Represión de periodistas en Melilla


La absolución de Jesús Blasco de Avellaneda

          Jesús Blasco de Avellaneda en un periodista freelance, como muchos otros. En Melilla impera la ley mordaza y el sometimiento de la prensa. No hay manera de escribir sobre aquello que no esté en «la orden del día», o en donde publicarlo. La Constitución Española prohibe  la censura, pero nada dice de «la autocensura», aquello que todos/as saben que no se debe escribir. La crisis de la valla fronteriza cogió al partido gobernante con el paso cambiado. Las fotografías de los saltos masivos a la valla dinamitaban la imagen de la ciudad, y ponían en evidencia la política del Gobierno de España.  Las denuncias sobre la violación de Derechos Humanos que representa el entramado fronterizo recorrían el mundo, desde la ONU hasta el Parlamento Europeo. Amnistía Internacional y Human Rights Watch cuestionaban duramente la política española de fronteras.

                               Ocultar la noticia y denunciar al mensajero

           España es una Democracia y se pueden hacer fotos en cualquier parte. En ninguna parte del perímetro fronterizo se explicita que no se puedan hacer fotografías, la única salvedad es aquella que afecta a la propia imagen de las personas. Jesús Blasco de Avellaneda estaba aquel día de julio de 2013, en la zona perimetral trabajando en un plan de empleo, cuando sobrevino un salto masivo a la valla. Si hizo o no fotografías es algo que no compromete la defensa de Estado, ni supone violación alguna de la ley. Pero esto ya da igual en Melilla.

              Jesús Blasco fue detenido, intimidado, y le fueron requisadas las tarjetas de fotografías, en las que no había fotografías de los saltos de inmigrantes. Fue denunciado por la Delegación del Gobierno y acusado de presuntos delitos contra la seguridad en las fronteras y de favorecer la inmigración ilegal. Según la tesis de la denuncia el realizar reportajes sobre la valla de Melilla se estaba favoreciendo un efecto llamada. Uno de los periodistas que iba con él es invidente. Los agentes se refería a ellos como: «el ciego y el gordo».

              Ha pasado un año y medio y Jesús Blasco ha sido absuelto de todos los posibles delitos o infracciones de las que se le acusó, pero es una año y medio de deambular por los juzgados, de tensión, de preparar medios de defensa, y de desembolsar dinero. Gracias a las reformas del anterior Ministro de Justicia Ruíz Gallardón, la Justicia no ha sido gratuita en los últimos tres años. Jesús Blasco ha sido absuelto, pero el mensaje también se ha entendido.

                     En este año y medio no ha recibido apoyo por parte de la Asociación de la Prensa de Melilla, pese a que tiene suscrito un convenio con el Colegio de Abogados de la ciudad. Ha estado apoyado únicamente por otras asociaciones, como Pro Derechos Humanos y sindicales, como Sate-Stes.

            Nota:http://periodismohumano.com/sociedad/comunicacion/el-corresponsal-de-periodismo-humano-en-melilla-detenido-incomunicado-y-denunciado.html

El dirigismo informativo


                    

  http://www.melillense.net/noticias/diario/200510/20051029_convenios.html

                      Una vieja tentación que no cesa

         El dirigismo informativo es una acertada expresión, acuñada por alguien que fue el penúltimo director de El Telegrama de Melilla, como periódico de la cadena de la Prensa del Movimiento, Juan Sánchez Rada, al que localicé por casualidad en la red y que me ha enviado el libro que publicó contando su experiencia como director del Telegrama (http://www.juanrada.com).

          «El dirigismo informativo» sería pues la tentación de controlar toda la información emitida en etapas democráticas, porque en las dictaduras habría que hablar abiertamente de censura.

          Cuenta Sánchez Rada en las páginas de su libro, aparte de los mil negocios que se hicieron con la liquidación y venta de los Medios de Comunicación Social del Estado o prensa del Movimiento, que en Melilla : «Los dirigentes de UCD (Unión de Centro Democrático), se acercaban cada noche a la redacción de  El Telegrama, para decidir qué debía salir y qué no, al día siguiente».

        Una situación de dirigismo informartivo desarma moralmente a una sociedad, la quiebra en la esencia misma de La democracia, que es la crítica al Poder y éste, al no escuchar la mas leve voz discrepante, se acaba tragando y creyendo su propio cuento propagandístico, se acaba haciendo hermético y tomando al «discrepante», si es que alguno consigue hacerse oír, como enemigo y desafecto al «régimen imperante».

         Se ha quejado en estos días La Asociación de La Prensa de Melilla, de los ataques personales a periodistas en las redes sociales y sólo hay que darles la razón en eso, en que no están justificados los ataques personales, pero no sólo a los periodistas, sino a cualquier persona.

           Primero hay que decir que la gente ha recurrido a las redes sociales, porque en la prensa ha sido imposible publicar cualquier voz disonante, es más, hay cosas o actos políticos que ni siquiera se han cubierto y si se ha hecho, ha sido de una manera totalmente deformada. Desde la prensa, se ha atacado a personas físicas desde pseudónimos, algo que impide la deontología profesional. Hay muchos aspectos sobre los que se debería reflexionar.

            Uno es el de «la omnipresencia», que ha sido condenada en Italia por la Junta Electoral, porque entendía que esa omnipresencia de Berlusconi en los canales públicos y en los subvencionados, vulneraba el derecho de » la igualdad de condiciones» para concurrir a una cita electoral. Es verdad que no se puede generalizar y que no todo ha sido lo mismo, pero hay algunos casos demasiados flagrantes y que a la larga pasarán factura. Está claro que estas subvenciones, convenios publicitarios han traído como consecuencia la anulación de cualquier crítica al Gobierno Local y el retroceso de la Libertad de Expresión.

                 Los ataques personales que han recibido personas públicas como Ignacio Velázquez o Mustafa Aberchán, por el simple hecho de presentarse a unas elecciones, han sido estremecedores, llegándose a incluir aspectos personales y profesionales, en esas críticas, sostenidas incluso desde líneas editoriales y ante eso no ha habido ni hay defensa posible. No todo vale, ni siquiera para ganar unas elecciones y casi no tengo dudas con respecto a quien empezó el primero, a incluir el campo personal, dentro del objetivo político.