El barrio del Acueducto de Segovia


Incertidumbres y certezas sobre el Acueducto de Segovia

El barrio extramuros de El Salvador, con sus dos imponentes iglesias atalayas, la de San Justo y la de El Salvador, es el entorno urbano del celebérrimo acueducto segoviano, de origen romano y reconstruido en su mayor parte, en época de los Reyes Católicos, en esa zona de transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Desde el inicio del tiempo románico, si algo hubo fue «maestros canteros«, que edificaron algunas de las mejores y mayores catedrales de España y de Europa. Son prodigios de piedra, y es aquí donde encontramos la primera diferencia de este acueducto con cualquier construido en época imperial (en esto parece existir consenso), y es en el uso del granito como material. Una piedra muy dura y pesada, abundantísima en la Sierra de Guadarrama, y que los canteros y talladores trataban con virtuosismo.

Esa primera parte del acueducto, la que transcurre por el barrio citado, se inicia tras el último decantador previo al inicio de la ciudad, y consta de consta de una alineación de 129 arcos simples*, en una serie de 6+25+44, agrupados según los giros del acueducto sobre el terreno, para dirigirse a la plaza del Azoguejo, en donde se inicia la parte monumental, y más netamente romana.

El ingeniero e historiador Isaac Moreno Gallo, que tiene un canal de Youtube dedicado a la monumentalidad romana en Hispania. Toda esta primera parte, aunque llamativa, porque convive con las calles, las casas y los vecinos, «es la reconstrucción de siglo XV». Los 129 arcos simples no guardan concordancia entre sí, y están compuestos de maneras bastante toscas, algunas incluso en el siglo XIX, según el estudio del arquitecto F. Jurado, y que data esa última reconstrucción en 1868. Hay arcos casi ojivales y algunos de tamaños parecidos a los de los puentes medievales. Hay otro dato incontestable, según Isaac Moreno, en su canal Traianvs. » y es que ningún monumento romano llegó a la Edad Media en estado íntegro, sino completamente destruidos o muy seriamente afectados. Esto daría carta de credibilidad a la tesis de que se trata de «una grandiosa reconstrucción», en época, y eso sí está apoyado en documentación, de los Reyes Católicos.

La razón del Acueducto de Segovia

No hay ninguna fuente documental romana que justifique la edificación y presencia de un acueducto de esta envergadura en la antigua población de Segovia. Una civilización como la romana, utilitarista y práctica, no construiría una obra así sin una razón que lo justificase. La presencia permanente de una guarnición, de un pretor o cónsul, de un nudo de comunicaciones, o de una línea de retaguardia. Nada. La presencia del acueducto sigue sin explicación, pero no solo en las fuentes romanas. No hay crónica alguna, o rastro arqueológico que lo explique o ratifique. Ni tampoco en las fuentes visigodas o árabes. Hasta la reconquista de la ciudad en el siglo XI, el acueducto, en su forma original, parece no existir. Con los Reyes Católicos sí, porque lo reconstruyen y si se reconstruye, es porque estaba, pero no sabemos en qué forma, pero probablemente sí en el mismo trazado, desde el siglo I o II.

Lo más romano, a partir del momento en que toma la segunda arcada, e incluso los arcos anteriores simples, son romanos, según el experto Isaac Moreno. El acueducto en su parte central es toda romana, excepto la línea de arcos superiores, que fue reconstruida casi en su totalidad. Los inmensos pilares, o pilas, quedaron en pie, porque es imposible derribarlos sin que todo caiga encima del derrumbador, porque todo se derrumbó de manera intencionada, en todas las partes del caído Imperio Romano de Occidente. Las pilas tenían y tienen la suficiente entidad por sí mismas como,para permanecer erguidas, aunque todo lo demás estuviese en el suelo, como de hecho estaba.

La primera arquería de la parte central, junto con las cornisas, habrían quedado en pié a lo largo de los siglos, hasta la llegada de los Reyes Católicos, cuando solo eran monarcas regionales, y nadie pensaba todavía en la conquista del Reino Nazarí de Granada, o la que es lo mismo, el único resto de la Hispania musulmana. Mucho menos en el Descubrimiento de América.

No hay un día en que un segoviano no vea el Acueduto,  de hecho es un mínimo de 10 veces el que se ve al cabo del día.  Mientras vivimos allí,  en el barrio de El Salvador,  nuestro Juegos giraban en torno a sus arcos. No explicaban muchas cosas porque sigue sin saberse mucho sobre él.  Hoy, guiados por un experto, vemos y distinguimos las diferencias en cada piedra, en cada pila, y en cada hilada. La verdad,  histórica en este caso, sigue estando ahí fuera.

El arco que lo sostiene todo


            Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos tocando al de Verbo de vida, porque la vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y testificamos…..Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos a vosotros, a fin de que también viváis en comunión con nosotros. Carta 1ª de Juan

                            Los arcos centrales del acueducto de Segovia

            Conducir el agua, comunicar dos lugares en diferentes niveles, sortear una dificultad grande. Esa es la función del acueducto de Segovia. En realidad se trata de dos acueductos, o dos puentes. Uno encima del otro. La arcada principal supera los 20 metros de altura en su parte central, más el segundo tramo de arcos que se asienta sobre el primero, sin otro elemento de sustentación que el propio peso, y el ajuste milimétrico y preciso de las piedras, ajustadas unas sobre otras y talladas con rigurosa precisión. Casi dos milenios de historia se muestran ante los ojos y las cámaras de quienes lo fotografían. Desde algunas perspectivas asemejan un inmenso bosque de columnas de piedras. Su única amenaza son los agentes erosivos ambientales, y el propio paso del tiempo.

            Se trata de una obra magnífica, de piedras encajadas y talladas de modo preciso. Se sostiene sobre sí mismo, sin ningún tipo de argamasa o elemento que no sea el propio peso y el ajuste preciso de las piedras. La técnica del arco de medio punto fue traída por los romanos, desde Oriente. la perfeccionaron y la convirtieron en una opción constructiva de primer orden. La capacidad de carga de este tipo de arco es enorme, tratándose de una solución técnica en uso en la actualidad. El siguiente gran avance arquitectónico fue la bóveda, que casi llegaron a desarrollar de modo completo.

       Una imagen impresionante de una obra magnífica. Una metáfora muy adecuada para el regreso del Alminar, tras el necesario periodo de silencio estival. Con la fotografía de una de los arcos centrales visto desde abajo, cumplimos con otra máxima del blog, la de ver  las cosas de otro modo. El Alminar es una comunidad, en la que participan aquellos/as que quieren. Desde aquí mostramos y compartimos aquello que vemos, y damos cuenta de ello. Esto es así desde hace más de cuatro años.