




En 1998, Hollywood lazó al mundo la película Salvar al soldado Ryan, el 4º de los hermanos de una familia que había ido completa al frente, y en el que ya habían perecido tres de ellos. El hecho demuestra una mayor preocupación por la vida de los soldados americanos (400.000 fallecidos), algo que no existía en el ejército nazi, cuyas bajas alcanzaron los 5.000.000, ni tampoco en el soviético, cuya cifra muertos resulta extraordinaria (11.400.000). Los nazis cuidaban algo más a sus soldados, pero no por ningún sentimiento humano, sino simplemente porque la disponibilidad de efectivos era más limitada que en el ejército ruso.
La brutal invasión rusa de Ucrania, de la que se cumple ahora un año, ha puesto de moda a los nazis, porque esa fue una de las justificaciones de la bárbara agresión ordenada por Vlad Putin. Un año después, no se ha aportado ni una sola prueba de la existencia de esos «nazis ucranianos», ni se ha vuelto a hablar de ellos en el Estado ruso. Después de la conquista de casi 1/3 del territorio ucraniano, de lo único de lo que ya existen pruebas es de «crímenes de guerra» cometidos por el Ejército de Rusia, aunque resulta obvio decir que ya de por sí la propia guerra es un acto criminal. El que existan grupos paramilitares, bandas de mercenarios, o ejércitos paralelos que controlen territorios y actividades económicas criminales, no los convierte en «nazis». Los únicos que estuvieron en Ucrania y Rusia entre 1941 y 1944, dejaron una estela de crímenes imposibles de igualar. Los mercenarios rusos del grupo Wagner son probablemente criminales, pero nunca nazis. El abuso indiscriminado de ciertos términos dificulta la tarea de intentar esclarecer algo de lo que sucede, y de colocar a cada uno en el lugar que le corresponde.
¿Qué fue de los nazis?
Tanto en Aquellos hombres grises, como en Los verdugos voluntarios de Hitler, libros de gran resonancia, se extrae la inquietante conclusión de que miles de esos hombres que integraron las unidades nazis de exterminio o Einsatzgruppen, escaparon a toda acción de justicia, porque volvieron a sus vidas anteriores a la guerra, sin levantar sospechas sobre las labores que habían realizado en la destrucción de poblaciones. Probablemente no volvieron a mencionárselas a nadie. Como dice Andrew Nagorski en Cazadores de nazis: «Y se mire por donde se mire (los nazis que fueron juzgados), estos resultados no están ni remotamente cerca de lo que podríamos considerar «hacer justicia». Cualquiera que intente poner en la misma balanza los crímenes que se cometieron y el castigo que han recibidos sus responsables acabará frustrado». Estamos pues, sin comparación posible, ante la mayor categoría de crímenes perpetrados jamás por un Estado, en toda la Historia de la Humanidad.
El coleccionismo de antigüedades
Dentro de la categoría de los coleccionismos, los objetos originales de los nazis tienen un poderoso influjo, que les hacen ser más cotizados que cualquier otro de similar rango, como por ejemplo las del periodo soviético, que están en almoneda, esto es, se regalan por sacos. Nadie los quiere. No ocurre lo mismo con los objetos de soldados que pertenecieron a la Wehrmacht, ejército alemán, y a las unidades criminales de las Waffen SS.
Los hermanos Otto Vogl, Hidor Vogl y Anton Vogl murieron en en 1944, 1943 y 1941 respectivamente. Los dos últimos pertenecieron a unidades de infantería. Los soldados alemanes disponían de un Feldpost o correo de campaña que llevaba y traía las cartas y los paquetes desde cualquier parte de Alemania hacia el frente a a la inversa. Las cartas y postales de los soldados alemanes, convenientemente revisadas por las unidades de las SS, iban y volvía de los frentes de guerra con total puntualidad. El filósofo Martin Heidegger recibía también noticias por este medio, de su Jörg que combatió en el frente del Este. Un feldpost es un envío de correo desde el frente y es un objeto de coleccionismo muy buscado. Todo este comercio ha sido puesto en boga de nuevo por la invasión rusa de Ucrania, que ha reverdecido una época de la historia europea excesivamente dolorosa y relativamente reciente. Por supuesto que no queremos saber nada de él, porque sobre ese papel reposa todavía el mal en estado puro.
Cuando nadie había conseguido olvidar lo sucedido (en Ucrania junto con Polonia se llevaron a cabo las peores matanzas y crímenes nazis), Vlad Putin ha levantado el polvo de las tumbas y de las fosas ucranianas, en donde también han reverdecido los también espantosos crímenes estalinistas, pero que no están en la misma categoría, aunque sí muy próxima. Recientemente, un alto cargo del Estado ruso confirmó que siguen en esta línea de desprecio a las vidas de los soldados y dijo que «disponían de otro millón de soldados para enviar al frente de Ucrania. También , el máximo dirigente ruso ha hechos desafortunadas comparaciones entre esta guerra y la época de la invasión de Rusia en 1941 y el genocidio nazi.