Los cabalistas en el semicírculo


Un disparo de cañón desde el centro de la ciudad en 1862, con una pieza de artillería de a 24 libras y carga máxima de pólvora, fijó una distancia media de 2,8 kms. Los disparos se realizaron con un cañón llamado El Caminante, emplazado sobre una base circular. El trazado conforma un semicírculo, en donde el diámetro es una línea imaginaria con el mar como límite. El diámetro es el doble que el radio, lo que significa que desde un vértice a otro, la distancia máxima a recorrer es de 5,6 kms. Es lo que se llama la cuerda, que coincide con su diámetro o distancia máxima entre dos puntos puntos de una circunferencia

La longitud de una circunferencia se calcula con la fórmula 2πr ( dos veces el radio por 3,1416). Sin embargo habitamos un semicírculo, por lo que si recorremos toda la carretera de circunvalación, la distancia máxima que podemos recorrer se sitúa en torno a los 8 kms, porque es la mitad y no su longitud total. No hay más. Son distancias cortas. Los melillenses solo podemos recorrer con nuestros coches distancias cortas, como dicen las cabalistas, pero no porque estemos acostumbrados a ella, sino porque no existe otra posibilidad.

Si los melillenses quieren ir a la playa, tienen que coger el coche, pero ocurre que esa playa está dentro de la ciudad, por lo que tienen que hacer un trayecto urbano, salvo que se viva en el paseo marítimo. Si los melillenses quieren ir al campo o al monte, tienen que hacer un recorrido urbano, porque todo eso está dentro del semicírculo. No hay opciones. Los cabalistas hacen afirmaciones de perogrullo y las ofrecen como si fuese la fórmula de la pólvora.

La circulación entre las cuerdas

Todas las calles y avenidas de Melilla son «cuerdas» dentro de este semicírculo, una más largas y otras más cortas. Si se cierra o acorta una cuerda, se saturará otra, porque al estar encerrados en un espacio limitado, no hay alternativas posibles, salvo que se buscan vías de escape. Se asumen como verdades los 40.000 coches matriculados y circulantes, cuando ni lo hacen todos a la vez, ni todos esos están en la ciudad. Al menos un tercio de ellos habita y circula en la península. El tráfico se acumula en las horas puntas (idas y venidas de los trabajos y de los colegios), y en las rutas hacia las zonas comerciales. Cuando se cierran los colegios y los centros de trabajo, el tráfico se pacifica solo. Los domingos apenas hay circulación en las calles.

Si embargo se comenten errores que provocan saturaciones y colapsos de tráfico en las horas en las que es necesario que este sea ágil y pacífico, lo que no sucede cuando se hacen crecer los atascos. El cierre y cambio de dirección de la calle Calle Paco Benítez-Conde de Alcaudete, obliga a recorrer todo el Paseo Marítimo si se quiere cambiar el sentido del movimiento, y cierra una importantísima vía de salida hacia el nuevo hospital y el barrio de la Victoria. Las últimas reformas han convertido este importante vía de comunicación, que es parte del diámetro melillense, en inservible.

Lo mismo ocurre en la calle del Capitán Arenas del barrio del Real y que se cerró desde su arranque en la calle Mar Chica, lo que que cercena otra vía de escape hacia la carretera de Alfonso XIII y Aeropuerto, y obliga a llegar hasta la saturada calle Aragón, en donde se ha colocado uno de «los evaporadores de tráfico», uno de las medidas más absurdas que hemos podido ver, de entre todas las ciudades españolas. Nadie ha hecho algo tan ridículo e inúti.

El tercer punto de saturación está en la avenida de la Duquesa de la Victoria, en su punto central, junto a la Cruz de los Caídos. Se podía haber promovido la prioridad peatonal haciendo los pasos sobre-elevados, pero al menos permitiendo el giro. La situación actual obliga a recorrer la avenida entera, de rotonda a rotonda, sin solución posible, colapsando hasta el límite la zona de la avenida de La Democracia y plaza de Velázquez (el pintor). A esto, se añade que los vehículos que proceden de la calle del general Aizpuru y podrían girar en la Cruz, para ir hacia el barrio del Príncipe, se ven obligados a acudir también a la colapsada rotonda de la Duquesa, no la de Crono..

Insistimos en que hay dos maneras de equivocarse: la primera es cometiendo el error, la segunda no rectificándolo.