El enigma de Enrique Gozalbes


Regreso a la colina del Sílex

En enero de 2018 visitamos por primera vez «la colina del Sílex». Unos meses después Enrique Gozalbes escribía este enigmático mensaje en El Alminar: «Hay aspectos interesantes en Sidi Guariach ¿Podría usted ponerse en contacto conmigo por mail?» Lo hicimos, pero falleció poco después y no pudimos resolver la cuestión. Todo esto es un homenaje a su labor inacabada.

   Después de pensar en esa frase durante estos 7 años, y visitar la zona en innumerables ocasiones, podríamos tener una posible respuesta a esta pregunta. ¿Qué pudo llamar la atención de este eminente historiador y profesor universitario? Es evidente que nada relacionado con la formación geológica del terreno, pues se trata de los restos de una colina semidesmoronada por las obras de urbanización de la zona, compuesta de sedimentos arcillosos, bombas de basalto procedente del macizo volcánico del Gurugú, y de grandes fragmentos de sílex, el oro neolítico.

Lo que pudo llamarle la atención, y que no pertenece al terreno, son los grandes bloques de piedra perfectamente alineados y cortados, en la sección superior derecha de la falla, algunos ya caídos sobre el nivel inferior. La alineación y el corte, totalmente distinguibles de la acumulación desordenada del «debris flow» (flujos de escombros en los que masas de suelo cargadas de agua y roca fragmentada fluyen por las laderas de las montañas, se canalizan hacia los canales de los arroyos, arrastran objetos en su camino y forman depósitos espesos y fangosos en los fondos de los valles)1. Esa alineación y corte pudieron orientar sus ideas hacia restos «organizados» por mano humana neolítica, que es lo que estamos buscando, y que ya detectó José Mª Tomassetti Guerra en 1992, durante su etapa de servicio militar en Melilla: «Una simple visita de reconocimiento nos sirvió para verificar la existencia de restos arqueológicos»2. En su obra La Ciudad Antigua de Rusadir, Gozalbes menciona «los restos de cabañas de la Edad del Bronce«, liquidados sin estudiar, en la construcción del grupo de viviendas de La Constitución. Esto nos sitúa en al menos 3 milenios AC., pero buscamos la presencia neolítica en la comarca de Melilla, unos mil años antes, en el IV milenio AC, de que existen materiales y abundantes objetos, en modos análogos a los encontrados en el monte Gurugú, o incluso en las Islas Chafarinas.

Las colinas ofrecen todo lo necesario para los asentamientos humanos. Son más fáciles de defender, tienen gran visibilidad sobre la zona y disponen de arroyos y pozos en sus proximidades. El presente año 2025, será el que dediquemos a la búsqueda de indicios de la «cultura alminarense» en la comarca y entorno melillense.

El problema de los yacimientos en Melilla

El primer problema identificado en los terrenos candidatos a albergar yacimientos arqueológicos, es la presencia permanente de escombros de todo tipo, pues conviven perfectamente objetos arrojados hace apenas unos meses o años, con otros dejados en el lugar hace cuatrocientos o miles de años. El segundo es que la mayor parte de los terrenos en donde afloran indicios, con la Colina del Sílex, están ya abiertos con la sensibilidad de una pala excavadora, por lo que cientos de ellos ya están destruídos. Sin embargo, esa apertura sin miramientos, nos ofrece la oportunidad de mirar, observar y encontrar sin prospectar. En esta última visita a la colina, hemos hallado otros dos pequeños artefactos de sílex tallado, la piedra taller, y seis pequeños fragmentos de una fina vasija de color negro, con claras evidencias de ser antiguas. Esa es la ventaja de un terreno abierto, que muestra todos sus secretos. El melillense antecesor, la cultura alminarense, está esperando su oportunidad

   Nosotros vamos a abrir todas las puertas de entrada para encontrar, un yacimiento en el propio terreno melillense. El lema de: se destruye,  se oculta, se tapa; no puede seguir vigente en la ciudad.  Todo el mundo académico decía que Schiliemann se equivocaba, y llamaban a Homero «el viejo embustero». Recordamos también, que Atapuerca es solo una trinchera de ferrocarril abierta. Un terreno abierto siempre muestra sus secretos.

Notas: (1) Definiciones, Wikipedia.  (2) Aldaba, UNED, 1996.