Alguien voló sobre el nido de las aves


One flew over the cukoo´s nest

            ¿Quién mira hacia arriba?, ¿quién puede diferenciar el trino de los pájaros en medio del ruido urbano.  Hay personas que lo hacen, y quienes pueden distinguirlos. En medio de las escabechinas de las podas, las aves silvestres de Melilla resisten, pero todavía no tienen un libro o un catálogo dedicados a ellas. Son muchas y muy diversas. Pocos, pero todavía existen parques en la ciudad que no son solo cemento y decoración. Los animales, las aves, necesitan naturaleza verdadera, suelo auténtico en donde encontrar insectos, lombrices y gusanos.

          Cuando uno se inicia en un mundo desconocido hasta ese momento, descubre dos cosas, la primera es la cantidad de personas dedicadas a su estudio y conservación, de modo altruista, al margen de cualquier ayuda oficial o programa de inversión. La segunda es la riqueza del pequeño universo ornitológico de Melilla, que resiste pese a la agresión constante a la que se somete a los árboles.

             Se descubren pequeñas joyas como el bulbul naranjero (declarado como mascota del Alminar). Tórtolas, pinzones, gorriones comunes, gorriones alameros, currucas, mirlos, cotorras (escapadas de la jaula del parque forestal). Un pequeño mundo que merece ser conocido y catalogado, pero sobre todo, preservado y cuidado.

               No se puede podar a lo largo de todo el año, de forma salvaje en algunas ocasiones. Hay que respetar las épocas de anidación y cría, pero sobre todo, deben conservarse los parques naturales.