Parábola de Jericó


 

                  Nuestro nombre caerá en el olvido con el tiempo, y nadie tendrá memoria de nuestras obras, y pasará vuestra vida como rastro de nube, y se disipará como niebla acosada por los rayos del Sol. Libro de la Sabiduría.

             Durante 7 días, dando vueltas alrededor de las murallas,  los 7 sacerdotes hicieron sonar las 7 trompetas. Solo al amanecer del séptimo día se derrumbaron las murallas y la ciudad fue tomada y pasó a otras manos. El poder se desmorona así, de un día para otro, sin más preámbulo que una pequeña señal. En 7 días, los que median entre el 15 y el 22 de junio de 2019, hemos visto desmoronarse a un poder envejecido, que eso sí, amenaza con dejar caer sus cascotes sobre cualquiera que esté en las inmediaciones. Los castigos a quienes intentan evitar, retrasar u obstaculizar la voluntad divina y la inexorabilidad de su mandato, suelen ser bíblicos.

               Hace ya muchos años, en 1980, apareció en El  País un artículo de Gabriel García Márquez titulado «El cuento de los generales que se creyeron su propio cuento», en referencia a los militares uruguayos, que tras décadas de estancia en el poder y de control de la prensa y de la oposición, creyeron que todo lo que decían de ellos y de sus obras era verdad. El párrafo que sigue es magistral: «Es la trampa del poder absoluto. Absortos en su propio perfume, los gorilas uruguayos debieron pensar que la parálisis del terror era la paz, que los editoriales de la Prensa vendida eran la voz del pueblo y, por consiguiente, la voz de Dios, que las declaraciones públicas que ellos mismos hacían eran la verdad revelada, y que todo eso, reunido y amarrado con un lazo de seda, era de veras la democracia». Apostaron por  someter su poder al dictamen del pueblo y perdieron, y abandonaron el Poder, obligados por las urnas, pero sin creérselo, es más, nunca creyeron lo que les había pasado, no le encontraron explicación.

              Lo que estamos viendo en Melilla desde el pasado 26 de mayo me recuerda este artículo, refrendado en un titular de El Faro: «No nos merecemos este resultado», en referencia a los 10 escaños que les otorgaron las urnas y que indicaba su salida del poder (la del PP). Eso sí, lo veía toda la ciudad menos ellos. Esta vez la voluntad del pueblo había quedado más clara si cabe, con otros 13 escaños para los partidos de oposición, y una acumulación de 17.000 votos, el 50% de los votos emitidos.

          Se derrumbó el muro que rodea la elevación de la altura del cubo, un muro bien macizado y que había resistido el paso del tiempo, pero no la obra del nuevo parque infantil construido  un poco más arriba. Los cambios en la carga del terreno debilitaron el encofrado, provocando el empuje del terreno que reventó el muro. Era la última señal de las muchas que se acumularon. Nadie lo creerá hasta que no lo vea, todavía hay miedo, pero este tiempo está acabado.

         Costará al menos dos años detener el proceso de decadencia de la ciudad, con decenas de furgonetas del contrabando ocupando espacio público muy necesario, muchas de ellas abandonadas. Hay decenas de edificios en estado de ruina y la especulación urbanística dominando toda la ciudad. Todas las semanas cae un edificio en algún barrio. Desaparece el arbolado, los aparcamientos, sin que exista alternativa alguna. La frontera está colapsada, y los depósitos de vehículos descatalogados creciendo sin medida. No hay manera de salir o entrar de la ciudad y para colmo de males, el gobierno saliente ha acumulado más de un centenar de obras en el periodo pre y poselectoral, convirtiendo toda la ciudad en un infierno. No hubo tiempo en los últimos 10 años.

 

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El sueño de Napoleón


                 Si en algún lugar de Melilla se puede apreciar las distancia entre la ciudad imaginada, la de la propaganda, y la real, es en la calle Napoleón. La grandeza del nombre frente a la dureza de la realidad.

                       Napoleón fue grande, pero su obsesión fue el poder, que ejerció sin límite y sin freno. Tanto, que llegó  a instaurar un modelo propio de ejercer el gobierno al que se denominó como «bonapartismo». En un blog ya muerto de los miles que siguen atravesando el tiempo a través de internet, denominado Ideologías, es descrito así: «El bonapartismo es un sistema político o un conjunto de ideas que, aunque se basa en la forma de gobernar de Napoleón, es con su sobrino Napoleón III cuando se cristaliza. Se trata de una especie de sistema de dictadura popular. No es una monarquía absoluta, sino una especie de monarquía o pseudomonarquía donde se reconoce la soberanía del pueblo, aunque no se trate de una monarquía constitucional. Se invoca, constantemente, al pueblo, a la voluntad popular, a través de los plebiscitos, fácilmente manipulables». Aquí encajaría muchos perfiles políticos, como por ejemplo Nicolás Maduro y su autocracia. Se trata de ejercer un poder personalista, dentro de sistemas democráticos.

                Un personaje cercano como José María Aznar y su alto concepto de sí mismo, sobre todo en su segunda legislatura, entraría dentro del perfil del bonapartismo; pero al menos acertó en un cosa, y es en la de poner límite a su mandato. Un poder extendido sin límite temporal, aunque sea bajo el amparo del voto popular, acaba creando grandes problemas, porque alteran incluso a la propia sociedad. El no saber retirarse a tiempo y el miedo a la propia ausencia del líder, crean un conjunto letal para el ejercicio democrático.

                                                  La calle Napoleón

             Hemos escrito sobre barrios abandonados a su suerte durante dos décadas, las del dinero a raudales y que ya no volverá a fluir en la misma ingente cantidad (Carmen, Ataque Seco, Poblado de Cabrerizas, Rastro, Barrio Hebreo, Cañada), e incluso este mismo que alberga a la calle Napoleón, el de Faldas de Camellos. Aquí la inversión pública ha sido ínfima, aunque ahora se prometa una zona verde fastuosa. Es necesario vivir primero en condiciones dignas, tener acceso a opciones laborales en igualdad de condiciones, para poder lograr un equilibrio social, antes que tener un parque, al que también se tiene derecho. Un pueblo dependiente es un pueblo sometido.

                 En la calle Napoleón y adyacentes, la accesibilidad , ciudad sostenible y otras muchas cosas no son ni siquiera propaganda. No existen.

Nota:http://historiaideologias.blogspot.com/

La rampa de la discordia


                   Situación límite en las clínicas radiológicas Remartínez

   La Justica les está dando la razón, pero lentamente, tanto que las Clínicas radiológicas de los doctores Remartínez resisten a duras penas el estrangulamiento de pacientes y diagnósticos procedentes del INGESA (Instituto de Gestión Sanitaria), a base de reducción de gastos corrientes, reducción de plantilla y de jornada laboral, y también a costa de la salud laboral de sus empleados y gestores. Hay que recordar una vez más, que la parte concertada que el INGESA gestiona mediante concursos públicos, había sido ganada por estas clínicas, la de Tomografía Computerizada y la de Imagen Diagnóstica.

     Hace unos días, el INGESA, ante la pérdida de médicos especialistas en Melilla (radiología y endocrinología) y la inexistencia de otras (dermatología), hacía hincapié en la dificultad para cubrir estas plazas en la ciudad. No explicaron ni porqué se marchan los especialistas, ni porqué está sin cubrir la de radiología, cuyo responsable y propietario de la plaza está expedientado por el propio organismo gestor.

                               Todo por una rampa

      Las clínicas de los doctores Remartínez fueron también apartadas del catálogo de compañías de prestación de servicios sanitarios, excepto DKV, Maphre y Sanitas, eliminando el derecho del paciente a escoger su propio médico y especialista. Quien tiene opción para ello, invierte su propio dinero y recursos, en pagar los diagnósticos que considera de mayor calidad, con los mejores medios técnicos, y los mejores especialistas.

     ¿Cuál fue la causa de la exclusión ambas clínicas del concurso de prestación de servicios diagnósticos que habían ganado?. Una rampa, esta que mostramos, que tiene una accesibilidad suficiente, mientras que algunos organismos públicos, clínicas médicas, consultas y todo tipo de establecimientos de cara al público siguen sin tenerlas. Esta rampa es una muestra clara de que la ley y las exigencias de accesibilidad puede aplacarse a favor o en contra.

        ¿Qué es la accesibilidad suficiente?. Es sencillo, la clínica de tomografía computerizada fue fundada antes de existir cualquier normativa de accesibilidad, pero se fue adaptando a todas las ulteriores reformas. Un documento notarial de 7 de abril de 2016 da fe de que esta clínica cuenta con rampa de acceso exterior y una rampa elevadora interior, dos aseos, de los cuales uno está adaptado para personas impedidas o con movilidad reducida. Durante años han entrado y salido de allí las camillas hospitalarias con pacientes para diagnosis clínicas. En la clínica de imagen diagnóstica esta eliminado el escalón de la calle, existe un ascensor interior y tanto el ortopantomógrafo como el mamógrafo están situados en la planta baja del inmueble, y no el sótano. Estas deficiencias inexistentes, fueron tenidas en cuenta por el dictamen del Consejo de Estado, para anular la concesión pública de la diagnosis clínica a estas empresas y clínicas melillenses. También y es igualmente importante, cuentas con todas las medidas de seguridad elaboradas por el Consejo de Seguridad Nuclear.

          La accesibilidad suficiente quiere decir que ambas clínicas son accesibles para cualquier persona con discapacidad, sin que cumplan de modo exacto la última normativa aprobada. Este criterio fue aplicado por la Consejería de Fomento, en la Comisión Técnica de Accesibilidad, en su sesión del 5 de junio de 2016, para seguir permitiendo la actividad comercial de una farmacia antigua, sin que tuviese que ser demolida. La rampa actual difiere en 8 centímetros de los criterios actuales.

         Todos podríamos nombrar al menos 10 lugares en los que hay atención al público, en los que si se aplicase con el mismo rigor la última normativa de accesibilidad que a las clínicas Remartínez, ni siquiera podrían estar abiertos, y eso sin entrar en la de sanidad y seguridad laboral. Lo peor de todo es la calidad diagnóstica que se está negando a la ciudadanía melillense, además del perjuicio que se está haciendo a estas dos clínicas emblemáticas de la ciudad.

Pasos accesibles en la calle La Legión


            

           Hacer la cosas y hacerlas mal

        El paseo central del Barrio del Real es uno de los menos accesibles de toda Melilla. Hace cinco o seis años iniciaron las obras para rebajar el nivel del paseo central y hacer accesibles los pasos de peatones y el resultado fue éste. Voy a poner solo 2 fotos, pero podría poner igual 20, porque todo el paseo está así. Todavía se desconocen las causas por las que rebajaron e hicieron la pendiente del paseo, pero dejaron los bordillos. Como chapuza es una de las más grandes e inexplicables que se hayan visto nunca y es una chapuza que se incrementa al mirar la acera de enfrente y se descubre que el bordillo solo está «supuestamente rebajado» en la zona central y en la contigua, ni siquiera se ha tocado, con lo cual, el resultado es doblemente malo, porque se hizo el gasto para rebajar el nivel de las aceras y convertirlas en accesibles y el resultado fue nulo, lo que nos lleva a afirmar, que se tiró todo el dinero invertido en esta ocasión. Luego se detuvieron las obras y todo quedó en este «inaccesible» estado.

La rampa mortal


                      

 

 ¿ Rampa o trampa ?

            Esta rampa, diseñada por uno de los «lumbreras»a los que estamos acostumbrados en Melilla, parece hecha más para crear «minusvalías»  que para eliminar trabas arquitectónicas. Esta mañana, según alertaba el blog amigo de: «La otra Melilla», una mujer se despeñaba por ella al intertar barjarla con una silla de bebé, al parecer, según relata el compañero «bloguista», el pequeño salió disparado desde el carrito y se golpeó la cabeza contra el suelo.

              No es la primera persona que se cae, pues tras el considerable revuelo ocasionado por el accidente, testigos d elos hechos relataban que las caídas son constantes en ese punto. Realmente la rampa, más parece trampa que otra cosa, peor no sólo para personas con «minusvalías», sino para cualquier persona que ande distraida, de un mal paso y se estampe con esa «rampa mortal». Además, el suelo está hecho de pizarra deslizante, con lo que en época de lluvia se convierte en un «rampa deslizante», o en çepoca seeca, cuando se baldea la zona para proceder a su limpieza.

                  Aparte de desear que «el pequeño» no haya sufrido un grave percance, animamos a todos los ciudadanos que sufran caídas por el mal estado de aceras y calles, a que presenten las pertinentes denuncias en los juzgados, pues los ayuntamientos tienen responsabilidad civil por todo estos percances, causados por el deficiente mantenimiento de las vías públicas, y que ocasionan todo tipo de lesiones a los ciudadanos.