De nuevo, el diluvio


El nombre y el número de la bestia

El número de la bestia es 6, tres veces 6 y las cifras de 2022 suman 6. Ya tenemos también el nuevo nombre de la bestia, que se ha descubierto en este año, y en el que todos estarán de acuerdo, Vladímir Vladímirovich Putin, un lugar en el que se ha colocado él solo, junto al de Domiciano, el emperador romano que persiguió violentamente a los cristianos entre los años 80 y 90. No solo hay que ser malo, sino que alguien lo difunda y fije para la historia. En la época de Roma, quien decidía y tenía capacidad para perpetuar el nombre de los malos era la Iglesia, que fijó su nombre para siempre. Cada época tiene su hombre malo, pero los malos del pasado ya han envejecido y no dicen nada a las generaciones actuales.

Se necesitaba un malo universal, porque Saddam Hussein y Muamar el Gadafi, Augusto Pinochet o Jorge Rafael Videla, siendo personajes malvados, no alcanzaban la categoría de malos universales, eran además algo fantoches y esperpénticos. Vladímir Putin, del mismo nombre que Vlad Dracul, si tiene esa categoría de malo, sin elementos atenuantes. Es malo para todo, y además tiene ya enfrente a los Estados Unidos, que no solo es el país más poderoso de la Tierra, sino que además tiene la mayor maquinaria de propaganda de la historia: Hollywood. Esto garantiza que ya nadie le bajará del pedestal en el que él mismo se ha colocado. No es lo mismo ser un malvado, que ser un «malo». Otro gran malo fue el camboyano, líder de los Jemeres Rojos, Pol Pot, pero también queda ya lejos. Vlad Putin sí es un malo para este siglo, para los posteriores y para la historia universal, hasta que finalice. Lo que le diferencia de los mencionados, es la mentira, algo a lo que nadie da excesiva importancia y sin embargo, es decisivo. Cuando fue preguntado sobre si iba a invadir Ucrania, quejo que no, de modo categórico. Esto es algo que caracteriza al malo, al diablo. Que cuando se le pregunta, siempre miente.

El diluvio en Melilla y los embalses urbanos

El diluvio llega sin anunciarse y se produce en muy pocas horas. Desde octubre de 2008 no habíamos vuelto a ver el río de Oro con semejante caudal. El agua es incontenible, probablemente el fenómeno o agente natural más devastador, porque no hay manera de detenerlo. El agua siempre busca sus cauces, y arrambla con todo, tanto las obras nuevas, como las antiguas, siendo estas últimas las más vulnerables. Calles cortadas y convertidas en torrenteras. Pequeños embalses urbanos, especialmente en las calles con diferentes niveles, en los pasos de peatones adaptados y en otras nuevas ocurrencias.

El circo de Domiciano


 

El circo de la bestia del apocalipsis

        Apenas un mes después de haber aclarado en El Alminar el acertijo del número de la bestia del Apocalipsis (DCLXVI), según la numeración romana, y no el 666 de la numeración árabe, no existente en los tiempos evangélicos, nos encontramos con el circo de Domiciano, uno de los dos emperadores romanos a los que se hacía alusión mediante el acertijo o fórmula cabalística.

         La plaza Navona en Roma tiene un forma singular, cuya explicación se encuentra en el subsuelo, que coincide de modo exacto, con la forma y tamaño del circo de Domiciano,  décimo emperador romano (X), de la familia Flavia. Tanto Nerón, quinto de los emperadores de Roma (V), como él tenían el mismo nombre: Domicio, utilizado por el evangelista Juan en su acertijo (Domicio César). Parece ser el evangelista Juan, escribió el apocalipsis en la isla de Patmos, a donde había sido desterrado por orden de Domiciano.

         Ambos persiguieron con dureza a los cristianos, y ambos llevaron vidas depravadas y disolutas. Tanto es así, que el nombre de ambos están asociados a los vicios de cualquier tipo. Pese a todo, es claro que los escritores que relataron sus biografías exageraron sus defectos, aunque en su conjunto, no son modelos de buenos gobernantes. Nerón edificó la Domus Aurea para inmortalizar su nombre, que está siendo excavada en la actualidad. Domiciano, ordenó la construcción de un circo de carreras para el mismo fin, parte del cual se muestra en un museo subterráneo en Roma, justo debajo de la plaza Navona, con la que coincide en forma y tamaño.

         Desde entonces, los nombres de Nerón y de Domiciano, han quedado asociados al uso depravado en el ejercicio del poder, hasta tal punto que un Papa, Bonifacio IX, recibió el dudoso honor de ser calificado como «el Nerón de San Pedro».

          Es cierto que el evangelista Juan habla de una primera bestia ¿Nerón? ,  y de una segunda ¿Domiciano? , y dice lo siguiente: » Y que nadie pudiese comprar o vender sino el que tuviera la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre. Aquí está la sabiduría. El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia, porque es número de hombre. Se número es seiscientos sesenta y seis», DCLXVI. Esto parece aludir al uso de monedas con las efigies y nombre tanto de Nerón, como de Domiciano.