La cábala de Pedro Sánchez


Y de repente el mundo político se volvió del revés, pero eso es algo que no puede evitarse. La cábala es el retorcimiento de las palabras para buscar significados ocultos, o la conjetura llevada hasta el extremo, incluso más allá del hecho visible. Hemos leído e interpretado todos los libros de Pedro Sánchez, bien dictados o escritos por él mismo, y no hemos sacado nada demasiado concluyente. Enarbolar pensamientos o ideas claras en tiempos de la política turbia es un ejercicio difícil, y quizá tampoco importe demasiado. El mes de abril no acaba como empezó, pero es que nada puede predecirse.

La crispación política y la gresca pública en España

Fue Santiago Carrillo el que intentó analizar el tema de la crispación y enraizarla con nuestro pasado más reciente. La lectura de su libro nos lleva a la conclusión de que los dabtes siguen dominados por las mismas tensiones nacionalistas (presentes desde el siglo XVIII) los mismo actores políticos (izquierda y derecha), y la misma cuestión sobre la forma de Estado.

El guerracivilismo no está superado ni siquiera en los Estados Unidos, en donde se ha estudiado a fondo. En España se está intentado poner en valor y en un lugar visible la parte de la memoria silenciada (lo que concita una resistencia feroz) desde el inicio del siglo XXI. Decía Santiago Carrillo que: «una de las consecuencias más curiosas es que todavía hoy sea un lugar común referirse a Franco y los franquistas como los nacionales, y a los vencidos simplemente como los <rojos>, o los republicanos». Es más simple, pese al tiempo transcurrido, no dejan que se equiparen e igualen las memorias de las víctimas. Conocemos sobradamente, al menos algunos, el volumen y el grado de barbarie que alcanzaron las matanzas anarquistas y las de las checas, algunas nombradas con nombres de ministerios públicos, como las de Fomento y Bellas Artes en Madrid. Sin embargo no ocurre lo mismo al identificar las matanzas y ajusticiamientos perpetradas por las fuerzas sublevadas contra el gobierno, que no contra la República y sus ciudadanos. En un principio nadie quería abatirla, pero Franco dio un golpe palaciego dentro del propio Golpe mayor, y transformó el Estado en una autocracia y dictadura militar. Hay ñ un trazado muy simple para lograr esta equiparación, pero no aciertan con él, pese a las dos leyes de Memoria en vigor, sin añadir crispación a la tensa situación política

Las tribulaciones del presidente Pedro Sánchez

No es lo mismo irse del Papado (Benedicto XVI), de la Jefatura del Estado (Juan Carlos I), que de la Presidencia del Gobierno, un lugar en el que a nadie llevan a la fuerza. ¿Son las circunstancias políticas más adversas para Pedro Sánchez que para cualquier otro lider político europeo, por ejemplo Boris Johnson? ¿Son más tensos los debates políticos en el Parlamento español que en el de Italia, Francia o la misma Inglaterra? ¿Son más duros los escrutinios sobre la vida personal y privada de los servidores públicos en España que en EEUU? ¿ Son más graves las presentes circunstacias que las de Felipe González, en los años más duros del terrorismo de ETA? En ninguno de los casos, es más, en muchos países europeos han dimitido primeros ministros por asuntos que en España son considerados baladíes, de esos por los que ni siquiera en casa se darían explicaciones. A Felipe González y a sus ministros les llamaban «asesinos» cuando acudían una funeral tras un atentado, y como dijo el ministro Barrionuevo, no había semana en la que no acudieran a uno.

Damos por sentado el acoso mediático y político de la derecha política, y la utilización y su recurso la Justicia como tercera cámara, pero también hay que decir que si alguien tiene recursos de defensa es un gobierno. Al presidente Pedro Sánchez le fallan sus apoyos y no sus adversarios. Para El Alminar lo más grave que ha sucedido en las últimas décadas son el encarcelamiento de un ministro de Hacienda (Rodrigo Rato), de uno de Trabajo (Eduardo Zaplana) y las sospechas extendidas a otro ministro de la Hacienda Pública como Montoro, y también las que afectan a una ex ministra de Defensa (Dolores de Cospedal) y del Interior (Fernández Díaz), por espiar las vidas privadas de ciudadanos sin sospecha, en beneficio de intereses personales o partidistas, nunca de gobierno. Todos son del Partido Popular.

Manual de resistencia y la única respuesta posible

¿Merece la pena ser presidente del gobierno de España? La respuesta a esto debe ser sí siempre,  pese a la coyuntura en que se ejerza, y pese a las indudables dificultades y sinsabores que pueda reportar. El servicio público es una vocación,  no una profesión.  El problema estriba en que cuando se emite una «carta a la ciudadanía» lo menos que se puede esperar es que surja un debate,  y posibles líneas de respuesta. Algunas podrán iluminar la respuesta y otras no, pero en el presente caso, lo obligatorio es responder a quien pregunta.

       Solo sí es Sí

  En realidad es un pregunta retórica  porque no cabe otra respuesta. Sí merece la pena ser presidente del gobierno de España, y sobre todo, cuando se han recibido los votos suficientes para ello, ya sea en modo directo o en suma, hace apenas un año. Lo que puede merecer la pena o no, son los compañeros de viaje,  y aquí es en donde está el problema crucial, el que no se menciona.

   Ahora mismo y en las actuales circunstancias,  siempre susceptibles de empeorar,  no cabe más remedio que seguir. La dimisión,  cuando nadie lo ha pedido, no cabe en ninguna cabeza. Lo único que puede modificarse son las condiciones,  o sea, decidir que está será su última comparecencia como cabeza de lista , o determinar el lapsus de tiempo,  o lo que es lo mismo, en qué momento decidir el fin de la legislatura,  aunque esta acabe de empezar.

     Carta y espantada

   No hay duda alguna sobre la campaña orquestada contra la «esposa» (en sus propias palabras) del presidente Pedro Sánchez. Los denunciantes instrumentales no ofrecen confianza alguna. Hasta la fecha no hay nada que resquebraje su presunción de inocencia, por lo que este movimiento, no excesivamente pensado, sólo alimenta las dudas y no las certezas.

  Como Presidente del Gobierno hay que explicarlo todo, cualquier cosa, y sufrirlo todo hasta que se dice basta, como Adolfo Suárez. Cuando se ha escrito un Manual de Resistencia hay que tener claras dos cuestiones, una es que hay que tener un fe o convicción interna a prueba de todo, la otra es que la única consigna es precisamente esa; resistir. Curiosamente,  en el referido manual, ni siquiera se habla de eso, de resistir.

Hay cosas que se pueden hacer como diputado (dimitir sin demasiadas explicaciones), o como jefe de un partido (renunciar a la dirección del mismo), que no se pueden hacer si se es presidente del gobierno de España.

En este callejón con una única salida. Solo se puede salir diciendo sí  a todo y contando, sin límite alguno, la verdad de lo que pasa a la ciudadanía.