In memoriam: Carlos Seco Serrano


 Últimas cartas con Carlos Seco Serrano

           En 1999 internet era un recurso incipiente, no accesible al mundo común como ahora. La única forma de ponerse en contacto con alguien era la guía telefónica y la dirección postal. Eso hice y así contacté con Carlos Seco Serrano para dedicarle un capítulo a su padre, el comandante del batallón de Ametralladoras Edmundo Seco, presente en la Comandancia General de Melilla en la tarde del 17 de julio de 1936. En aquella habitación y reunión hubo grandes traidores, que alcanzarían los máximos grados en el Ejército de Franco.

               En la violentísima reunión en el despacho del General Manuel Romerales, y ante su pregunta de: ¿Pero quién me odia a mí?, el comandante Zanón, de una manera brutal le increpa: «Todo el ejército, mi general». En ese crucial momento, intervino el comandante Edmundo Seco, y ante la amenazadora mirada del jefe de la conspiración en Melilla, el coronel Solans Lavedán, afirmó: «Todos no, mi general, ni Ferrer, ni Rotger, ni yo. Nosotros estamos con usted». Eso es valor y lealtad en estado puro, y sigue sin ser reconocido.

              Hoy 12 de abril de 2020, se ha comunicado el fallecimiento del ilustre historiador, y con él vuelve a morir su padre, Interventor Civil de Villa Sarjurjo (Alhucemas), al que siempre profesó veneración.

                                                     El 17 a las 17

             Este fue el título de un artículo escrito por Carlos Seco Serrano sobre el levantamiento militar en Melilla, solicitado por Manuel Fraga, para una edición conmemorativa sobre los XXV años de Paz, que es como denominaba el régimen a su silencio mortal. Era muy difícil ser historiador en en periodo más negro de la España de Franco.

             Don Carlos, como yo le llamaba, me envió todo, una fotografía de su padre, la carta de su última voluntad y una copia del artículo mencionado, que fue censurado en su 2ª parte, en el diario El Telegrama de Melilla. El artículo era muy extenso y solo se publicó la 1ª parte, pues el director, no autorizó la 2ª. Corría el año 2000 y el búnker franquista ejercía una enorme presión en nuestra ciudad. Entonces no existían los escáneres y tras publicarlo, le devolví los originales.

          En 2002 volvía escribir un relato sobre los últimos días del comandante Edmundo Seco, esta vez en El Faro de Melilla y esta fue la respuesta de Carlos Seco. «Querido amigo: Celebré mucho poder conocer personalmente a usted con motivo de mi reciente estancia en Melilla, y deseo reiterarle mi agradecimiento por sus artículos dedicados a la reivindicación de la figura de mi inolvidable padre. El último artículo, que tuvo la bondad de entregarme, me conmovió profundamente». Hasta ese encuentro que se produjo en el Parador de Turismo, nos habíamos escrito una decena de cartas y llamadas telefónicas.

            Los comandantes Ferrer Madariaga y Rotger Canals, ambos mallorquines,  fueron fusilados el 3 de diciembre de 1936 en Rostrogordo. Seco Sánchez fue trasladado a Ceuta, en donde estuvo preso en el castillo del monte Hacho (junto al teniente Fernando Arrabal, padre del insigne melillense Fernando Arrabal), hasta que fue fusilado el 15 de junio de 1937.

            Entresaco este párrafo de su carta de despedida: «Duéleme, en cambio, la triste estela que en la sociedad en la que viví deja mi nombre, porque he sido calumniado con verdadera saña. Todos me atribuyen cosas que solo han imaginado o que escucharon a otros que no hicieron sino imaginarlas. Los que me conocían saben bien cómo yo era y quizá llegue la hora de la justicia y de la reparación. Y perdono a los que consciente o inconscientemente contribuyeron a mi descrédito y a mi muerte». Adiós. Edmundo. El Hacho.

         Nota: Entre 1995 y 2007, Carlos Seco Serrano estuvo a disposición de la Ciudad de Melilla, para diversos proyectos culturales o editoriales, visitándola en varias ocasiones. En ella residió la familia, hasta que se trasladaron a Madrid tras su fusilamiento en Ceuta. Podemos asegurar, que en esta despedida final, solo hubiese deseado que escribiéramos sobre su padre, al que nunca olvidó.

 

                         

 

El deterioro del 4º Recinto de Melilla


          Joaquín Rodríguez Puget, el general proscrito

 Joaquín Rodríguez Puget es General del Ejercito español, fue Jefe de la Comandancia de Obras de Melilla, es ingeniero e historiador, pero está proscrito por «la nomenclatura». El General Rodríguez Puget busca su propia documentación, tiene y realiza sus propios planos y sobre todo, saca sus propias conclusiones. Ha publicado libros muy interesantes sobre la historia de Melilla, pero está absolutamente ninguneado en Melilla. No hay la más leve cita acerca de él. Sus libros no se guardan en ningún lado. Quizá en los sótanos de «la Lubianka»  nomenclaturista  melillense, exista algún ejemplar que consulten y denigren  en secreto .

       En los medios próximos a la nomenclatura se le califica como: «imaginativo». Esto quiere decir que ha reconocido la existencia de un pasado árabe o musulmán de la ciudad y hasta se atrevió a señalar algunas zonas. Rodríguez Puget dice en su libro, Crónicas de una fortificación. Melilla siglos XVI-XVII, que sobre el terreno que ocupa hoy la Batería Real y el Baluarte de La Concepción, se asentaba la antigua alcazaba árabe. Claro que mientras él afirma eso, los otros afirman sin tapujos: «Se afirma sin pruebas, que el Baluarte de La Concepción se asentaba sobe una antigua edificación» . El contraste es muy notorio y por eso ha sido condenado al ostracismo.

          Yo reconozco que ese libro de Rodriguez Puget cambió radicalemente mi percepción de las cosas, y eso que el libro no es tan osado como debiera. Probablemente su condición de militar le impide desmoronar la mayor parte de las cosas que en Melilla se dan por asentadas. Aun así, el libro es muy estimable. Contrasta las dos crónicas sobre la conquista de Melilla y se decide claramente por el año 1496 como la fecha real del desembarco. Cualquiera que las lea, pese a que no son las crónicas completas, no volverá a creer jamás en el cuento del capitán Estopiñán Trueno, que todavía prentenden denodadamente hacernos creer.

        El libro es un acopio de datos interesantísimos y pese a estar prologado por Carlos Seco Serrano, quien también lo presentó en Melilla, no contó con la más mínima presencia oficial, ni tampoco de la nomenclatura. Diría que ni siquiera la prensa  recogió la existencia del acto. Contó únicamente sólo con el patrocinio de la empresa melillense Carmelo Martínez. Es una víctima de fuste de la nomenclatura. Yo no me invento ninguna conspiración. El reino de lo oscuro existe en Melilla.

         Traigo aquí su recuerdo, rompiendo así la omertá declarada sobre él, para darle a conocer y para redescubrir, que en mayo de 1993, ya alertó del lamentableo estado del llamado 4º recinto fortificado de Melilla. A veces tengo la sensación, de que Melilla nos importa más a algunos de fuera, que a muchos de los que están dentro.