De no haber surgido su figura, la evolución de la invasión hubiese resultado totalmente distinta. En un momento indeterminado de esos 40 años, se produce la escaramuza, batalla o confrontación de Covadonga, en pleno centro del territorio Asturleonés. El triunfo de los indígenas astures, ayudados por mozárabes huidos tras la derrota de Rodrigo en La Janda, será ensalzado por unos y minimizado por otros, pero resultará decisivo a la postre. Las crónicas árabes posteriores denigrarán el episodio, calificando a Pelayo y sus resistentes como «asnos salvajes«. La fuerza invasora derrotada debía ser solamente una tropa expedicionaria, pero esa agresividad descriptiva le da visos de verosimilitud histórica. En cualquier caso, no pueden trazarse líneas de continuidad histórica con nada. Emilio González Ferrín, en su Historia General de Al Ándalus arremete duramente contra la Crónica y contra Covadonga, que sí parece reflejar el hecho: «Atacando con su ejército los lugares imprescindibles, vuelve a su patria (Córdoba) por lugares inciertos, habiendo perdido muchos guerreros, teniendo que reconocer el poder de Dios a quienes habían pedido misericordia los pocos cristianos que habitaban las cumbres». Ningún invasor debe dejar una sola zona sin conquistar, o lo acabará pagando, aunque sea 8 siglos después.

Lo que sigue, y simplificando mucho, es un dominio total de lterritorio conquistado, de Norte a Sur y de Este a Oeste, salvo el Norte. Jalonado eso sí, por constantes revueltas y luchas internas. Las líneas del Duero y Ebro, o Marcas Altas, se mantendrán estables durante siglos. Quien fuese Pelayo murió sin saber que iniciaba nada, y en el siglo y medio posterior a su muerte, no existió nada comparable a una «reconquista». La crónica anónima titulada Ajbar Machmuà, siglo XI, recoge ya la derrota en Asturias y el nombre de Pelayo y la data en la mitad del siglo VIII (750). Por tanto, es a la vez un hecho histórico y un mito, pero que resultará trascendente. Sobre todo porque creará un espacio en donde refugiarse, de las cosas que estaban ocurriendo al sur de la marca Media, del Tajo.

En su libro Mozárabes en el Origen de los Reinos Cristianos, Francisco de Borja García Duarte, documentará la idea de la emigración del Sur al Norte, como origen y fundamento de los reinos cristianos, cuando las cosas empezaron ponerse duras. Sin embargo, seguimos hablando de siglos, con lo que nadie que habitase aquellos tiempos, podía tener perspectiva alguna sobre lo que estaba sucediendo.

El ya Califato de Córdoba, no tenía rival ni freno posible pese a los ajustes de territorio, en el inicio del tercer siglo de dominación musulmana, aunque el término no sea todavía correcto. El Estado califal estaba plenamente asentado, pero sufrirán su primera gran derrota en la batalla conocida como Simancas-Alhandega en 939, según relata Margarita Torres Sevilla en Las Batallas Legendarias (2003). La situación estaba tan consolidad en ambos lados del Duero, que las derrotas o victorias no mermarán la capacidad de respuesta, ni de la Califal, ni de los Reinos del norte. Sin embargo, la marea ya estaba cambiando de sentido. Faltaba todavía siglo y medio para que las huestes cristianas llegasen a la que se constituirá como la gran frontera, la de Toledo, en el río Tajo en 1085, en pleno derrumbe de Las Taifas.

El último que atravesó el río Tajo, el Duero, llegando hasta la misma catedral de Santiago será Al Mansour, el victorioso, natural de Torrox, en 997. Almanzor arrasó el norte cristiano desde Santiago hasta Manresa. Sus aceifas eran una pesadilla que nadie consiguió detener en esos 30 años, ni en los 300 anteriores. Tras su muerte en Medinaceli en 1002, la suerte del Califato estaba echada. Hasta Las Navas de Tolosa quedaban todavía dos siglos, con derrotas durísimas para los Reinos del Norte. La primera se produce en Zalaca o Sagrajas en 1086, en las inmediaciones de Badajoz, frente a los Almorávides. La segunda tendrá como emplazamiento Alarcos, en 1195, frente a los Almohades. La vida y el país entero se jugaban en cada una de esas batallas, en una sola jornada. La fortuna y las disensiones en el campo musulmán, hicieron que esos dos derrotas se quedaran en esas localiades, y no arrastrasen a la península entera, aunque los Almorávides sitiaron Toledo tras su victoria de 1086, sin lograr reconquistarla.

Será en ese lugar y en ese momento (Toledo), que ya nadie volverá a rebasar, en donde la «reconquista» tome cuerpo y sentido, aunque en los conceptos y parámetros del siglo XI. Es prácticamente la mitad del periodo de la «Hispania musulmana», fecha intermedia entre la conquista de 711 y el final en Granada en 1492. A Sánchez Albornoz hay que leerlo, porque su gran acierto es nombrar su historia como España Musulmana, porque todo lo que sucede en la península Ibérica es hispano. Lo que que se da aquí no es comparable a ningún otro lado, sobre todo cuando Abderramán III proclama el califato y lo cierra a cualquier influencia e intromisión exterior. Una vez que desaparezca ya no existirá más. Es una etapa única en la historia del mundo, que solo es y pertenece a Hispania.

Marca Alta y Taifas

La resistencia existió siempre y Córdoba se dió cuenta e intentó quebrantarla una vez tras otra, pero las fronteras o «marcas» resultaron muy sólidas. Simancas (939) resultó importante porque por primera vez en dos siglos los ejércitos califales parecieron vencibles. El Reino Astur-Leonés llegó a la Marca Alta (Duero) al final del siglo X y ya no retrocedería más, con las ocupaciones o conquistas de León, Zamora y Toro. Un siglo después, estarán ya en la Marca Media, río Tajo en 1086. La situación en los Reinos de Aragón y Navarra, era totalmente distinta. Conquistarán Huesca en 1096, pero no llegarán hasta el río Ebro en Zaragoza hasta 1118, que conquistarán en el mes de diciembre, según cuenta María Jesús Viguera en Aragón Musulmán. Alfonso I de Aragón conquistará Zaragoza, pero será duramente derrotado por los almorávides en 1134, que habían recuperado Fraga en 1124.

Las Taifas eran todavía Al Ándalus, como cuenta la historiadora Viguera Molins. Los almorávides liquidarán todo resto andalusí tras su entrada en Hispania en julio de 1086, conquistando todas las taifas, que se opondrán duramente a ellos. En 1146 llegaron los almohades, pero ni unos ni otros eran ya hispanos, y los andalusíes lo sentirán así. Hasta Las Navas de Tolosa quedará todavía casi un siglo, y hasta el final completo de la presencia islámica en España, otros dos siglos y medio. Los últimos andalusíes serán y fueron, los nazaríes del Reino de Granada.

Las nuevas propuestas

Ochocientos años resulta ser una etapa histórica inmensa, que está bien segmentada en sus distintas etapas, pero ¿Cómo se denomina al hecho de la recuperación constante del territorio peninsular, desde el siglo X, si no se quiere usar la palabra reconquista? ¿Cuándo surge por primera vez la palabra reconquista? Si se pretende el fin de unos términos, deben proponerse otros que abarquen igualmente, ese periodo tan extenso. Invadieron unos, varias veces, conquistaron, mantuvieron, perdieron territorio y también reconquistaron, aunque menos. Los otros, resistieron durante siglos, sin opción. Fueron ocupando y conquistando territorio, perdiendo también en ocasiones, con el mismo objetivo que los hispanomusulmanes del sur, la dominación total. Sin la ayuda extranjera, el Sur musulmán no se hubiese mantenido tanto tiempo. Fue más determinante que la ayuda franca en el Norte.

La otra gran paradoja es que una parte significativa de la población hispano-romana aceptó la conversión (muladíes) al islam (aunque no existiese el término) cuando se les ofreció esa alternativa a partir de 711, a la de la sumisión mediante tributo, que les convertía en ciudadanos sin derechos (mozárabes). Cuando cambiaron las tornas en los territotorios «reconquistados» a partir del siglo XI, casi nadie aceptará la conversión al cristianismo (mudéjares), y preferirán la expulsión antes que la conversión.  Los nararíes eran musulmanes hispanos, esa fue su gran tragedia.

Otra bibliografía propia: Pedro Martínez Montávez, Europa Islámica. Memorias del último Rey Zirí de Granada, traducción de Emilio García Gómez. Mª Jesús Viguera Molíns, Los Reinos de Taifas. Sebastián Gaspariño, Historia de Al Ándalus según las Crónicas Medievales. Serafín Fanjul, La quimera de Al-Andalus y Al-Andalus contra España. Susana Calvo Capilla, Las mezquitas de Al Ándalus. Rafael Sánchez Saus, Al Ándalus y la Cruz. Luz Gómez García, Diccionario de islam e islamismo. Claudio Sánchez Albornoz, La formación del Reino de Asturias.