Czeslawa KowkaKrysia Trzevniewska Anna SmolenskaFicha de Czeslawa, al entrar al campo
Czeslawa Kwoka y los católicos polacos
La bestialidad nazi sigue produciendo perplejidad. Asomarse a la magnitud del abismo del Holocausto judio y del exterminio de poblaciones europeas produce un extraño hechizo. Cuanto más se conoce, más se quiere conocer, cuanto más se sabe, menos se comprende.
Los nazis, como tales, solo han existido entre 1920 y 1945, cuando fueron destruidos de modo completo, con la derrota de la Alemania hitleriana. Afirmar que existen en otro lugar (Ucrania), es poner en cuestión, o casi negar, cual fue la magnitud de los hechos criminales que llevaron a cabo los nazis en Europa, sobre todo en Polonia y en la misma Ucrania, en la que destacaron por una ferocidad inhumana, en la destrucción completa de poblaciones. Serán, por siempre, los mayores criminales de la historia y eso ya lo sabía Goebbels.
Matanzas y exterminio en Polonia
En Polonia está prohibido escribir e investigar sobre el Holocausto, más allá de lo ya conocido, que no es tanto como se cree. El plan nazi de exterminio incluía la destrucción de pruebas y archivos, así como la eliminación física de los campos de concentración. La población judía de Polonia y de Ucrania fue destruida casi en su totalidad, tanto en las propias cámaras de gas, como en matanzas masivas dificilmente cuantificables.
Pese a todo, quedan cuestiones dificiles de responder. ¿ Por qué la criminalidad nazi fue tan brutal con la población católica polaca, a la que se desplazaba también a campos cercanos al complejo de Auschwitz/Oswiecin?
Los nazis habían destruido el Gueto de Varsovia, y a toda su población, en mayo de 1943, pero lo que les esperaba a los católicos polacos en 1944, era algo superior, dentro de una magnitud ya infernal. Tras la sublevación de Varsovia en agosto, lo que preparon las autoridades nazis fue algo nunca visto: La destrucción y demolición de toda la capital polaca, en la que no quedó un solo edificio en pie. Se calcula que murieron 200.000 polacos en los bombarderos sistemáticos de la inerme Varsovia, pero todavía se sigue considerando a Dresde, como el paradigna de un bombardeo terrorista, sobre una ciudad indefensa.
El 27 de enero de 1945, las primeras divisiones rusas entraron en «el complejo de Auschwitz-Birkenau». El avance ruso fue rápido y evitó los planes nazis de eliminación de pruebas. Gracias a eso conocemos los nombres de niñas católicas polacas como Czeslawa Kowka (12/03/1943), Krysia Trzevniewska (1943) y Anna Smolenska (19/03/1943). Todas fueron golpeadas y rapadas antes de hacerse la foto. Krisya todavía tenía lágrimas en sus ojos. Las dos primeras tenían 14 años en el momento de su asesinato, Anna, 22.
Que nadie compare nada, con esto, nunca. Casi 6 millones de polacos, 4 de ellos judíos, fueron eliminados en Polonia. La represión de en el Estado comunista, añadió una nueva cifra de 150.000 personas, pero ya es otra historia.
El paradigma es el ejemplo o modelo de algo, y es en sí mismo una categoría. La serie de crímenes que conformaron el Holocausto, la industria de la muerte pensada y creada por los nazis, es el paradigma de la barbarie humana. Como categoría criminal supone la magnitud máxima. No habrá nunca nada que pueda superarlo, y tampoco nada que se le pueda equiparar. Tanto el Gueto de Varsovia, como la red de Campos de Exterminios, suponen un cenit de la crueldad y del crimen. Intentar ponerlos en relación o compararlos con cualquier otro episodio histórico, pasado o actual, es intentar rebajarlos de esa categoría máxima, que ostentarán, desgraciadamente, en la Historia de la Humanidad. Negarlos es imposible, porque es delito. Es algo que intentó el filósofo francés Roger Garaudy y por ello no solo fue condenado, sino que también su obra reposa en el almacén del olvido absoluto.
El conflicto palestino-israelí y las comparaciones
Las comparaciones son necesarias, pero deben hacer entre elementos o circunstancias equivalentes. El artículo del consejero del Menor y Familia Abderrahim Mohamed (20/03/2021)está lastrado por las comparaciones que establece entre la acciones del Estado de Israel y las de la Alemania (nazi): «A pesar de que lo que se hizo a los judíos es de hecho un crimen de lesa humanidad, los crímenes de expulsar y desposeer a un pueblo (el palestino) por parte israelí, constituye también un crimen de la misma especie». La comparación es tremenda, porque aun siendo cierto que Israel ha desplazado ilegalmente a la población palestina de territorios que le pertenecían por derecho, el Tercer Reich de Adolf Hitler, lo hacía exterminando a la población mediante asesinatos en masa.
Las Einsatzgruppen o brigadas de «sustitución de poblaciones», eran una organización criminal, y no son comparables con nada, ni siquiera con los bárbaros y también criminales traslados de poblaciones llevados a cabo por los bolcheviques, en época estalinista, y que provocaron mortandades espantosas. Los traslados forzosos de población son acciones ilegales, que se convierten en criminales, si se producen muertes en ellos. Pero eliminar físicamente, mediante un plan especialmente concebido, a poblaciones completas, incluyendo ancianos, niños, mujeres y varones, por criterios étnicos, no solo es criminal, sino también monstruoso. No hay una categoría más allá.
El origen político de los conflictos de Palestina se inicia en 1918, con la sustitución del Imperio Otomano por la administración Británica, que se mantendrá hasta 1948. Evidentemente nadie preveía en 1918, que estallaría otra Guerra Mundial y con tan terribles consecuencias. Hasta los más recalcitrantes, reconocen hoy en día, que la división del Territorio en dos Estados en 1947, fue un error de cálculo y de planteamiento, forzado quizá por el resultado final de la II Guerra Mundial.
La evolución de la situación hasta la actualidad, es un cúmulo de errores políticos, violaciones del Derecho Internacional, y de incumplimientos sistemáticos de las resoluciones de la ONU, muchas por parte de Israel. Pero todo esto se encuentra en los manuales de historia, no tiene sentido traerlo a colación y menos de una manera tan sesgada. Dentro del propio Israel, existen fuerzas políticas contrarias a las acciones bélicas de su Estado, y que han sido muy críticas con ellas, como el profesor israelí Ian Pappé, profesor de la Universidad de Haifa, que documenta lo que denomina como «Limpieza étnica de Palestina», el traslado forzoso de casi medio millón de palestinos, y la destrucción de sus aldeas, hacia otras zonas del territorio. Eso sí, aunque sucedieron episodios que pudieran ser calificados como «crímenes de guerra», en ningún caso la población desplazada forzosamente fue conducida a campos de concentración, y luego exterminada. Tampoco fueron traslados al modo estalinista.
La siguiente frase del texto del consejero, provoca perplejidad, aparte de que no se sustenta en nada: «A juzgar por los mismos estándares, Israel y Alemania (nazi), son culpables de crímenes odiosos de alta magnitud». O sea, que acciones condenadas por la ONU del Tházal (Ejército de Israel), e investigadas por el Tribunal Penal de la Haya como presuntos crímenes de Guerra, están en el mismo nivel, que las acciones de las Waffen SS. Se olvida también en el artículo, que ese mismo Tribunal Penal Internacional, investiga paralelamente, la exposición de la población civil por parte del movimiento islamista de Hámas, como escudos humanos, con la misma categoría, la de crímenes de guerra.
La convivencia de dos Estados en Palestina es posible y un deber
La razón moral del conflicto político está, en su mayor parte, sobre las manos de la Autoridad Nacional Palestina. El sufrimiento de la población de Gaza y Cisjordania es inadmisible. Se debe retroceder, lo más posible, a la situación de la resolución de la ONU de noviembre de 1947, en la que se fijaba la partición del territorio. También poner fin a la política de asentamientos en territorio de la ANP. Lo siguiente sería reconocer por parte del Gobierno de Palestina, el derecho a la existencia del Estado de Israel y el reconocimiento mutuo, y del sufrimiento causado, así como compensaciones económicas y reparaciones morales por parte de la Comunidad Internacional. En esa agenda, debería está incluida la desaparición de Hámas, y la renuncia total a la lucha armada, como hicieron las FARC en Colombia o el IRA en Irlanda del Norte. Lo que no parecía necesario era trasladar ese debate aquí, a nuestro presente.
Blog de Julio Alejandre, autor de las novelas Reporte de una boda y un entierro, Las islas de Poniente y La corona del marReporte de una boda y un entierro.