La defensa del arbolado


Árboles en el Fuerte de Camellos

Ha surgido un grupo, asentado en Facebook, en «Defensa del arbolado en Melilla» y es un iniciativa sana, siempre que se mantenga en el tiempo, y no sea algo fruto de la coyuntura. Cualquier reacción ciudadana en defensa la ciudad propia es siempre digna de atención, siempre y y cuando contribuya al bienestar colectivo. Por tanto, les damos la bienvenida y les deseamos continuidad y perseverancia, sobre todo cuando vengan los tiempos duros, que llegarán.

Eso sí, hay que situar todo dentro de un contexto, para que no parezca que la destrucción del arbolado melillense se ha iniciado solo en estos dos últimos años. No es cosa de ahora, como tampoco lo es la destrucción y pérdida del patrimonio arquitectónico. Por eso recordamos siempre los antecedentes, aunque alguien piense que eso es politizar un tema.

Decimos esto porque nada de lo que existía en el inicio del Alminar en 2011, existe ya, salvo los blogs de La Otra Melilla y Al Sur de Alborán, y eso creo una sensación extraña, casi como de viaje en el tiempo. Hemos visto desaparecer tanto, que miramos ya las cosas de una manera más cautelosa. Aún así, este rebrote en la conciencia de ciudad propia, es algo muy saludable, porque prueba que la ciudadanía está ahí, aunque la aburran, y no siempre se manifieste de modo público.

Los árboles de Melilla llevan siendo maltratados dos décadas, y desde que podemos dejar constancia en este blog, la última década ha sido feroz, próxima a la devastación arbórea. Hoy volvemos a una arboleda abandonada, en un fuerte perdido, el de Camellos, y que solo utiliza la Asociación de Sordos de Melilla (ASOME). Escribimos ahora, porque lo hicimos hace exactamente un década, y la situación presenta el mismo grado de abandono.

Empieza a dar cierto miedo, el descubrir zonas de abandono a la Administración, porque lo primero en lo que piensan es en cerrarlo todo, hacer un proyecto costoso (un millón de euros) y llenarlo de losas de cemento, como hicieron en las dos zonas ajardinadas del Barrio de La Victoria, a un lado y otro del Mercado, en el que han situado enorme enlosado, y en el que han desaparecido los caminos de tierra.

Aquí de momento no ocurre nada, salvo que es una zona verde completamente abandonada, con aspecto de secarral, cerrado al público común, pero no a «los habitantes de la noche». Es una pena, porque con limpiar la zona, regarla, resguardarla de intrusiones, y controlar algún árbol cuyas raíces ya están visibles, sería suficiente, para que pudiese ser disfrutado por los melillenses. Eso sí, que mantengan los paseos de tierra y hagan crecer el césped, porque no hay un olor más sano, que el de la tierra y la hierba mojada.

El enlosado de los jardines y paseos del Barrio de la Victoria, tapando la tierra, es algo que no debe suceder más. La naturaleza no se puede convertir en maceteros.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2011/12/01/el-fuerte-de-camellos/

El estado de inercia


  La arboleda abandonada

        En días pasados, en el debate político melillense surgió el concepto de inercia. La inercia, según la Primera Ley de Newton, también se conoce como ley de inercia, o principio de inercia,  y afirma que un objeto permanecerá en estado de reposo o en movimiento uniforme en línea recta, siempre que no tenga su estado alterado por la acción de una fuerza externa. Por lo tanto, cuanto mayor es la masa del objeto, mayor es la inercia, es decir, mayor la resistencia que el cuerpo ofrece a la alteración de su estado.

          Una masa de inercia de más de una década de desidia es difícil de subvertir, más cuando el gobierno saliente, en periodo de funciones, dejó pactadas, atadas y comprometidas 39 obras por toda la ciudad, una de ellas este posible parque entre Altos de la vía, y general Astilleros, por un montante de 1 millón de euros. En el año 2013 ya escribíamos sobre él, y lo nombrábamos como «la arboleda perdida del ferrocarril«, porque por esta zona pasaba el tren de las Minas de Rif.

              En aquel artículo, además de incidir en el estado de abandono en que se encontraba, resaltábamos las escalones de madera, que fueron preservados en la etapa del regidor Ignacio Velázquez, tras demoler un grupo de viviendas prefabricadas allí existentes, heredadas a su vez de no se sabe qué época, quizá la del alcalde socialista Gonzalo Hernández o anteriores. En toda la etapa de Juan José Imbroda (2000-2019), no se realizó allí acción alguna. Sin embargo, con el inicio del año electoral de 2019, entraron las prisas por realizar y proyectar obras que no se habían pensado ni puesto en marcha en dos décadas. Así pues tendremos otro parque millonario en la ciudad, que ya imaginamos que será una acumulación de cemento, parterres y suelo movedizo de falsa piedra, altamente deleznable. Hay inercia sí, pero es imposible detenerla y viene de tiempo atrás, tanto, que ya casi nadie recuerda como empezó. Los escalones de madera ya no existen, ni quedan, ni nadie se ha molestado en conservarlo. Eran pasto de la carcoma desde hace 10 años o más.

                                     Lo que queda de los árboles

                Son todos eucaliptos y ficus, de la flora australiana, algunos han sido talados en el último año, en la acera superior de Altos de la vía, y probablemente tenga que ser talado alguno más, pues presentan troncos completamente secos, o de un insano color negro. El árbol más sano de todos es el ficus. Hoy hemos visto los restos del tronco de un árbol que ha sido ya talado y convenientemente cortado con las motosierras. No será el último. Habrá que estar atentos.

       Nota: https://elalminardemelilla.com/2013/04/18/la-arboleda-perdida-del-ferrocarril/