Melilla, monumento al Alzamiento Nacional (II)


 

            La leyenda de los  rafaeles

          Rafael Álvarez Claro era el omnímodo Alcalde de Melilla, Rafael García Valiño era el Comandante General. Decían en aquella época que todo lo que pasaba en Melilla lo decidían «los rafaeles», los dos mencionados, aunque otros comentarios sitúan en tres a esos poderosos rafaeles, que no eran precisamente ángeles protectores.

          Todo se preparó con detalle aquel 20 de julio de 1941, para la solemne inauguración del que es el gran monumento fascista y franquista de Melilla. Desde el desfile de gigantes y cabezudos, estos son los originales, hasta la bendición del Monumento. Hubo desfiles (Falange, Sección Femenina y La Legión),  e incluso verbena popular a la que había que acudir con un riguroso protocolo. La verbena se celebró en el Parque Hernández, al que solo se podía entrar por la zona de la Plaza de España y para salir solo se podía hacer por las puertas laterales. Una vez recogido el tiket de entrada se tenía derecho a una consumición y a un bocadillo.

             Se publicaron unas severas normas que aconsejaban tanto una vestimenta decorosa, como la manera de comportarse. Está claro que no se fiaban de la gente, no confiaban en el pueblo. Como dijera Unamuno, vencieron pero no convencieron a nadie y eso se nota en la actitud de los notables. La abundante presencia de uniformados, incluso entre el público asistente, buscaba entre otras cosas, la sensación de vigilancia permanente, casi de acoso, sin el casi. 

         Pese a todo, sorprende la alegría y las ganas de pasárselo bien de la gente, intentando olvidar por un momento, la escabechina humana que habían organizado en Melilla todos esos que están en las fotografías. La foto con los cabezudos es muy interesante. Por esta vez no voy a poner ni los nombres de las autoridades, ni los discursos. Quien quiera leer todo eso tiene a su disposición la hemeroteca de El Telegrama del Rif en la Biblioteca Pública. Aquí solo me interesa el paisaje humano, el rostro de las personas, en amplio y notorio contraste con el de las autoridades.    En ese momento de 1941, 4000 melillenses habían pasado o estaban presos en el campo de concentración de Zeluán. La gente fue forzada a asistir, pero pese a todo intentaron pasarlo lo mejor posible. El clima de amedrentamiento era máximo y la actitud arrogante de algunas autoridades, militares y falangistas es notoria. Pero de todos, me quedo con el inigualable posado de Rafael García Valiño, junto al otro Rafael, su homónimo y Alcalde de Melilla.

Grupo escolar García Valiño. Fin


          El día de la inauguración, 19/03/1942

    La crónica de la inauguración fue escrita (en El Telegrama de Rif) por el falangista y cronista oficioso del franquismo Julio Martínez Abad. La 1 piedra se colocó el 6 de enero de 1941 y cualquier dato estaba lleno del significado que las nuevas autoridades querían imponer a los nuevos tiempos. Los niños iban disfrazados de «flechas y pelayos», algo así como las centurias infantiles de Falange, además, y había unos niños específicamente vestidos de flechas marinos. El Comnte. Gral de Melilla, Rafael García Valiño, llegó acompañado por sus ayundantes oficiales: Vara de Rey, Pesquero y Córdoba.

            En el  patio del colegio, que se ve abarrotado en la fotografía, estaban tanto los niños y vecinos del barrio, como los de otras partes de la ciudad, pues el día 19 de marzo era festivo en el franquismo. Era la alternativa franquista al 1º de mayo.

            El clero estuvo representado por el Canónigo Magistral de Málaga Victorino García, Sebastián Carrasco como Vicario de Melilla y bendijo el colegio el párroco del Ave María Sr. Estrada, Al frente de la Sección Femenina de Falange estaba Matilde de La Guardia. El primer director del Grupo Escolar fue el también Inspector de 1ª enseñanza Sr. Serrano. El número total de alumnos en su inauguración fue de 350 y al término del acto se repartieron galletas entre todos los niños presentes. La obra física del Colegio iba firmada por el arquitecto municipal Enrique Nieto y Celestino Roselló como contratista.

    En los discursos, plagados de referencias patrióticas y heroicas a los tiempos del Cid y similares, destacaron, por su rencor, las siguientes palabras de García Valiño: «celebramos hoy la paz y la reconstrucción, de cuanto destruyó la horda marxista, que arrancó la fe religiosa a los maestros, que quitó los crucifijos de las escuelas (el tono recuerda a algunos de los tiempos actuales), y más tarde llevo a los niños a aquellas formaciones, que eran verdaderas mascaradas y paso forzado al crimen y la vesania del frente Popular».

          Al final  y como siempre: Padrenuestro, Cara al Sol e Himno Nacional brazo en Alto.